1. Vacaciones colaborativas
Viajar aportando horas de trabajo a cambio de alojamiento amplía el aprendizaje de la experiencia. Esta alternativa al viaje turístico nos conecta con la realidad del entorno y de la comunidad que se visita.
Descubrir paisajes naturales o pasar unos días de desconexión en mayor contacto con la tierra a cambio de trabajar en una granja o de ayudar en la restauración de una casa de campo… es la opción que escoge mucha gente joven porque les permite vivir nuevas experiencias, conocer el mundo rural desde la colaboración y hacer un montón de amigos.
Pasar dos semanas en una aldea remota de los Alpes suizos, adonde no llegan los coches ni hay wifi, está al alcance de cualquiera que esté dispuesto a trabajar duro unas horas al día. Martina Bonet lo tuvo claro cuando le ofrecieron la posibilidad de viajar hasta la idílica Suiza para realizar trabajos de restauración en un centro de terapias alternativas.
"Las condiciones de vida eran muy sencillas. No había luz y solo una cocina de leña. El propietario nos cedió una casita y le ayudábamos a construir una terraza, a buscar leña, pintar, hacer pan… Estábamos perdidos, sin móvil ni whatsapp, y era genial porque no tenía ninguna preocupación. Cargábamos unos troncos enormes por unos caminitos casi imposibles, pero después de tantos días de desconexión no quería irme de allí".
Uno de los trabajos que más se reclama en este tipo de viajes es la ayuda en las labores del campo. Hasta La Alpujarra se fue Nora Lacasa con la idea de aprender sobre cultivos. "Trabajábamos 3 o 4 horas diarias quitando malas hierbas y plantando lavanda y lechugas. Dormíamos en una yurta y nos pareció una experiencia maravillosa. Por las noches podíamos ver las estrellas desde la cama. El paisaje era increíble y vivirlo de una forma tan auténtica me hizo disfrutarlo más. Ya he vuelto varias veces tras esa experiencia."
Viajar por el mundo
Las organizaciones como Service Civil International (SCI), con financiación del Consejo de Europa, tienen como objetivo promover la cultura de la paz permitiendo el trabajo conjunto de jóvenes de diferentes nacionalidades. Se tiene que pagar una cuota de unos 130 euros y cuenta con un seguro básico que cubre la estancia, pero no el viaje.
La World Wide Opportunities on Organic Farms (conocida como Wwoof) ofrece la oportunidad de trabajar en granjas orgánicas en todo el mundo.
HelpX amplía su foco al mundo agrícola en general, el agroturismo e incluso albergues y barcos. Se trabaja de media unas cuatro horas, aunque algunos anfitriones piden solo dos horas por el alojamiento.
Viajar a cambio de trabajo resulta muy sencillo, pues las ofertas se multiplican a través de todo tipo plataformas de conexión entre viajeros y anfitriones. Eso sí, hay que pagarse el viaje. Trabajar por el mundo es un buscador de ofertas de trabajo variopinto donde es posible encontrar oportunidades como alojarse en un monasterio nepalí a cambio de enseñar inglés.
2. Pasión por los animales
El turismo ornitológico crece en España y constituye una buena oportunidad para el desarrollo rural cuando se planifica con criterios de respeto por el entorno. En Gran Bretaña, Alemania y Holanda, países con una gran conciencia conservacionista, los aficionados al birding (salidas para avistar aves) se cuentan por cientos de miles. En el caso de la Royal Society for the Protection of Birds británica (RSPB), cuenta con nada menos que 1.200.000 socios.
En España, los turistas están descubriendo muchos lugares excepcionales para el birding más allá de Doñana, como por ejemplo Monfragüe, en la provincia de Cáceres. Este es precisamente uno de los destinos que recomienda Javier Rico, un apasionado de las aves que asegura que siempre que viaja, sea donde sea, procura no olvidar sus prismáticos ni las guías por si surge alguna oportunidad: "Recomiendo Monfragüe por la importancia de las especies que puedes ver en poco tiempo. Descubrir de repente un águila imperial, una cigüeña negra, un buitre negro, un alimoche… Eso lo puedes disfrutar en una mañana".
