Hay personas que no saben querer sin manipular.
Sin que de manera sutil consigan que hagas lo que ellas necesitan o desean.
Porque no saben y no quieren perder.
Hay personas que te chantajean todo el rato con retirarte su cariño si no claudicas y no las obedeces.
Y hay muchas formas.
Muchas maneras de amenazar.
El enfado es una de ellas.
Esa tensión en el ambiente, ese espacio raro, ese tiempo detenido y viscoso que lo inunda todo, simplemente porque no pasas por el aro.
Y por no enfadarlas.
Por miedo a su enfado.
Dejamos de hacer algunas cosas que nos hacían felices y empezamos a hacer otras que detestamos.
Nos perdemos en el otro.
Desaparecemos.
Hay personas cuyas pretensiones parecen prioritarias.
Que no conciben el mundo sin que todo salga según lo previsto por ellas.
Que usan el amor y en su nombre anulan al resto.
Porque si no lo haces es que no me quieres.
Pero eso no es querer
De hecho eso es lo contrario a querer.
Porque cuando tú quieres a alguien quieres que sea libre.
Quieres que se exprese, se desarrolle y crezca.
Quieres que sea él o ella misma.
Porque querer es aceptar y respetar.
Querer es lo opuesto a querer cambiar a nadie.
Y si no te gusta la manera de ser de la persona que tienes al lado.
Si no te agradan sus gustos o su aspecto.
Vete.
Pero no intentes que sea lo que no es.
No intentes que odie quién es para complacerte a ti.
No manipules, ni chantajees.
Porque eso es de cobardes.
Sé valiente.
Y di adiós.