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Escribir para superar el sufrimiento

Lo que leo en Mente Sana me ayuda, pero el daño que he sufrido durante mi vida me puede, por mucho empeño y ánimo de médicos, abogados y trabajadores de Asuntos Sociales. Me dicen que debo escribir, por mí, por todo el dolor que mis propios familiares me han causado y me están causando, por esta historia de maltrato, y porque dicen que puedo ayudar a otras mujeres. No sé por dónde empezar.
Rosa, Valencia

  • Escribir sobre la propia vida tiene a menudo un gran poder terapéutico. Es un modo de catarsis, de sacar afuera lo que dentro genera tensión y malestar. Con frecuencia, también nos ayuda a entender, a conectar episodios de nuestras vidas que nos parecían inconexos o inexplicables.
  • Por otra parte, saber de las experiencias difíciles que ha atravesado una persona puede ser de mucha utilidad y consuelo para otros. Así se pueden aprender nuevos enfoques, al mismo tiempo que sirve de ayuda para no sentirse solo, pues al leer se comprueba que alguien más está en el mismo camino. Para quien escribe, hacer algo útil con lo que ha sufrido suele ser un modo de dar sentido a esas arduas vivencias.
  • Respecto a cómo empezar, tenemos dos sugerencias:
    1. Empieza por el principio, por tu infancia, contando sobre tus primeros recuerdos, y ve avanzando sobre la línea temporal de tu vida.
    2. Lee memorias. Hay muchas autobiografías interesantes que, además de entretenerte y enseñarte cosas, podrán darte algunas ideas sobre cómo encarar esta nutritiva tarea.

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Afrontar una entrevista sin miedo

Se me hace cuesta arriba enfrentarme a las entrevistas de trabajo. Aunque mi currículum es bueno, temo parecer tonta porque me pongo a temblar y hablo con muy poca seguridad. Sé que la primera impresión tiene mucho valor y me temo que yo necesito un tiempo para que me conozcan. ¿Qué me podéis aconsejar?
Julia, Madrid

  • En todas las situaciones de ansiedad anticipatoria, el intento de evitar la situación temida no hace más que engrandecerla ante nuestros ojos y, en consecuencia, alimenta el miedo.
  • Nos parece una buena idea que, en lugar de forzarte para que aquel frente a quien estás no piense que eres tonta, hagas el ejercicio de preguntarte: “¿Y qué sucede si piensa que soy tonta?”. Una vez que hayas encontrado algunas respuestas, intenta pensar cómo responderías en cada caso. Porque lo que puede darte cierta calma no es tener la seguridad de que conseguirás dar la impresión de alguien segura y capaz (¿quién podría asegurártelo?), sino saber que, si no lo consigues, puedes lidiar con ello.
  • Por eso, una buena estrategia suele ser no intentar disimular, porque eso aumentaría la tensión interna y alimentaría el feedback ansioso. En cambio, puedes comenzar con una especie de amortiguador: “Suelo ponerme nerviosa en una primera entrevista” o “Estoy un poco tensa porque este puesto es muy importante para mí”, algo que te ayude a sentirte bien. De este modo, la tensión puede disminuir y es posible que eso te permita desenvolverte mejor. Muchas veces, ante quien usa esta técnica, el entrevistador acaba diciendo: “Pues yo no te he visto muy nerviosa”.

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Una convivencia imposible

Adoro a mi pareja. Con nosotros vive su hijo de 22 años y una hija mía de 16. Me es imposible convivir con él porque es un mantenido, desordenado y muy muy dejado. Mi hija no quiere estar en casa porque no lo aguanta. Discutimos mucho y me estoy planteando irme.
Cristina (e-mail)

  • La que nos cuentas es una situación difícil. Y poniéndonos a discutir sobre quién tiene razón no adelantaremos mucho.
  • Creemos que habrá que comprender que lo que es suficiente para construir una pareja puede no serlo para construir una familia. Desafortunadamente, parece vuestro caso. Que tú adores a tu pareja y él a ti no implica que desees vivir con su hijo si no te agradan sus formas. Pero no se le puede forzar a aceptar tu estilo de educación si a él no le convence. Tampoco es justo que tú pierdas tiempo compartido con tu hija.
  • En suma, quizá haya que aceptar que lo mejor (o lo menos malo) sea disolver la convivencia, lo que no implica disolver la pareja. Si sois capaces de respetar las diferencias de criterio sin enojaros, podréis encarar este proceso y que vuestra relación sea saludable y gratificante.

Envíanos tu consulta a mentesana@rba.es y la trataremos en los próximos consultorios.