Los que aman el "pajareo" se comunican incluso por Twitter con la etiqueta #DePajareo para comentar las especies que encuentran y los lugares. Preguntamos a Javier qué engancha de los viajes ornitológicos: "Muchas cosas, pero principalmente que las aves son muy vistosas, en el sentido literal de que son bonitas, de colores, grandes y pequeñas, y se ven mucho. Lo bueno que tienen es que necesitas poco para que te puedan encantar. Para ver cuatro mamíferos salvajes, te las ves y te las deseas, mientras que, para ver cuatro especies de aves, das un paso y ya las tienes. Ahora mismo hay volando por todos sitios golondrinas, gorriones, mirlos…".
Otra de las razones por las que a Javier le gusta esta actividad es por lo imprevisible: "No sabes lo que te vas a encontrar. De repente, miras para arriba y ves una cigüeña negra o un paso alucinante de grullas que no te esperabas. Y ahí está lo interesante del pajareo".
Los habitantes del cielo
Doñana (Andalucía) es el gran refugio del sur de Europa para las aves, pero su atractivo depende de la época. El Parque Nacional de Monfragüe (Extremadura) ha adquirido tal importancia ornitológica que lo visitan turistas de todo el mundo y cuenta con la Feria Internacional de Turismo Ornitológico.
El Delta del Ebro es otro punto de interés para amantes de las aves. "El Delta del Ebro me encanta porque es un sitio donde encuentras gran variedad de especies –explica Javier Rico–. Vas al Delta sur y te 'hinchas' de ver gaviotas Audouin. Vas al norte y vas viendo más moritos, calamones… tiene muchos sitios diferentes con especies muy variadas".
La laguna de Gallocanta (Aragón), las marismas de Santoña y Noja (Cantabria)… la guía Dónde ver aves en España, de Jose A. Montero Calvo, recoge los cien mejores lugares por comunidades.
Seo/ Birdlife es la organización a la que dirigirse para todo tipo de información ornitológica.
3. Viajar sin contaminar
Para Mikel y Rosa, de Bizibidaia (Donostia), la bicicleta aporta la velocidad justa para poder apreciar la naturaleza con la vista y con el olfato, a la vez que avanzan más rápido. "Imaginad una carretera de costa en Nueva Zelanda. A la derecha se elevan altas montañas con sus cumbres nevadas y, a la izquierda, cientos de leones marinos, un litoral repleto de naturaleza viva, toneladas de algas… Era como pedalear por el interior de una gran postal", cuenta la pareja.
Por ese tipo de sensaciones planean sus vacaciones por el mundo en bicicleta. "Bicicleteros" hasta la médula, empezaron a viajar con sus hijos en 2006 con la vuelta a Euskal Herria. En enero realizaron su octavo recorrido, por Senegal-Gambia. "Si tenemos que unir bici y naturaleza, elegimos el que hicimos por Nueva Zelanda. En otros lugares, hemos tenido algún encuentro curioso: en Gambia, nos encontramos un cocodrilo en el camino igual que aquí vemos lagartijas. Para nuestros hijos fue una gran ilusión".
Josep Reig es otro entusiasta de disfrutar de la naturaleza al ritmo tranquilo del pedaleo: "Pasar por un bosque en silencio con olor a tierra mojada y con frescor, aún siendo verano, no tiene precio. Cuando ves en la lejanía una montaña que se va acercando, tienes tiempo de ir viendo poco a poco su relieve, estudiarla, interiorizarla…".
Josep lleva unos 23 años viajando en bici, y hace seis él y su pareja sumaron a sus hijos en esta aventura. "La vivencia en bici es mucho más intensa. Puedes oír, oler e incluso casi tocar lo que te rodea. Todos los viajes tienen su encanto. Recuerdo los espectaculares paisajes de los Highlands escoceses, las islas Aran en Irlanda, la variedad natural interminable de Nueva Zelanda, la imponencia de muchos rincones cuando cruzas los Pirineos desde el Atlántico hasta el Mediterráneo o los preciosos puertos de Beceite".