El año o comienzo de curso se empieza haciendo listas de propósitos, así que nosotros no vamos a ser menos. Si la idea es afrontar el año comiendo un poco mejor que hoy, hay cosas fáciles que puedes hacer, y que en un año tienes tiempo de sobras para que se queden como hábito en tu vida.

Si además, aprendes inglés y vas al gimnasio de manera regular, ya te habrás convertido en un humano modelo en el tema propósitos de año nuevo.

8 propósitos para comer mejor todo el año

Echa un vistazo, puede que tu haya alguno que ya lo cumplas.

1. Tomar el café sin azúcar

O cualquier bebida caliente que tomemos, tés, infusiones… si nos gusta muy dulce podemos ir bajando un poquito cada semana. Por ejemplo si le sueles poner dos cucharadas de azúcar, empieza por poner sólo una y media. Luego una y cuarto. Una. En un mes podrías haber bajado de dos cucharadas a media.

No está nada mal, si vas poniendo ese azúcar que ya no te tomas en un bote, te sorprenderás de la cantidad pasados unos días, sobre todo si te tomas más de un café o té diarios.

Recordemos que queremos bajar nuestro umbral del dulzor, por ello no es una buena solución cambiar el azúcar por edulcorantes que sigan manteniendo ese mecanismo de recompensa que nos pide dulce.

2. Una fruta más al día

La fruta es la asignatura pendiente de mucha gente. Por pereza, por no pelarla, porque no suele estar disponible en restaurantes y bares o por no tenerla a mano, se acaba comiendo poca. Añadir una ración de fruta a nuestra alimentación diaria puede ser un propósito excelente para este año.

Y si además lo hacemos sustituyendo algo menos saludable, el beneficio es doble. Si eres de los que se toma un bollo a media mañana, cámbialo por fruta. O el yogur azucarado del postre. O eso que picoteas antes de cenar.

Planea en tu compra semanal la fruta que vas a comprar y déjatela lista cada día, sobre todo si te la tienes que llevar al trabajo.

3. Una receta con verduras nueva a la semana

Incluye en tu compra semanal una verdura que no suelas comprar, busca una receta que la contenga y te llame la atención y pruébala. En un año habrás probado más de 50 recetas nuevas, con que solo diez de ellas pasen a formar parte de tu repertorio habitual, ya será una gran mejora.

Además, irás probando verduras de temporada y descubriendo nuevas maneras de preparar las que ya comprabas.

4. Pasarse al pan integral

Esta parece fácil, basta con elegir el pan que lleve escrito “integral” en el paquete o elegir el más marroncito de la panadería ¿no? Pues no, de hecho en algunas zonas conseguir pan integral de verdad puede ser una verdadera odisea.

Así que localiza un lugar donde vendan pan integral de calidad, y empezar a consumir ese en lugar de cualquier otro, por muchas semillas y avena que tenga, puede ser en algunos casos hasta difícil de cumplir. Siempre queda la opción de tener una panificadora y hacerlo en casa.

Si coméis pan a diario, vale la pena invertir un poco de esfuerzo en este punto.

5. Come legumbres una vez más a la semana

Tanto si eres vegetariano y te pasas días a base de hamburguesas y croquetas veganas industriales, como si llevas una dieta tradicional y no las comes más que dos veces a la semana como mucho. Cambiar una de las ingestas de ultraprocesados o de carne por legumbre siempre va a ser buena idea, para nuestra salud, para el bolsillo y para el planeta.

Aprovechad para aprender recetas diferentes o probar variedades que no hayáis tomado nunca.

6. Leer etiquetas (y entenderlas)

Aunque en este blog hemos repetido muchas veces que lo ideal sería que compráramos el mínimo de productos envasados y el grueso de nuestro carro estuviera formado por alimentos sin etiqueta, lo cierto es que siempre terminamos teniendo que elegir productos envasados, así que por lo menos deberíamos ser capaces de entender el etiquetado y así elegir la mejor opción disponible sin dejarnos encandilar por leyendas de marketing en el frontal del envase.

Hace un tiempo escribí una guía para entender las etiquetas. Si no os acordáis de todo, imprimidlo y os lo lleváis a la compra, en un par de semanas ya no os colarán ni una.

7. Consumir local

Ya que estamos con el etiquetado, fijarnos en el origen de los alimentos también puede ser una buena meta para el nuevo año. A menudo compramos legumbres canadienses, fruta sudamericana o nueces estadounidenses como si no tuviéramos esos productos en nuestra zona.

Y estaréis pensando que este no es un propósito que vaya a mejorar nuestra alimentación ya que al fin y al cabo una lenteja es una lenteja, haya crecido en Castilla o en Minnesota, y es cierto. Pero también lo es que cuidar la sostenibilidad del producto que compramos, cuida del planeta entero y eso repercutirá en nuestra salud y calidad de vida. Por eso comprar local y de temporada es casi un acto político, por un mundo mejor.

Y aquello que sólo haya posibilidad de producirlo lejos, como el café o el cacao, si eliges comercio justo estarás ayudando a que no se empobrezcan zonas ya desfavorecidas para surtir al primer mundo de caprichos.

8. Informarse mejor en temas de alimentación y salud

Creo que este es el propósito más difícil de todos. Y es que hay tanto bombardeo en internet, televisión, libros, revistas… que es muy difícil ser capaz de distinguir la información veraz y de calidad, de las fantasías del gurú de turno o las tontadas del instagramer con miles de seguidores.

En general, está bien desconfiar de aquello que suene demasiado bonito, fácil o milagroso. De aquellos que pretendan vendernos algún producto. De los que tengan una única solución para todo el mundo.

En redes sociales tenemos a gente increíblemente profesional y bien formada divulgando de manera desinteresada, aprovechadlo.

El año que viene me contáis cuantos habéis cumplido y así os preparo propósitos de nivel 2 para el siguiente.

¡Mucho ánimo!