A sus 84 años, Satish Kumar,desborda energía y le acompaña siempre una acogedora sonrisa. Tal vez haber renunciado a su casa, su madre y sus hermanos con tan solo nueve años, para convertirse en monje jaina, le haya dado esta capacidad de agradecer lo que le brinda cada momento.

Nació en Dungargarh (India) en 1936. Fue monje jaina, fundó y todavía dirige el Schumacher College, dirige la revista Resurgence & Ecologist… Confiesa que aprendió a confiar en la humanidad durante los casi 13.000 km de la Marcha por la Paz (contra las armas nucleares) que le llevaron de Nueva Delhi a la tumba de John F. Keneddy en 1962. Reside en Inglaterra desde el año 1973.

Entrevistamos a Satish Kumar en Barcelona, a donde acudió para difundir el mensaje de su libro Simplicidad elegante (Icaria, 2018).

"Nuestra sociedad nos educa para trabajar, pero no nos enseña a vivir"

—¿Es realmente posible simplificar nuestro estilo de vida?

—Precisamente porque tenemos un mundo complicado y un modo de vida estresante es más necesario que nunca empezar a simplificarlo. Al final, la vida trata sobre todo de ser feliz, y el estrés, el exceso de ocupaciones y obligaciones y no tener tiempo para nada está reñido con la felicidad. La simplicidad es requisito imprescindible para ser feliz.

Pero además nos enfrentamos al reto del calentamiento global por la contaminación y los desperdicios que generamos y solo podremos revertirlo con una vida más sostenible.

—Es lo razonable…

La simplicidad crearía también una sociedad más justa, la opuesta a la actual, en la que solo unos pocos (europeos, americanos, japoneses, chinos, unos cuantos en la India y unos cuantos en África) tienen muchísimo mientras los demás no poseen casi nada.

La simplicidad es esencial para la felicidad, para el futuro del medio ambiente y para una sociedad mejor. Es el reto más importante de nuestro tiempo.

—Pero, ¿cómo convencer a los ricos para que cedan su riqueza?

—Incluso las personas más ricas desean la felicidad. Hay que preguntarles: ¿Realmente tener tantos bienes materiales –que os quitan tiempo para caminar, escribir, leer, estar con vuestra pareja y vuestros hijos– os da la felicidad?

Las personas ricas sufren escasez de tiempo y pobreza espiritual. La cuestión es si prefieren el bienestar material y seguir siendo pobres de espíritu o simplicidad material y riqueza espiritual.

—¿No es pregonar la pobreza?

—Cuando hablo de simplicidad no quiero decir pobreza, sino un estilo de vida más bello, consciente y elegante. Actualmente, por producir más sacrificamos la belleza en el vestir, en la comida, en los edificios… Hay que ser conscientes de ello y tender a la simplicidad mental, física y espiritual, y para conseguirlo, la educación es fundamental.

—¿Es lo que enseña en el Schumacher College, la universidad que fundó en el año 1990?

—Enseñamos ciencias holísticas, economía holística y diseño ecológico. Todos los estudiantes participan en las tareas de cocinar, cultivar y limpiar la casa, y meditan cada día.

En nuestra sociedad se nos educa para encontrar un trabajo, pero no se nos enseña a vivir. Así, en lugar de vivir, trabajamos. Trabajamos demasiado, gastamos demasiado y tenemos demasiado. Lo que propongo es: trabaja menos, gasta menos, posee menos y disfruta más de lo que tienes, que es mucho.

—Es un buen programa…

—En el mundo no falta de nada, pero eso no significa que haya que poseerlo todo. Es importante dedicar tiempo a disfrutar de la naturaleza y crear con nuestras manos en lugar de comprarlo todo. La educación debería enseñar cómo construir una casa, cómo cocinar, cómo hacer muebles, cómo pintar cuadros…

Somos hacedores, artistas, y no meros consumidores. Cuando creas algo con tus manos, estás creando belleza. Si hubiera más artistas y artesanos, gozaríamos de mayor calidad y belleza en todos los ámbitos.

—¿Y qué papel desempeña la meditación en esta transformación?

