Los alimentos sí tienen enzimas

La polémica entre Mercedes Milá y José Miguel Mulet ha acabado desinformando a la población. Te contamos lo que necesitas saber sobre las enzimas en los alimentos

enzimas digestivas

Puede que muchos de vosotros no hayáis oído hablar de enzimas jamás, hasta hace unos días en que el término saltó a la palestra a raíz de una polémica televisiva que protagonizaron la periodista Mercedes Milà y el bioquímico José Miguel Mulet en el programa “Chester in Love” de Risto Mejide. De hecho, la polémica desatada, que nada tiene que ver con la nutrición, ensombreció la información sobre las enzimas, que en el fragor de la discusión, se dio pobremente y mal. Así que vamos a solucionarlo con este artículo.

Pero antes que nada…

¿Qué es una enzima?

Las enzimas son compuestos bioactivos proteicos que catalizan reacciones químicas en los organismos vivos. Dicho de otra manera, ayudan a transformar unas sustancias en otras, o a degradarlas, lo cual es vital para muchos procesos metabólicos de nuestro cuerpo, como la digestión.

Nuestro organismo produce enzimas, por ejemplo el páncreas exocrino produce muchas de las enzimas digestivas, y muchas más son secretadas a lo largo del tubo digestivo.

En las plantas, realizan muchas funciones, siendo las más conocidas las de defensa. Muchos de los compuestos bioquímicos que contienen, son sustancias enzimáticas.

¿Hay enzimas en los alimentos?

Sabiendo que las plantas son capaces de producir enzimas, parece lógico asumir que los alimentos las contienen, ya que gran parte de lo que comemos son (o deberían ser) plantas.

Así pues, sí hay enzimas en los alimentos: en las frutas y verduras hay enzimas que ingerimos al comerlas. A veces se han destruido antes de la ingesta, por ejemplo con el cocinado, pero no así en el caso de las frutas que consumimos frescas, germinados, fermentados o verduras que tomemos crudas.

Son conocidas enzimas la bromelina de la piña, la papaína de la papaya o la actidina del kiwi, todas ellas con efecto proteolítico, es decir, digieren las proteínas. Por ello se usan para ablandar la carne, por ejemplo dejándola macerar en zumo de piña.

Pueden favorecer también a la digestión. De hecho, hay estudios que señalan que la bromelina es capaz de resistir el paso por el estómago y llegar activa al intestino.

También son enzimas muchos de los llamados antioxidantes que contienen los alimentos.

¿Qué pasa si me faltan enzimas?

Hay situaciones patológicas que se pueden beneficiar de un suplemento enzimático. Un ejemplo conocido es la lactasa, que es la enzima que digiere la lactosa.

En personas intolerantes un suplemento de dicha enzima puede ayudarles a digerir comidas con lácteos ricos en lactosa, aunque no funciona demasiado bien, ya que la ingesta del suplemento debe cuadrar muy bien con la ingesta del alimento con lactosa. Por ello no suele usarse como tratamiento. Y evidentemente carece de interés en personas veganas.

Otro ejemplo son los suplementos de enzima DAO (diaminoxidasa), que es la enzima que ayuda a degradar la histamina. Cuando no tenemos suficiente producción o actividad de dicha enzima, puede suplementarse, dentro de un tratamiento dietético complejo.

Otras enzimas digestivas pueden ser pautadas por un profesional ante multitud de trastornos, pero siempre previa valoración del paciente concreto y sus necesidades. No debemos creer en modo alguno que son una panacea o solución mágica aunque muchos vendedores de suplementos así nos lo quieran hacer creer. Ni tampoco debemos pensar que cualquier suplemento de enzimas sirve, ya que los hay de muchos tipos.

Y recordemos que antes de la suplementación está siempre la alimentación. Antes de invertir dinero en productos que quizás no necesitas, invierte en un profesional cualificado que te aconseje.

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