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4. Elegir mal lo que bebemos
Es habitual creer que se come bien, y que sea cierto, y que a la vez se esté tirando parte de ese trabajo por la borda porque se eligen fatal las bebidas.
Si tomamos varios cafés o tés al día, y a cada uno le añadimos un sobre de azúcar, y lo mezclamos además con bebida vegetal también azucarada, puede que al final del día nos sorprendiéramos de la cantidad de azúcar añadido que esas inocentes bebidas están aportando a nuestra dieta diaria.
Tampoco los refrescos, ni siquiera los light o zero, son una elección saludable. Ni los zumos, por mucho que esto último le siga sorprendiendo a mucha gente. Los motivos los detallamos aquí.
Y por supuesto, nunca está de más recordar que tal y como insiste la OMS, no existe una cantidad segura de alcohol, y que su consumo se relaciona con el aumento de riesgo de cáncer, enfermedad cardiovascular y otras muchas patologías.
Bebamos agua. Tan simple como eso.