Cuando hablamos de traumas emocionales, automáticamente, solemos pensar en experiencias terribles vividas en la infancia, sin embargo, no todos los traumas se generan en nuestros primeros años de vida. Personas sin traumas infantiles significativos, también pueden quedar profundamente marcadas por gravísimos sucesos ocurridos en su vida adulta. Esto es lo que les sucede, por ejemplo, a las personas que sufren TEPT (Trastorno de Estrés Postraumático).
Es lo que le ocurrió a una de mis pacientes, Paula. Ella tuvo una infancia feliz, sin grandes problemas, creció rodeada de una familia que la quería y la cuidaba. Pero, a los 28 años su vida se desmoronó. Camino del trabajo, sufrió un accidente de tráfico que no solo casi le costó la vida, sino que además, dejó en sus piernas secuelas permanentes.
Cuando vino a consulta, 10 años después del accidente, Paula aún seguía despertándose con pesadillas en mitad de la noche. Según me comentó, no podía dejar de recordar y revivir, a diario, aquel fatídico momento que cambió su vida.
Revivir el momento traumático sin parar
El TEPT se genera cuando la persona sufre una fuerte reacción de estrés tras vivir un suceso especialmente intenso y desagradable, como puede ser un atraco con violencia, una violación, un accidente, una experiencia de parto negativa, un secuestro, etc.
Tras una experiencia de este tipo es normal sentir altos niveles de estrés.
Cuando la persona no logra procesar lo sucedido y, pasados unas semanas o unos meses, sigue presentando estos mismos altos niveles de ansiedad, se puede diagnosticar el TEPT.
La persona sufre TEPT vive en un continuo estado de ansiedad y alerta. En cualquier momento puede rememorar su trauma y experimentarlo (física y emocionalmente) de nuevo y con especial intensidad, como si realmente estuvieran viviéndolo otra vez.
Un clásico ejemplo lo podemos encontrar en los veteranos de guerra. Algunos de ellos se muestran muy susceptibles ante ruidos como golpes, petardos o cohetes, puesto que les retrotraen, automáticamente, a la terrible experiencia vivida tiempo atrás.
Bloqueos relacionados con la experiencia estresante
Suele ser habitual que personas que sufren TEPT eviten las situaciones relacionadas con su trauma. Paula, por ejemplo, no había vuelto a conducir desde su accidente. Tras mucho esfuerzo, había conseguido subir como pasajera en un coche, pero solo si lo conducía su hermana, la única conductora con la que se sentía segura.
A pesar de esta confianza, cada ocasión en la que tenía que montar en coche le generaba una gran ansiedad y lo evitaba siempre que podía. Como comprenderéis, esta restricción le acarreaba grandes dificultades en su día a día.
Cumpliendo otra de las características habituales del TEPT, Paula sentía que se había quedado bloqueada en la experiencia de su accidente. No conseguía avanzar en sus proyectos personales.
Me decía que sentía que su vida se había detenido aquel día, una y otra vez, lo revivía en bucle.
Una idea que la atormentaba y que no lograba acallar era que “había destrozado su vida por culpa de un despiste de una décima de segundo”. Repasaba obsesivamente la noche del accidente y fantaseaba sobre cómo habría cambiado todo si hubiese hecho, de forma diferente, tal o cual acción. Cuando tenía un “día malo”, como ella decía, perdía las ganas de vivir e, incluso, había llegado a pensar en el suicidio.
Cómo superar el Trastorno de Estrés Postraumático
El tratamiento del TEPT es complejo y suele requerir, en un principio, la combinación de la psicoterapia con medicación para calmar los altos niveles de ansiedad que vive la persona. Debido a que el trauma se originó en un estado emocional muy intenso, para lograr una sanación tanto a nivel físico como a nivel emocional, es necesario utilizar, durante un largo período de tiempo, una combinación de técnicas terapéuticas diferentes.
Además, el daño es tan profundo que puede quedar cierto tiempo, tras el tratamiento, un pequeño remanente de ansiedad ante ciertas situaciones especialmente estresantes para la persona. En estos casos, siempre se puede trabajar para que esta ansiedad no afecte al desempeño de la vida cotidiana.
En el caso de Paula, trabajamos durante meses para poder ubicar su trauma en el lugar adecuado. Es decir, como una experiencia de su pasado que le había dejado secuelas físicas permanentes, pero que no era un obstáculo inamovible que podía bloquear, de por vida, su presente.
Tras un tiempo, consiguió reducir su nivel de ansiedad y comenzó a ir en coche con otros familiares o amigos de confianza.
Finalmente, como reto personal, se propuso volver a conducir para recuperar su autonomía. Doce años después, en el aniversario de su accidente, logró dar una vuelta con el coche y llegar hasta un centro comercial cercano a su vivienda.