Un análisis de sangre no te da todas las respuestas. Es solo una herramienta complementaria del diagnóstico y es importante delimitar los resultados teniendo en cuenta los datos que puedan aportar otras pruebas, junto a nuestro historial médico y cómo nos encontramos.
De todas formas, sí nos proporciona información útil y saber cómo interpretar sus diferentes partes nos ayudará en ese sentido. Para ello nos hemos de fijar en seis apartados básicos:
Los 6 componentes clave de un análisis de sangre
Serie blanca
El análisis especifica la cantidad de glóbulos blancos o leucocitos detectados. Los leucocitos son las células encargadas de las defensas del organismo.
Se identifican hasta cinco tipos: neutrófilos, eosinófilos, basófilos, linfocitos y monocitos, y el valor total agrupa la suma de todos ellos.
Valores normales*: entre 4.000 y 10.000/mm3*.
Su déficit puede indicar un sistema inmunitario bajo o una infección.
Serie roja
Los glóbulos rojos o hematíes se ocupan del transporte de la hemoglobina y el oxígeno en el organismo.
Valores normales*: entre 4 y 5,2 millones por mm3.
Las cifras bajas pueden indicar anemia.
Serie plaquetar
Las plaquetas son células encargadas de la hemostasia, de los mecanismos de coagulación que cierran los vasos sanguíneos.
Valores normales*: oscilan entre 140.000 y 450.000 /mm3.
Indicadores del metabolismo
Son pruebas bioquímicas que indican un adecuado o incorrecto funcionamiento orgánico. Muestran los niveles de glucosa, colesterol, triglicéridos...
Glucosa
La glucosa mide la cantidad de azúcar que circula por la sangre. El nivel de glucosa también se denomina glucemia.
Valores normales* oscila entre 70 y 110 mg/dl.
Colesterol
Se considera que la cifra óptima total se sitúa por debajo de 220 mg/dl y que por encima son niveles elevados de colesterol.
El colesterol "bueno" (HDL) debe ser superior a 40 mg/ dl, el colesterol "malo" (LDL) debe ser inferior a 130 mg/dl.
Triglicéridos
Forman parte de las grasas, sobre todo de origen animal.
Valores normales*: no deben superar los 200 mg/dl.
Las cifras son orientativas.
Otras pruebas que facilitan el diagnóstico
1. Microbiología
Las pruebas de microbiología y citología se usan generalmente ante el malestar del enfermo y la sospecha de una infección o tumor. Los exámenes directos recomendados son de piel, tracto genital femenino, prueba de graham para oxiurasis y sedimento de orina. l
Las tinciones inespecíficas, como la de gram, ayudan al diagnóstico de presunción y orientan sobre la actitud terapéutica; y algunas pruebas serológicas, como la prueba rápida de la reagina plasmática (RPR), el test de aglutinación para brucella mellitensis (TABM) y el rosa de bengala poseen una elevada sensibilidad, y su positividad conduce a decisiones terapéuticas que no conviene diferir.
Las pruebas inmunológicas que deben ser accesibles son la serología de lúes, VIH, toxoplasma, rubéola, marcadores de la hepatitis B, brucelosis y fiebre tifoidea. También cultivos y antibiogramas de orina.
2. Cultivo vaginal
Se investigan gérmenes patógenos, trichomonas, cándidas, gonococo, gardnerella, enterobacterias, etc. En embarazadas también se controla la presencia de estreptococo grupo b.
3. Métodos diagnósticos de química seca
Entre las pruebas más aceptadas se incluyen las tiras para medir la glucosa en sangre capilar, las tiras reactivas multiparámetro de orina, la detección del antígeno estreptocócico, así como las pruebas para uretritis gonocócica, clamidias y otras infecciones de transmisión sexual (ITS), las tiras de medición del colesterol en sangre capilar, microalbuminuria.
4. Analítica de orina
Con esta prueba se analizan, entre otros, los parámetros de la glucosuria, la cetonuria y la proteinuria.