Las cinco fases del duelo en una crisis vital

Las cinco fases del duelo no solo se viven cuando fallece un ser querido. También las atravesamos cuando pasamos por una crisis vital que nos produce un profundo dolor: ante un divorcio, una enfermedad grave, un fracaso en el trabajo...

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Elisabeth Kübler-Ross describió, a finales de los años 60, las 5 etapas del duelo en su libro On death and dying. Gracias a la gran difusión que tuvo su trabajo, hoy en día, casi todo el mundo ha oído hablar y sabe las fases del duelo de memoria: negación, ira, negociación, depresión y aceptación.

Es innegable que perder a un ser querido o sentir la proximidad de la propia muerte, nos coloca ante una de las peores crisis que podemos sufrir en nuestras vidas. De hecho, el trabajo y las conclusiones de Kübler-Ross se basaron en las entrevistas que tuvo con miles de personas que estaban viviendo muy de cerca el proceso de la muerte.

Tras esta larga experiencia estudiando la muerte día a día, Kübler-Ross, elaboró esta lista de etapas, dejando bien claro que el duelo es un proceso diferente en cada persona. No todo el mundo pasa por las fases en este orden y no todo el mundo atraviesa todas estas etapas.

¿Se puede atravesar un duelo que no tenga que ver con la muerte?

No solo perdemos experimentamos un duelo cuando fallece un ser querido, también cuando pasamos por una crisis vital que nos produce un profundo dolor al suponer un gran impacto para nuestras vidas. Ante un divorcio, una enfermedad grave, un fracaso en el trabajo, también atravesamos algunas o todas estas fases.

La cuestión que más nos interesa en esta clasificación, es que todo ser humano, al pasar por una crisis vital grave en la que siente sufrimiento, dolor y pérdida, necesita pasar por algunas (o todas) estas fases para sanar emocionalmente. Al final del camino, cuando haya comprendido y asimilado su pérdida, cuando comprenda y acepte su vulnerabilidad, habrá logrado recuperar su equilibrio interno.

El caso de Adolfo y su duelo por la pérdida de un trabajo

Adolfo llevaba viniendo varios meses a terapia por otra cuestión, cuando perdió su trabajo. A pesar de ser un gran comercial, metió la pata en una venta muy importante y su jefe, que veía en él un futuro rival, le despidió.

Estas fueron algunas de las frases de Alfonso en consulta mientras trabajamos su duelo por la pérdida de un trabajo que le encantaba y que además, suponía el único ingreso de la familia.

  • Negación: "¿Qué me ha pasado? No me lo puedo creer. Con lo que le he dado a la empresa".
  • Ira: "Con todo el tiempo que he dedicado a este negocio, todo el esfuerzo que he hecho. Siempre hacía horas extras y no me las pagaban".
  • Negociación: Llamó varias veces a su antiguo jefe y le preguntó: "¿No podríamos vernos una última vez para intentar llegar a un acuerdo?"
  • Depresión: "Me pasé muchos días metido en casa, sin apetito y sin ganas de hacer nada. Solo salgo para venir a terapia porque me ayuda hablar contigo. Pero, no tengo ganas de nada. Me siento hundido".
  • Aceptación: Finalmente, logró empezar a salir de la crisis, aceptar lo sucedido y valorar los posibles aspectos positivos sacando un aprendizaje para futuras ocasiones. Ramón me dijo: "Al final me he dado cuenta de que no estaba tan bien en mi trabajo. El jefe nunca me iba a dejar crecer en la empresa. He hablado con un amigo que trabaja de comercial en otra empresa, le habló de mí a su jefa y ayer me llamó para una entrevista".

El caso de Julieta: la niña que perdió un peluche

Las fases del duelo, también se cumplen en los niños pequeños ante sus propias crisis vitales. Julieta, la hija de tres años de una paciente, siempre iba de viaje con su peluche favorito, un pato al que adoraba y con el que dormía desde que era bebé.

En su último viaje, se olvidaron del peluche de Julieta en la mesa de un bar y cuando fueron a recuperarlo, ya no estaba allí. La niña, al perder su amigo de toda la vida, sufrió mucho y atravesó su propio duelo.

  • Negación: Primer momento de incredulidad. Al no poder recuperar su peluche se quedó parada, bloqueada, no se creía lo que había sucedido.
  • Ira: Durante muchos minutos Julieta lloró de pura rabia. Se mostraba enfadada.
  • Negociación: Julieta no pasó por esta etapa. Quizá es la etapa más racional y es necesario que pasen unos años. Tampoco esta es una situación que se preste mucho a la negociación.
  • Depresión: Durante días, Julieta se acordaba a ratos de su pato, sobre todo en aquello momentos en los que más le echaba de menos, como cuando se iba a dormir. Lloraba y se sentía triste.
  • Aceptación: Finalmente, Julieta comprendió que su peluche no volvería. Poco a poco, aceptó su pérdida y volvió a recuperar su alegría y a dormir con otros peluches.

Como podemos ver con estos dos ejemplos tan dispares, cualquier crisis de nuestra vida, incluso las peores, supone una oportunidad para el aprendizaje y la evolución. De nosotros depende superarla o quedarnos enredados en ella. Como dijo el filósofo griego Epícteto: “Lo que importa no es lo que te sucede, sino cómo reaccionas ante lo que te sucede”.

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