La trampa de la poliamoría

Muchas parejas se lanzan a abrirse sin replantearse las dinámicas de fondo. No dejes que tus relaciones poliamorosas hereden los problemas de las monógamas.

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Katarzyna Grabowska-Unsplash

El amor libre ha existido desde siempre, pero cuando la poliamoría empezó a ponerse de moda, mucha gente asoció la relación en pareja monógama con el patriarcado, y las relaciones abiertas como antipatriarcales o feministas.

De esta manera, mucha gente sintió que para dejar atrás el modelo tradicional debía abrir su pareja y ponerse a buscar más parejas, y así fue como mucha gente se puso manos a la obra para poder vivir cuanto antes la experiencia de tener varios amores simultáneamente.

¿Cuáles son los inconvenientes del poliamor?

En algún momento parecía una obligación: para que nadie te acusase de ser una retrógrada, conservadora o machista, había que esforzarse y complicarse la vida para cambiar de un sistema a otro de manera radical.

Algunos grandes problemas que surgieron fueron:

  • No hay manual de instrucciones: no sabemos cómo cuidarnos los unos a los otros, ni cómo gestionar los celos, ni cómo gestionar los tiempos, ni cómo disfrutar sin hacer daño a los demás. No hemos construido aún una ética de los cuidados en torno a las relaciones abiertas, estamos en pañales y sin herramientas.
  • Por el momento parece imposible construir relaciones poliamorosas feministas: los hombres no sólo tenían seguían teniendo sus privilegios patriarcales, sino que estos aumentaban. Si antes tenían que mentir y ocultarse para tener una vida sexual y amorosa diversa, ahora podían pavonearse abiertamente y mostrar a todo el mundo su potencia viril y sus conquistas, y las compañeras tenían que sonreír e incluso aplaudir a su macho poliamoroso, y llevarse bien con sus nuevas novias.
  • La gente monógama intentó convertirse en gente poliamorosa, con mayor o menor éxito. En algunos casos hubo gente que salió muy herida y sufrió mucho intentando adaptarse a un nuevo modelo cargado de promesas de felicidad y feminismo.
  • La gente poliamorosa se sintió liberada y pudo por fin simultanear varias relaciones sin tener que esconderse o engañar a nadie, pero tuvieron que nadar a contracorriente porque fuera de nuestras burbujas, nuestra sociedad aún no está preparada para las parejas abiertas.
  • Los hombres aceptaron gustosamente la poliamoría para ellos, pero les resulta más complicado respetar la libertad y la diversidad sexual y amorosa de sus parejas, porque no logran asumir los cambios que están experimentando sus parejas, y acaban de empezar a deconstruirse y a trabajarse los patriarcados.

No vale con abrir la pareja: hay que abrirse al cuidado mutuo

La gran trampa de la poliamoría ha consistido en presentarse como la solución o la panacea, y hacernos creer que solo con abrir la pareja, ya estamos derribando los muros del patriarcado y desobedeciendo sus mandatos, cuando en realidad la gran mayoría de las parejas se comportan del mismo modo que se comportaban cuando eran monógamas, y tienen los mismos problemas pero multiplicados por dos, tres o cuatro.

Para la mayor parte de la gente, el amor sigue siendo una guerra, y las mujeres somos las que perdemos, siempre, o casi siempre. No resolvimos aún la forma en que una pareja monógama puede construirse desde la igualdad, el compañerismo, la honestidad, los buenos tratos, la sinceridad, la cooperación, la empatía, la solidaridad. Por eso cuando tenemos varias parejas cometemos los mismos errores, entramos en las mismas dinámicas, y tenemos los mismos problemas a la hora de cuidarnos mutuamente.

Por eso en lugar de crear nuevos mitos o nuevas religiones del amor, lo que tenemos que hacer es despatriarcalizar nuestras relaciones, sean monógamas o poliamorosas, mientras nos despatriarcalizamos a nosotras y a nosotros mismos. Es un proceso largo, pero apasionante, en el que tenemos que poner los cuidados en el centro: los cuidados a una misma, a la pareja o parejas, y a toda la gente con la que nos relacionamos.

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