—Solo con tiempo para mí puedo averiguar quién soy y cuál es mi propósito en la vida. Es lo que nos ayuda a determinar la meditación al invitarnos a mirar hacia nuestro interior, al contrario de lo que fomenta la sociedad, que nos lleva a poner nuestra atención siempre en el exterior.

También es simplicidad recuperar la conexión con uno mismo para descubrir cómo vivir y cómo devolver al mundo todo lo recibido: un cuerpo, un idioma, una cultura, la música, el arte, la naturaleza, el sol, los árboles, los frutos, el agua, una casa...

—¿Cómo se consigue?

—La pregunta que hay que hacerse es: ¿Cuál va ser mi contribución al mundo para agradecer todos estos regalos? El universo se rige por un continuo movimiento de dar y recibir; sin embargo, la mayoría de personas se dedica a recibir sin dar nada y cuando dan es a cambio de dinero; es decir, de recibir más.

Enseñamos y curamos por dinero mientras que el objetivo de nuestro trabajo debería ser ofrecer nuestro regalo personal al mundo. El autoconocimiento que facilita la meditación permite descubrir quiénes somos y qué hemos venido a dar, para que nuestro interior esté más en armonía con la vida exterior. Porque el interior y el exterior son dos caras de la misma moneda.

—¿Y cuál es su contribución?

Mi vida cotidiana está llena de simplicidad. Tengo unos acres de tierra y me dedico a cultivar manzanas, fresas, arándanos, tomates, patatas, espárragos, cebollas, zanahorias… Me fascina coger la tierra, tener las semillas entre las manos y contemplar su crecimiento. La observación de este proceso me llena de satisfacción. Siendo agricultor es fácil vivir con simplicidad.

Me gusta mucho cocinar. Hago pizzas con las cebollas del huerto, con los tomates… Horneo mi propio pan, hago mi pasta... Y además doy clases y escribo artículos o libros. Soy vegetariano y ayuno. Muchos días no desayuno y, desde las siete de la tarde (cena), no como nada hasta el mediodía del día siguiente.

—¿Es importante ser vegetariano para vivir con simplicidad?

—Sí. Además de saludable, una dieta vegetariana es más sostenible. Los alimentos derivados de los animales requieren más recursos y terreno para producirse. Seguir una dieta vegetariana reduce el riesgo de obesidad y de enfermedades en general y te permite tener mayor vitalidad, más energía.

Una dieta vegetariana es mejor para el cuerpo y para el espíritu. En la escuela me preguntan: "¿Cuál es tu animal favorito?". "El elefante", contesto porque, aunque enorme, es vegetariano. "¿Cuál es tu segundo animal favorito?", me preguntan. "El caballo, porque es vegano y sin embargo rebosa poder y fuerza", respondo. Al igual que estos animales, los humanos no necesitamos comer carne para sentirnos fuertes y con energía.

—¿Qué creencia importante habría que modificar para desarrollar un mundo más sostenible?

—Dejar de creer que los seres humanos somos diferentes de los árboles, montañas, ríos, océanos, animales… Humanos y naturaleza somos uno, no existe separación. Es algo que los niños y las niñas deberían aprender desde la infancia. Así evitarían contaminar el aire y llenar los océanos de plásticos, dejarían de deteriorar los bosques, de ser crueles con los animales… Solo con esto ya se podrían conquistar numerosos beneficios para el planeta.

—Con la perspectiva de sus 82 años, ¿qué nos aconseja tener siempre en mente?

—Después de sentirnos uno con la naturaleza, resulta vital dejar de comportarnos como turistas para ser peregrinos del mundo. Los turistas solo buscan satisfacerse a sí mismos, mientras que los peregrinos celebran lo que se les brinda.

Un peregrino acepta sin tener ninguna expectativa; en contraste, el turista tiene tantas expectativas que nunca queda satisfecho ni celebra nada. Mediante la simplicidad que propugno podremos convertirnos en peregrinos porque, además de práctico, mi libro es espiritual.

—¿Es optimista respecto al futuro?

—Sí. Estamos todavía a tiempo de cambiar. Tenemos poco tiempo, pero disponemos ante nosotros de una ventana abierta, una oportunidad. Por eso he escrito este libro: para despertar conciencias y decir al mundo: "¡Aprovechemos esta oportunidad! Si no lo hacemos, pronto será demasiado tarde".