El bullying es un complejo fenómeno multifactorial que implica a los alumnos, a las familias, a las escuelas y, en definitiva, a toda la sociedad. No podríamos analizar con rigurosidad el tema del acoso escolar si no desmenuzamos cada una de las partes implicadas, ya que, si nos centramos demasiado en uno de los aspectos, estaríamos dejando de lado a los demás y no tendríamos una perspectiva global.

Cuando hablamos del bullying, la primera imagen que acude a nuestra mente es la de uno o varios chicos, rodeando y acosando a otro más pequeño. Esta es la típica idea que todos tenemos del bullying, pero en este inicio de curso, me gustaría sacar a la luz otro estilo de bullying del que apenas nadie habla. Me refiero a aquellos casos en los que son los propios profesores los que se aprovechan de su situación de poder para acosar y hostigar a los alumnos.

Se podría pensar que esto es algo anecdótico o, incluso, que son escenas de otros tiempos anteriores a la democracia, pero la realidad es que hoy en día, en muchos de nuestros colegios, miles de niños son víctimas de acoso por parte de sus profesores. Por desgracia, no sólo yo, sino también otros muchos compañeros míos, recibimos en nuestras consultas a multitud de familias desesperadas por los malos tratos que sufren sus hijos a manos de algún profesor. Son situaciones extremadamente dolorosas para los niños, ya que les maltrata quien, supuestamente, es el adulto responsable que debería protegerlos.

Por otro lado, también es justo decir que hay maestros y profesores encantadores y empáticos que realmente conectan con sus alumnos y son para ellos una referencia de seguridad. Estos maestros dejan una huella muy positiva en sus alumnos y también tendrán su merecido artículo en esta sección.

Tipos de bullying por parte del profesorado

Creo necesario explicar a qué me refiero cuando hablo de acoso por parte de un profesor. Hay muchas actitudes que, por habituales, pueden pasar desapercibidas, pero que constituyen abuso de poder y bullying. Podemos dividir estas actitudes en tres grandes grupos.

1. Acoso activo

El abuso de poder en nuestros colegios toma muy diversas formas. Son habituales los castigos (individuales o en grupo), dejar si recreo a un niño por cualquier motivo, ridiculizar en público si el alumno no ha traído los deberes, comete algún error en un ejercicio o saca una mala nota. En casos más graves, se ha llegado casos de gritos, golpes en la mesa donde está trabajando el niño o, incluso, lanzarle objetos o pegarle.

Algunas de estas prácticas son tan habituales en la mayoría de los colegios que imagino que a alguien le podría parecer una ofensa llamarlas acoso, pero lo cierto es que la víctima lo vive como tal y que las consecuencias son tremendas para personalidad de los pequeños.

2. Omisión de ayuda

Cuando son otros niños los que acosan, pero el profesor no hace nada por ayudarles o mira para otro lado, como esperando que sean otros los que intervengan. He leído a profesores que pretenden excusarse diciendo que su tarea es formar y no educar, pero yo creo que el colegio debería velar por la seguridad de los alumnos (de todos) y los profesores deberían ser los responsables de proteger a los pequeños durante las horas en las que los padres dejan a sus hijos en sus manos.

3. Encubrimiento

Cuando cualquier miembro de la comunidad educativa (profesores, directores o inspectores) detecta casos de acoso, por propia observación o por quejas de los padres, pero no interviene por una falsa idea de solidaridad o corporativismo con su compañero. Realmente, debe haberse demostrado repetidamente un grave caso de bullying para que la comunidad educativa ponga en marcha el engranaje de sanción para el profesor maltratador.

Soluciones

Evidentemente, éste es un tema muy complejo y no existe una solución fácil. Aún así, me gustaría lanzar un par de ideas sobre las que reflexionar si queremos erradicar este tipo de acoso de nuestros colegios.

  • Por un lado, la selección y la preparación del profesorado deberían estar diseñadas para que fuera una profesión vocacional y realmente se dedique a la formación de los niños quien tenga auténtica pasión por un trabajo tan importante y delicado.
  • Además, debería desaparecer de las facultades de pedagogía, todo rastro de la educación basada en los premios y los castigos, y ofrecer a los estudiantes una visión más moderna que incluyera los actuales conocimientos en neurociencias. Estos estudios nos hablan de la importancia de seguir el ritmo de cada niño y de lo clave que resulta para el aprendizaje el factor emocional.
  • Por otro lado, también se deberían mejorar los mecanismos de control para que estas actitudes sean inmediatamente bloqueadas y la persona causante no pueda estar a cargo de un grupo de niños hasta que haya solucionado sus problemas personales. El mismo Estado, que obliga a los padres a llevar a sus hijos al colegio debería poner todos los medios para proteger a esos niños y evitar que caigan en manos de un maltratador.