Cuando Inés llegó a mi consulta lo hizo empujada por la desesperación de su familia. En la cita informativa, a la que vino acompañada de su pareja, ésta me contó que Inés casi no dormía, que se pasaba las noches buscando ofertas en páginas de ventas de Internet y comprando.
Lo más llamativo de este caso es que, una vez que llegaban a casa, Inés ni siquiera abría los paquetes, los acumulaba en un cuarto y no volvía hacerles caso nunca más. En su mente solo existía lo próximo que iba a comprar. Inés tenía oniomanía, era adicta a las compras.
¿Por qué las compras pueden provocar adicción?
En nuestra sociedad, consumista y comercial, muchas personas tienen asumida como actividad de ocio familiar el ir de compras. En estas familias, se les transmite a los niños la idea de que divertirse siempre pasa por salir a la calle a consumir. De esta forma, los niños asimilan como natural que el ocio, en vez de una actividad lúdica, es un acto consumista.
Para agravar aún más el problema de las compras compulsivas, la era de Internet ha introducido los centros comerciales en nuestros hogares. Ya no necesitamos salir de casa para comprar, a un golpe de click, las tiendas permanecen abiertas 24 horas al día, los 365 días del año. Además, las campañas comerciales agresivas, como el Black Friday o del Blue Monday, nos animan todavía más a comprar de forma compulsiva, sobre todo, durante las fechas pre festivas de Navidad.
Ante esta vorágine de ofertas, la acción de comprar se ha transformado en una verdadera obsesión para muchas personas. Se calcula que entre un 6% y un 7% de la población padece oniomanía (adicción a las compras).
En los casos más críticos, este acto puede llegar a convertirse en una compulsión imposible de controlar. aunque aún no está incluido en el DSM (el manual de diagnóstico de enfermedades mentales),
¿Cuándo se convierte el comprar en un problema?
Aunque aún no está incluido en el DSM (el manual de diagnóstico de enfermedades mentales), podemos hablar de oniomanía cuando la necesidad de comprar controla a la persona y no es esta quien decide realmente si quiere comprar algo. Para las personas adictas a las compras, el ritual de elegir el producto, pagarlo, cargar con las bolsas (o la espera hasta recibirlo en casa), les induce una especie de trance hipnótico del que no pueden escapar. No compran por capricho sino por necesidad vital, lo que supone un fuerte agravante para su problema.
Tras la compra y el desembolso económico, son frecuentes los episodios de angustia, culpa e, incluso, depresión. La persona es consciente de que tiene un problema, pero no puede hacer nada por evitar caer una y otra vez en su adicción.
En el caso de Inés, su gusto por las compras pasó a ser una adicción cuando el acto de comprar se convirtió para ella en una necesidad emocional perentoria. No compraba los objetos porque le hicieran falta, de hecho, recordemos que cuando llegaban, no abría los paquetes. Inés compraba porque esta acción la sentía emocionalmente imprescindible para poder sobrevivir. Comprar se convirtió para ella en su motor de vida.
Como le ocurre a todos los adictos, Inés tejió una red de mentiras y medias verdades para ocultar su compulsión por las compras. Aunque sabía que tenía un problema, no quería reconocer su adicción. Engañaba a su pareja y familiares, pedía préstamos, apuraba los días de cobro de sus tarjetas de crédito y, no pudiendo hacer frente a los pagos, acabó por endeudarse fuertemente.
¿Por qué nos gusta comprar?
La compras compulsivas funcionan como cualquier otra adicción, proporcionan a la persona un pico momentáneo de hormonas de bienestar y placer, que anula cualquier control de la mente racional.
A un nivel más profundo, podríamos hablar de la función que cumple el comprar como sustituto emocional de necesidades no cubiertas. Igual que en otras adicciones (a sustancias, a comida, a personas, etc.), las compras colman, momentáneamente, el vacío existencial arrastrado desde las infancias no atendidas e inducen a la personas, durante un breve instante, a sentirse plenas. Cuando pasa el efecto analgésico de la compra, la mente les pide más y más, cada vez más, sin encontrar nunca fin.
¿Qué se puede hacer para solucionar la adicción a las compras?
Para poder solucionar definitivamente el problema, se hace imprescindible trabajar el problema de fondo que lleva a la adicción. Cuanto más se trabaja y se sana el vacío emocional que cubren las compras, menos control ejercen estas sobre las personas.
El trabajo con este tipo de adicciones es muy complejo y debe ser abordado también, como lo hicimos en el caso de Inés, desde otro nivel práctico-conductual. En paralelo a la terapia profundo-emocional para trabajar las emociones subyacentes, seguir estos consejos puede ayudar.
- Hacer listas de necesidades y presupuestos cerrados: respetarlos y no salirse del límite que la persona se marque.
- Visualizar el dinero. Las tarjetas de crédito o las compras digitales no permiten visualizar realmente cuánto dinero se gasta y favorecen el descontrol. Siempre que sea posible, lleva dinero en metálico para poder apreciar la cantidad real.
- Programa actividades de “ocio sin compras”. Es necesario romper con la costumbre de comprar cada vez que se sale a la calle. Existe un gran número de actividades que se pueden realizar de forma gratuita y que suponen un respiro para el alma y el bolsillo.
Inés, tras trabajar muy duramente en terapia, logró no solo dejar de comprar compulsivamente, sino sanar una infancia profundamente dolorosa en la que el desamparo emocional había sido la mayor constante de su vida.