Empezó a estudiar la gratitud después de trabajar con niños de la calle en India, Argentina y Brasil.

"Me llamó la atención que se sentían felices, mientras en Francia veía a niños siempre quejosos. Me di cuenta que la diferencia era que los niños de la calle tenían facilidad para agradecer todo lo que la vida ponía a su disposición. La educación también me influyó. Antes de ir a dormir, mis padres nos motivaban para que valoráramos lo bueno que hacían por nosotros las personas que teníamos alrededor", me cuenta Rébecca Shankland.

Es psicóloga y profesora de la Universidad de Grenoble Alpes (Francia), donde investigó los efectos de la psicología positiva. Ha comprobado que saber dar las gracias, sentir el agradecimiento, puede mejorar nuestra vida. En Los poderes de la gratitud (Plataforma) explica cómo cultivarla.

Cuidar la relación con los demás

—El filósofo Andrés Sponville define la gratitud como una fuente de alegría. ¿Usted cómo la define?
—Para mí la gratitud es una emoción intensa que nos acerca a los demás y mejora nuestras relaciones.

Cuando nos sentimos agradecidos, uno se admira y sorprende de la bondad de los humanos y desea compartir esa alegría con quien lo ha hecho posible.

Si agradezco a alguien lo que ha hecho por mí, esa persona querrá conocerme mejor y la relación se volverá más profunda. Cuidar las relaciones con los demás —lo más importante de la vida— aumenta la autoestima y la confianza en uno mismo, y contribuye a dar sentido a la vida.

—En las escuelas también ha fomentado el desarrollo de la gratitud entre los niños.
—Sí, propusimos un ejercicio en clase, incluso entre niños y niñas de cinco años, y comprobamos que sus relaciones mejoraron notablemente. Al final del día cada alumno expresaba lo que más le había gustado y se daba las gracias a alguien por ello. Resultaba muy emotivo escuchar a las maestras explicar que después de que un niño hubiera dado las gracias a otro por algo, ambos jugaban mucho mejor juntos. Se reforzaba su relación. Para las maestras también resultó muy motivador porque niños y niñas les agradecían lo que hacían y eso les devolvió el sentido a su trabajo.

La gratitud ayuda en los momentos difíciles

—Cuando estamos deprimidos, ¿podemos mantener la capacidad para agradecer?
—Sí, es posible. Pedimos a personas que habían sido sometidas a una operación de corazón y presentaban síntomas ansiosos y depresivos llevar un diario de gratitud. Cuando el corazón falla uno se siente traicionado y se comporta de manera tiránica tanto con su entorno familiar como con el personal sanitario. Tras llevar este diario de gratitud, las enfermeras comentaron que estas personas se mostraban mucho más amables y atentas.

—Y eso ya cambia la relación entre las enfermeras y los pacientes.
—Se daban cuenta de los esfuerzos que hacía el personal sanitario por cuidarlas, mientras que antes no paraban de pulsar el botón de asistencia. Algunos de mis colegas propusieron llevar un diario de gratitud a personas ingresadas por intento de suicidio. El relato de uno de los participantes fue muy emotivo: "Desde la primera noche ya noté los efectos del diario de la gratitud. Estaba en el parque del hospital cuando se sentó a mi lado una persona y se puso a hablar conmigo. Fue como si de pronto descubriera que las relaciones sociales existían. De la noche a la mañana mi sentimiento de soledad había desaparecido al orientar la atención hacia el hecho de que los humanos existen y las relaciones se pueden crear rápidamente".

—¿Cultivar la gratitud desarrolla la resiliencia?
—La gratitud es una emoción positiva y las emociones positivas nos ayudan a gestionar mejor la dificultad porque amplían nuestra percepción de la realidad. En contraste, una emoción negativa tiñe toda la realidad de ese color y la memoria únicamente confirma lo que estamos viviendo de negativo.

Una visión más equilibrada de los problemas

—¿La gratitud hace que tu diálogo interior sea diferente?
—Si me digo "soy un inútil" voy a recordar solo aquellos momentos en que he fallado y si alguien frunce el ceño lo interpretaré como que está pensando que soy un inútil. Las emociones positivas en cambio amplían el campo de lo posible y llevan a contemplar la realidad de manera más equilibrada. Observamos el problema y nos decimos: "Bueno, tengo recursos para afrontarlo", lo que despierta la esperanza y el optimismo. Desarrollar la gratitud también tiene un impacto a largo plazo en la prevención del malestar y del burn out.

—¿Qué ejercicios propone para beneficiarnos de los poderes de la gratitud incluso cuando estamos estresados?
—La gratitud es una emoción muy intensa y por eso intimida. En un entorno laboral propusimos instalar pizarras de la gratitud. Las personas practicaban la gratitud escribiendo el nombre de la persona a quien querían agradecer algo de manera que no tenían que hacerlo ante ella, sino que podían hacerlo de forma anónima. Constatamos que esta práctica les encantaba hasta el punto de que las personas se iban a tomar té o café ante la pizarra para leer lo que ponía. Contaban que les entraban ganas de hacer lo mismo que había hecho la persona cuyo nombre estaba escrito en la pizarra.

Si se pudiera desarrollar más la gratitud en el marco laboral, se produciría un enorme cambio social.

—¿Mejoró realmente la relación entre los trabajadores?
—Se generaron comportamientos altruistas, lo que es muy importante en las relaciones laborales, que constituyen una de las primeras causas de sufrimiento.

Enseñar a los niños a ser agradecidos

—¿Y cómo ayudar a los niños a desarrollar la gratitud?

—Desarrollando su empatía con observaciones como: "¿Has visto el esfuerzo que ha realizado la abuela para tejer tu jersey?", o "¿Has visto el entusiasmo con que te entrena tu profesor de tenis?". Al poner el acento en la intención de los demás resulta más fácil sentir el agradecimiento.

Los padres y los profesores enseñamos a los niños a mostrarse educados y a decir "gracias" pero no a sentirse agradecidos.

¿Qué más podemos hacer?
—Al acostarlo, podemos repasar junto al niño o la niña las cosas positivas que ha vivido. Al principio les puede resultar difícil relacionar lo que les ha pasado con las personas que lo han hecho posible, pero los padres pueden ayudar a establecer esta relación. "¿Qué es lo que te ha gustado hoy?", podemos preguntar. "Me ha encantado la clase de guitarra". Entonces podemos decirle: "Ah, pues tengo ganas de dar las gracias a tu profesor porque te enseña muy bien".

—Y de alguna manera sienten que los demás van a apreciar y agradecer lo que ellos hagan.
—Poco a poco toman conciencia de lo que significa ponerse en el lugar del otro y el escuchar a los padres dar las gracias les ayuda a crear nuevas formas de relación. Animamos a los padres a dar las gracias a sus hijos, que también se mostrarán más agradecidos con nosotros. Se desarrolla un círculo positivo.

Todas las religiones cultivan la gratitud

—¿Diría que la gratitud tiene una dimensión espiritual?

—A mí me lleva a sentir que todos estamos unidos unos con otros como humanidad y, además, unidos con la naturaleza. Podemos notar los efectos positivos del contacto con la naturaleza, por ejemplo el goce de contemplar un pájaro o los árboles… Está el agradecimiento hacia la naturaleza. Me encanta tomar té verde y pensar en las personas que lo han plantado y lo han recogido o en las que han creado la taza de cerámica... Uno se da cuenta de que no somos unos seres superiores destinados a explotar el planeta sino que formamos parte intrínseca de la naturaleza. Para mí ese es el aspecto espiritual de la gratitud: desarrollar el sentimiento de conexión con todo aquello que está vivo.