5 verduras imprescindibles (y cómo hacerlas para que apetezcan más)

Hay verduras, como las coles, que a veces nos causan rechazo por flatulentas o su sabor. Pero si las preparas bien, no tiene por qué ocurrir. ¡Disfruta de la verdura de invierno!

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Coles de Bruselas

Las coles de Bruselas son excelentes como picoteo, plato complementario o verdura principal en nuestras comidas. Y ahora que están en temporada son mucho más pequeñas, prietas y dulces. Si las has probado anteriormente y te han sabido más bien amargas es porque estaban demasiado maduras o un poco pasadas. 

Solo tienes que quitar las hojas exteriores, que estarán un poco más mustias, y hacerlas enteras o cortadas por la mitad o a cuartos (mejor solo por la mitad para que no se desbaraten). Salteadas, dejando que se doren, es la forma más rápida y sencilla.

Con un poco de paciencia, también puedes extraer todas las hojas y hacer chips, como las de kale. Solo tienes que añadir una pizca de sal.
Puedes picar finas las coles de bruselas y usarlas en tus ensaladas, rollitos y sopas orientales, igual que usarías la col o el repollo.

Si quieres un plato diferente, prueba a gratinarlas con una bechamel vegetal, que puedes preparar con bebida de soja y aceite de oliva.

Guarda tus coles de Bruselas en la nevera, en un envase cerrado, y consúmelas lo antes posible (duran unos cuantos días, pero saben mejor cuanto más frescas estén).

Si quieres congelarlas, blanquéalas primero (enteras 2 minutos, cortadas 1 minuto). Te durarán hasta 3 meses en el congelador.

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Repollo

El repollo es de esas verduras que nos pueden durar un montón en la nevera y de las que podemos ir cogiendo poco a poco para cocinar cualquier cosa. Se puede comer crudo, tal cual. La mejor forma de hacerlo es cortarlo por la mitad y después picarlo muy muy fino. Pasa esas tiritas a un colador y lávalas con agua fría. Escúrrelas muy bien y úsalas en ensaladas o platos fríos.

Aprovecha el frío del invierno para hacerte caldos súper sabrosos. No uses verduras con poco sabor (patata, nabo, etc.); en su lugar utiliza repollo. Pícalo fino y añádelo al caldo. Tras unos minutos de cocción el aroma y el sabor cambian: no se nota azufrado, sino más bien dulzón.

Las hojas de repollo se pueden blanquear y usar para hacer rollitos caseros rellenos de lo que queramos. Además tienen buena resistencia (no se rompen fácilmente) y una vez hechos podemos servirlos, pasarlos por la plancha o asarlos al horno sin problema.

La col repollo también se utiliza para hacer chucrut, una delicia fermentada que también podemos comprar ya hecha y añadir a cualquier plato como complemento, y en bocadillos, sándwiches y hasta en cremas de verduras.

Al ir a comprar, si tienes dudas de cómo elegir el mejor repollo, decántate por uno de tamaño medio, que se vea compacto, de color vibrante y pesado para su tamaño. Guárdalo preferiblemente en la nevera.

 

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Col lombarda

Esta col de color morado azulado-rosado sirve para mucho más que para hacer sopa de lombarda.

La lombarda se puede comer cruda, y de hecho aportará un montón de color a nuestras ensaladas y platos fríos. Pícala muy fina y añádela como una verdura más.

Con lombarda podemos teñir arroces y pastas, dándole un color (y sabor) mucho más vibrante. Recuerda que la lombarda es sensible al pH del medio (más ácido, más color rosa). Puedes añadirla rallada o batida a arroces para risotto o junto con el caldo para obtener un risotto rosado o púrpura.

También se pueden usar las hojas para hacer rollitos, blanqueándolas un par de minutos. Como suelen ser un poco más gruesas que las de otras coles, puede que necesites cortar un poco de tallo o nervio central para que no abulte mucho y nos deforme los rollos. Si necesitas cerrarlos con algo, puedes usar palillos o toda la parte verde de las spring onions, blanqueadas 2 minutos (se vuelven más elásticas y podemos anudarlas y todo).

