El miedo a la soledad es un miedo a enfrentarte a ti mismo.
Al silencio.
Porque en el ruido no nos pensamos a nosotros mismos.
Porque con tanto estímulo es imposible saber qué sentimos de verdad.
Nos da miedo estar solos y solas porque eso nos conecta con nuestra desaparición.
Porque entonces podemos empezar a escuchar el paso del tiempo.
El tic tac interior.
El sonido constante en nuestro cuerpo yéndose poco a poco.
El miedo a la soledad es un miedo inútil.
Porque siempre estamos solos en nuestras cabezas.
Porque nadie puede habitar nuestros pensamientos más que nosotros.
El miedo a la soledad es un miedo a no tener un reflejo.
A no ser nadie si nadie nos mira.
A no poder construirnos bajo la aceptación del otro.
A ser un fantasma deambulando por el mundo.
No tengas miedo a estar solo o sola.
No hagas cualquier cosa por no quedarte solo o sola.
Porque solo desde la aceptación de lo finito podemos apreciar de verdad la vida por lo que es.
Cada rayo de sol y cada sorbo de agua y cada rama desatada por el viento.
No temas a no tener esa brújula que son los demás.
Porque todos y todas vamos al mismo norte.
Y lo significativo.
Lo que de verdad importa.
Es disfrutar del viaje.
Hasta el final.