No, no estamos a tiempo de evitar el calentamiento del planeta. Está en marcha, pero podemos reducir su intensidad y adaptarnos a tiempo a las consecuencias de lo que sucederá. A largo plazo, quizá podemos soñar, solo soñar, con revertir el proceso, aumentar la fijación del carbono y reducir su concentración en la atmósfera del CO2 desde las 415 partes por millón actuales a las 350 de 1988.
Las consecuencias del calentamiento ya las conocemos: subida de las temperaturas, sequías y fenómenos meteorológicos extremos, como los huracanes e inundaciones que han arrasado Honduras; disminución de la producción agrícola, extensión de enfermedades tropicales, pérdida de biodiversidad, y muchas otras. Por efecto dominó, cada uno de los efectos directos del cambio climático provoca más pobreza, migraciones y crisis políticas.
La salud es una de las víctimas del cambio climático. Como depende en buena medida de la armonía entre nuestro organismo y su entorno físico, cuando éste se tambalea, nosotros podemos caer. Por eso, cuidar nuestra salud no se limita a elegir bien los alimentos, mantenerse en equilibrio emocional, descansar y mantener el cuerpo en forma. Tenemos que cuidar del planeta entero.
Por supuesto que las decisiones más eficaces competen a los gobiernos, pero todos tenemos que comprometernos. La pandemia del COVID-19 nos ha enseñado que podemos hacerlo. Ahora sabemos que lo más importante no es subirse a un avión o a un coche para hacer turismo en cuanto tenemos la oportunidad, o ir de compras cuando no lo necesitamos, sino conservar la salud, gozar de la compañía de las personas que queremos y sentirnos seguros.
En Cuerpomente encontrarás muchas ideas para luchar contra el cambio climático. 2019 fue el año del despertar climático, con Greta Thumberg y los jóvenes como protagonistas. En 2021, pase lo que pase con la COVID-19, tenemos que volver a pensar y actuar sobre el clima. Si no podemos acudir a manifestaciones, siempre podemos elegir lo que comemos de manera que nuestra alimentación no contribuya al cambio climático. Al comprar, podemos hacerlo responsablemente, prefiriendo los productos ecológicos y de proximidad (no solo los alimentos, sino cualquier producto). Podemos reducir nuestro consumo energético.
Preocuparse por el cambio climático y actuar no es una molestia, no es una carga, no es aburrido. Al contrario, nada produce más satisfacción que hacer lo correcto. ¿Nos ponemos manos a la obra?
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