Se ha comprobado que las afirmaciones positivas poseen un enorme poder terapéutico. Cuando el cerebro ha sufrido daños emocionales, la utilización de estas frases ayuda a reprogramarlo. Si, además, logramos que estas afirmaciones sean lo más personales posible y que la persona las sienta como suyas, el efecto beneficioso se multiplica exponencialmente.

No son un sustituto de la terapia, pero sí que pueden ser un valiosísimo complemento para seguir trabajando, en casa, las ideas vistas en la sesión.

A lo largo de la infancia, los niños reciben miles de mensajes que configuran su cerebro. Cuando estos mensajes son negativos o perjudiciales, perturban la manera en la que perciben el mundo.

De adultos, los niños que han crecido con este tipo de mensajes nocivos, tienen asumidos estos automatismos del pasado. Ante cualquier situación que les recuerde a su programación de la infancia, sin tener en cuenta que sus circunstancias actuales pueden ser muy diferentes, reaccionarán exactamente igual que en su niñez.

Tanto en terapia como en la vida diaria, la utilización de afirmaciones positivas centradas en la persona y en sus circunstancias particulares, ayudan a sanar y revertir los daños del pasado.

Cómo actúan las frases positivas

Podemos ver este proceso con dos ejemplos breves de personas con las que trabajé en terapia.

  • “Vivir con miedo”

Mercedes fue programada, desde su infancia, para vivir con miedo. Para su madre, todo era peligroso, solo veía la parte negativa o arriesgada de lo que hacía su hija. La pequeña Mercedes escuchó miles de veces que “todo es peligroso”, “el mundo es peligroso”.

Trabajando en terapia, comprendió que es normal sentir miedo cuando hay situaciones peligrosas, pero que no hay que tener miedo de todo. Hay cosas buenas en la vida que se pueden disfrutar sin miedo.

Su nueva frase positiva para reprogramarse fue: “el miedo está bien, en su justa medida”.

  • “No sirvo para estudiar”

Otro ejemplo puede ser el de Pedro, quien creció escuchando continuamente mensajes negativos sobre su torpeza y su incapacidad para estudiar. Es cierto que sacaba malas notas en las asignaturas de ciencias, pero es que a él lo que realmente le interesaba era el arte. De hecho, se pasaba todas las horas de clase dibujando en sus libros y cuadernos.

A lo largo de su terapia, Pedro retomó su afición por el dibujo y el cómic y abrió un blog y una cuenta de Instagram donde colgaba las historias que creaba. En muy poco tiempo, comenzó a tener un gran éxito y a recibir encargos de trabajo.

Su afirmación positiva para trabajar fue: “No es necesario ser bueno en todo. Me centro en aquellas cosas que se me dan bien”.

Descubre tus propias afirmaciones positivas

El trabajo para encontrar las afirmaciones positivas más adecuadas para ti, consiste en comparar las ideas nocivas que arrastras del pasado con tu realidad actual y analizarlas desde un punto de vista adulto. ¿Realmente tenían razón los mayores en lo que te decían? ¿Podían estar exagerando? ¿Tenían sus propias carencias que les impedían ver la realidad?

Con la información que obtengas, puedes construir las nuevas ideas para reprogramar tu cerebro. La tarea que queda, ahora, es repetir estas frases, una y otra vez, durante días o semanas, para reforzar este nuevo pensamiento.

Ten en cuenta que estás compensando muchos años de pensamiento negativo y que los cambios no se producen de la noche a la mañana. Recuerda que, cuanto más repitas tus afirmaciones positivas, más peso tendrán para poder reequilibrar la balanza y más rápidamente se convertirán en el nuevo camino que tome tu pensamiento.