¿Estás persiguiendo tus verdaderos sueños?

Es posible que tus deseos y tus metas en la vida, en realidad, deriven de tus carencias o miedos. Para conectar con tus verdaderos sueños deberás liberarte de los patrones dañinos de tu pasado.

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En ocasiones nos enfocamos con todas nuestras fuerzas en lograr un objetivo, un sueño, pensando que su consecución nos hará felices. Lo creemos de verdad, sentimos que lo necesitamos y luchamos por ello poniendo todo nuestro empeño. Sin embargo, cuando logramos conseguir estos sueños, muchas veces nos seguimos sintiendo mal, vacíos e insatisfechos.

Esto sucede porque los anhelos y deseos de nuestro verdadero yo siguen sin estar satisfechos. En realidad, los objetivos –logrados con tanto esfuerzo– no eran los que nuestro yo más profundo necesitaba cumplir. Eran unos falsos deseos engañosos inducidos por nuestros patrones insanos, arrastrados desde nuestro pasado.

El verdadero quid de la cuestión no está entonces en saber si podemos cumplir nuestros deseos (ya sabemos que con la motivación adecuada esto, casi siempre, es posible) sino en discernir si los sueños que estamos persiguiendo son, realmente, los nuestros. Quizá no sean más que el fruto de nuestros miedos y/o de nuestros patrones negativos. ¿Cómo saberlo?

Calibrar la brújula de los sueños

El poder de la mente humana es inmenso. Bien enfocada, puede ayudarnos a superar grandes obstáculos en nuestras vidas para lograr, por complejos que sean, muchos de nuestros objetivos. Eso sí, debemos hacer que la mente se enfoque en conseguir alcanzar las metas que realmente nos van a hacer felices.

Anhelos como “ser aceptado por los demás”, “ganar más dinero que nadie de mi familia” o “que mi marido no se separe de mí”, son sueños reales que persiguen muchas personas pero, desde un punto de vista psicológico, distan mucho de ser objetivos saludables.

Tal vez, durante un tiempo, estos falsos sueños proporcionen un alivio momentáneo a la angustia. Sin embargo, a largo plazo, jamás son fuente de su felicidad.

Un continuo malestar puede ser señal de que nuestra brújula no está calibrada y nos empuja a desear cosas que no tienen nada que ver con nosotros, con nuestro auténtico yo.

Para poder conectar con lo que realmente deseamos, debemos liberarnos, en primer lugar, de nuestras carencias. Para hacerlo, debemos comprender su procedencia y las razones por las que ejercen tanto poder sobre nosotros. Solo entonces seremos completamente libres y podremos enfocarnos y luchar por un objetivo real que nos ayude a ser más felices y a estar más conectados con nosotros mismos.

Si realmente estamos sintonizados con nuestros deseos auténticos, comprobaremos que los bloqueos desaparecen y que todo empieza a moverse en la dirección correcta.

El caso de Clara y su meta insana

Clara acudió a mi consulta para sanar su relación de pareja. Tenía un novio muy celoso que le había prohibido hablar con otros chicos. Le vigilaba el móvil e, incluso, la había obligado a borrar de sus contactos a sus antiguos amigos.

Ella había soportado los celos de su novio sin darle mayor importancia. Al principio de su relación no lo interpretaba como algo negativo: lo veía más bien como una prueba de su amor por ella. Pensaba que él la estaba cuidando.

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Poco a poco, la situación fue haciéndose insostenible. Cuando Clara comenzó a protestar, el novio se enfadó y amenazó con dejarla. Ante la advertencia de su pareja, la joven sintió un miedo terrible a quedarse sola, por lo que puso todos los medios a su alcance para “arreglar” la relación.

Como vemos, Clara estaba inmersa en una relación tóxica con un celoso enfermizo que la controlaba y coartaba su libertad. Aunque no lo veía.

El miedo a quedarse sola le impedía ver con claridad y le hacía desear algo totalmente tóxico para ella: el mantener viva su relación con su pareja.

Comenzamos a trabajar con terapia su miedo a la soledad, que procedía de su infancia. Desde que era muy pequeña, cuando todavía no había cumplido ni los cinco años de edad, su padre y su madre la dejaban muchas noches sola para salir de copas. La pequeña pasaba esas noches aterrorizada. Ya de adulta, Clara arrastraba un profundo sentimiento de desamparo y soledad.

En su proceso terapéutico, Clara comenzó a ganar confianza en sí misma y en sus capacidades. Cada vez se veía más capaz de conseguir un trabajo, de ganar su propio dinero, de tomar sus propias decisiones y de comprender la soledad desde otro punto de vista. La soledad de una mujer adulta e independiente no es la misma que el desamparo de una niña abandonada.

También fue viendo con otros ojos la relación con su novio. Cuanto más conectada estaba consigo misma, más cuenta se daba de lo tóxica que le resultaba esa pareja. Ya no le parecía tan buena idea luchar por esa relación.

Al desaparecer el miedo a quedarse sola, Clara comprendió que su deseo por estar con su novio no era un deseo auténtico, sino que estaba basado en sus propias inseguridades. Cuando pudo conectar consigo misma y con sus auténticos deseos, fue ella la que decidió poner fin a esa relación y alejarse de todas las personas tóxicas que tenía a su alrededor.

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