La lombarda también se puede encurtir, y de hecho queda estupenda con otros encurtidos, tanto como aperitivo como ingrediente en sopas, caldos, cremas y guisos.

Elige las lombardas por tamaño y peso, que se vean prietas y pesadas. Guárdalas en la nevera y coge un poco siempre que necesites. Te durará hasta una semana.

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Coliflor

Seguramente pensarás, llegados a esta verdura, que esto es un compendio de verduras que en general causan rechazo (y gases). Lo que pasa es que no las cocinamos bien, como comentaba en las anteriores. La coliflor es de esas verduras odiadas por su olor y textura blanda. Pero puede ser toda una delicia hecha de cualquier otra manera.

La coliflor se puede comer cruda. De hecho quedan estupendos los floretes más pequeños en las ensaladas. Los aliños, y en concreto los ácidos (vinagre, limón, zumo de manzana…) resaltan mucho su sabor suave y su textura crujiente. También se puede rallar para hacer una ensalada de cuscús crudo de coliflor.

En lugar de hervirla, prueba a hacerla a la plancha, salteada, frita o asada. Deja que se dore y añade sal y especias. Tanto la textura como el sabor son mucho más agradables, y ya no digamos el aroma, que pasa de sulfuroso a afrutado y verde.

La coliflor nos puede durar mucho tiempo en la nevera, podemos ir cogiendo floretes siempre que los necesitemos y con ella montar cualquier plato en cuestión de minutos.

La coliflor se puede encurtir, igual que los pepinillos y las zanahorias. De hecho, se vende en algunas tiendas especializadas. La coliflor encurtida es muy crujiente y sabrosa, como los pepinillos y las aceitunas, y acompaña perfectamente cualquier vermú o sobremesa.

Para congelarla, deshazla en floretes medianos y blanquéalos 2 minutos. Te durará unos 3 meses. Eso sí, la estructura se dañará con los cristales de agua que se formen dentro y al descongelar y cocinar la notaremos más blanda. Para que nos quede mucho mejor la coliflor congelada, hazla salteada o al horno.

 

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Acelgas

Las acelgas son verduras muy versátiles, no tenemos que hacerlas siempre hervidas y pasadas. Las hojas de las acelgas se cocinan en un minuto o menos, por lo que debemos separar pencas y hojas y darles a cada una el tiempo de cocción que necesitan.

Las hojas de acelga se pueden blanquear y usar para hacer rollitos, igual que las hojas de la col. De hecho tras el blanqueado nos quedarán unas hojas tiernas pero resistentes y de un color verde brillante muy interesante.

Las pencas, que necesitan más tiempo de cocción, suelen tener hebras duras que hemos de retirar a mano antes de cocinarlas. Aguantan muy bien cualquier tipo de cocción. A mí me gusta usar las pencas más anchas como placas de lasaña (en lugar de la pasta) o asarlas junto con otras verduras (calabaza, patatas, boniatos, etc).

Las hojas se pueden comer incluso crudas. Pícalas finas y añádelas a tus ensaladas o a tus sopas en el momento de servir.

Para unas acelgas más sabrosas, prueba a saltearlas con mezclas de especias como los curries, panch puran, ras-el-hanout, etc.

Cómo hacer las verduras más digestivas y apetecibles

Con el invierno llegan algunas verduras y hortalizas de temporada muy versátiles, tanto por la cantidad de usos que se les puede dar como por lo que nos duran en la nevera.

La familia de las coles, en general, puede ser la estrella de tus platos de finales de otoño y principios de invierno con solo unos cuantos trucos.

Sin embargo, a veces las coles y otras verduras como las acelgas se descartan porque no se saben cocinar bien y entonces el sabor no nos resulta agradable o nos producen efectos indeseados, como los gases.

Por eso vale la pena aprender a utilizarlas y cocinarlas para que nos sienten bien, sepan como tienen que saber y poder disfrutarlas al máximo. No lo dudes: ¡enriquecerán tu menú!

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