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Coliflor
Seguramente pensarás, llegados a esta verdura, que esto es un compendio de verduras que en general causan rechazo (y gases). Lo que pasa es que no las cocinamos bien, como comentaba en las anteriores. La coliflor es de esas verduras odiadas por su olor y textura blanda. Pero puede ser toda una delicia hecha de cualquier otra manera.
La coliflor se puede comer cruda. De hecho quedan estupendos los floretes más pequeños en las ensaladas. Los aliños, y en concreto los ácidos (vinagre, limón, zumo de manzana…) resaltan mucho su sabor suave y su textura crujiente. También se puede rallar para hacer una ensalada de cuscús crudo de coliflor.
En lugar de hervirla, prueba a hacerla a la plancha, salteada, frita o asada. Deja que se dore y añade sal y especias. Tanto la textura como el sabor son mucho más agradables, y ya no digamos el aroma, que pasa de sulfuroso a afrutado y verde.
La coliflor nos puede durar mucho tiempo en la nevera, podemos ir cogiendo floretes siempre que los necesitemos y con ella montar cualquier plato en cuestión de minutos.
La coliflor se puede encurtir, igual que los pepinillos y las zanahorias. De hecho, se vende en algunas tiendas especializadas. La coliflor encurtida es muy crujiente y sabrosa, como los pepinillos y las aceitunas, y acompaña perfectamente cualquier vermú o sobremesa.
Para congelarla, deshazla en floretes medianos y blanquéalos 2 minutos. Te durará unos 3 meses. Eso sí, la estructura se dañará con los cristales de agua que se formen dentro y al descongelar y cocinar la notaremos más blanda. Para que nos quede mucho mejor la coliflor congelada, hazla salteada o al horno.