La sororidad es la posibilidad que tiene una mujer de ayudar a otra mujer.
De acompañarla.
Y entenderla.
La sororidad es un corte de manga al patriarcado.
A ese que te ha enseñado que tienes que competir con otra mujer.
Que tienes que envidiarla.
Que tienes que verla como una enemiga.
La sororidad es dejar a un lado el odio aprendido.
Es ver a una hermana en vez de a una desconocida.
Es comprender que ella también comparte tus mismos miedos.
La sororidad es la capacidad que tiene una mujer de adherirse a una causa común llamada mujeres.
Una causa que restablece los buenos tratos.
El cuidado y los afectos.
La sororidad, como casi todo, es siempre una elección.
Tú decides si juzgas a otra mujer por ser libre.
Si la atacas con cuestiones como la maternidad.
Si la responsabilizas de cosas que no son su culpa.
Si la insultas por cómo viste o por su estilo de vida.
Si la intentas derribar.
Si le haces la vida más difícil como si no tuviera ya bastante con el machismo.
O si decides abrazar.
Porque la sororidad es una construcción conjunta.
La defensa de un lugar femenino en la humanidad.
Hacer invencible a otra mujer.
Con tu amor.
Cuando todos te jaleaban.
Para que la destrozaras.