En Aragón se dice que la palabra dada vale más que el papel firmado. Se trata de ser de fiar para los demás, pero también de ser fiel a uno mismo, al propio entorno familiar pasado y futuro, y entender que la sinceridad es una base de la convivencia y de la salud.
Lo peor del mentiroso es que se cree su propia mentira y acaba engañándose a sí mismo; no solo está él enfermo por ver mal la realidad, sino que genera enfermedad a su alrededor.
La sinceridad no consiste en insultar ni en contar chismes del prójimo, sino en ser sincero con uno mismo, vivir la propia realidad, ser transparente y cumplir la palabra dada. Se puede ser sincero guardando secretos y respetando la intimidad, y reconociendo nuestros límites y los de los demás.
Para una buena convivencia
La honestidad u honradez es el valor de decir la verdad y ser razonable, justo y honrado. Consiste en actuar de acuerdo con lo que se piensa y siente. Ser franco, actuar respetando las normas acordadas entre todos, es uno de los valores más importantes de una personalidad saludable en su relación con el entorno y con los demás.
Ser sincero comporta respetar la realidad y la verdad de los demás, y abrirse a la creatividad, saber que nuestra verdad es limitada y que vivimos en un universo cuyos límites no conocemos.
La visión de la honestidad en distintas tradiciones
En todas las tradiciones se mantiene esta norma de honestidad como pieza básica de la moral o la ética que ayuda a la convivencia. En la tradición china la honestidad con uno mismo va unida a la honestidad con los antepasados, la familia y sus normas; la empatía lleva a hacer o decir aquello que mantiene el honor familiar.
El yoga, en sus principios del yama, enseña a buscar la verdad, no mentir y ser fiel a nuestra conciencia. Es una espiritualidad de pensamiento, acción y palabra.
Entre los samuráis la honestidad está en su código de respeto: el simple hecho de hablar inicia el acto de hacer. Hablar y hacer son la misma acción. Si dicen que harán algo, es como si ya estuviera hecho: nada los detendrá.
En nuestra tradición se dice que la verdad nos hace libres y más sanos física, psicológica e intelectualmente.
Will Schutz nos advierte, en La opción de la verdad, de que concentrarse en engañar y esconder, recordando a quién se le ha dicho qué y quién no debe saber qué, es malgastar tiempo, dinero y salud. De hecho, cuando cada uno expresa su verdad, se reduce el número de errores, pues cada uno dispone de información más fidedigna sobre lo que está sucediendo.