Valerie Mason-John, o Vimalasara (como también se la conoce), nació en Cambridge y creció en orfanatos, marcada por diferentes acontecimientos traumáticos. A los 13 años, intentó quitarse la vida en dos ocasiones y a los 15 la encerraron en la cárcel por pequeños robos.
Pese a las dificultades, consiguió ir a la universidad y hacer una carrera brillante como periodista, aunque los traumas seguían latentes y la llevaron a la adicción, hasta que el budismo y la meditación la salvaron.
Hoy, Valerie da cursos de prevención de recaídas en la adicción centrados en la atención consciente.
Superar las adicciones con la ayuda de la meditación
—¿Cómo fue ese encuentro con la meditación que la salvó?
—En aquel momento yo tenía 26 años y era una periodista reconocida enganchada a la cocaína y al champán, algo que llevaba en secreto, pero lo peor es que también sufría bulimia y anorexia.
La adicción de comer y vomitar era muy difícil de soltar. Estaba atrapada por las sensaciones de la purga, porque alteraba mi estado mental y corporal, y además, cuando vomitaba, purgaba también el abuso sexual del que había sido víctima.
Estaba en un círculo traumático muy fuerte. Pero entonces descubrí la meditación. Tenía amigos que meditaban y me animaron. Mi primera experiencia alteró positivamente mi mente y quise volver a encontrar ese estado de nuevo.
—¿Se enganchó a la meditación?
—Totalmente. Era gratuita, legal y no perjudicaba a la salud.
Pude asistir a un retiro de meditación de una semana y durante ese periodo vi que no necesitaba comer y purgarme, pero al salir me compré un helado enorme y volví a las andadas. Sin embargo, pude darme cuenta de que meditando podía abstenerme de mi adicción.
—¿Entendió qué se escondía detrás de su adicción?
—Sí, una gran falta de amor y la necesidad de hacerme visible. Sentía un gran odio hacia mi madre (me maltrataba y la juzgaron por ello), pero ese odio en el fondo era hacia mí misma.
—Hoy todo el mundo es un poco adicto: al consumismo, Internet, chocolate… ¿Pero cómo llega uno a la adicción que impide hacer vida normal?
—Las personas acaban teniendo adicciones porque se alejan de su propia experiencia. En algunas ocasiones se alejan de experiencias dolorosas.
Por ejemplo, un joven que es tímido toma una cerveza por primera vez y después de esto se siente más confiado y capaz de comunicarse con los demás, es más sociable…
Esto puede hacer que el alcohol se convierta en un hábito incontrolable porque lo tiene a mano en fiestas, con los amigos.
—¿De dónde viene la vulnerabilidad?
—Cualquier adicción procede de una experiencia traumática del pasado. De adultos, se disparan los sentimientos de vulnerabilidad, se reestimula algo que ocurrió en el pasado.
—¿Cuáles son los puntos fuertes de la "atención consciente" para recuperarse de los actos compulsivos?
—La clave del mindfulness es la respiración. Aprender a respirar con conciencia.
Debemos llevar nuestra atención al abdomen y las fosas nasales, luego expandimos la sensación de la respiración por todo el cuerpo. Cuando puedes ser consciente de tu cuerpo, de tus emociones y pensamientos, puedes estar en tu propia experiencia.
Y cuando eres capaz de estar con tu propia experiencia puedes hacer elecciones sabias. Realmente enseñamos a la gente a respirar de nuevo.
La segunda herramienta es el amor y la amabilidad. Enseñamos a las personas a prestarse atención a sí mismas, a darse cariño y apreciación, y a aceptarse, algo que a quienes transitan por la adicción les suele costar.
Meditar no es una panacea, pero ayuda enormemente
—También pone énfasis en cuatro recordatorios budistas para afianzar los beneficios de la meditación…
—Estos recordatorios sirven para despertar y empezar a aceptar que esta vida nos traerá sufrimiento, pero que podemos ir moldeándola para que nos aporte mayores logros.
El primer recordatorio es que la vida es preciosa; es decir, que somos afortunados por haber nacido como humanos; el segundo, que la muerte es inevitable y que nada permanece, de modo que debemos aprovechar al máximo nuestra existencia; el tercer recordatorio habla de que nuestras acciones tienen consecuencias positivas y negativas.
Si prestamos atención a nuestras acciones podremos ver si estas promueven la armonía en nuestra vida y en la de los demás o si nos conducen a la infelicidad, creando sufrimiento adicional. Y el cuarto recordatorio hace alusión a que el sufrimiento y la insatisfacción forman parte de la vida humana, es algo universal.
Mi libro de recuperación en ocho pasos enseña a vivir de una forma distinta; el camino de salida del ciclo de la adicción.
—¿Los resultados obtenidos son duraderos o se dan muchas recaídas?
—La meditación tiene un gran impacto en las adicciones, pero no es necesariamente una panacea.
Se puede utilizar como un complemento médico, por ejemplo para las personas que van a alcohólicos anónimos, ya que realmente aporta herramientas para trabajar dentro de los programas de recuperación.
Es decir que algunas personas pueden hacer el curso de mindfulness para la recuperación de las adicciones, pero tener la aproximación de alcohólicos anónimos, o ayuda psiquiátrica o de psicoterapia.
Un ejercicio muy efectivo para evitar pensamientos negativos es poner la cabeza hacia arriba y mirar el cielo azul. Cuando tenemos pensamientos negativos, este acto contrae y captura la mente.
Otra práctica es ver qué sensaciones, emociones y pensamientos surgen y centrarse en la respiración después de escanear cada pensamiento o emoción, dejándolos ir.
Podemos comenzar haciendo este ejercicio durante unos 10 minutos.
—Es miembro de la orden budista Triratna. ¿Es necesario conectar con la propia espiritualidad para tener una vida plena?
—Hoy, aparatos como el ordenador o el móvil nos apartan de hacer una vida más mística, más divina. El teléfono se ha convertido en el nuevo cigarrillo…
Pero aun así, todo el mundo busca poner un significado en su vida para sentirse bien. Incluso las personas más enfadadas y con más odio. Necesitamos tener una conexión con la espiritualidad. Esto se puede conseguir también a través de los animales, del contacto con la naturaleza…
—Recomienda cantar mantras para conectar de inmediato con la propia espiritualidad…
—A veces necesitamos algo más que la ayuda de la respiración. Entonces, podemos cantar mantras para apartarnos del pensamiento tóxico obsesivo. Son sílabas secretas sagradas.
Es un tipo de vibración energética que purifica el corazón y protege la mente de la ira, el odio y el miedo. Recitar mantras como "Om" o "Om Mani Padme Hum", o la simple frase "Me amo a mí misma" contribuye a atraer paz y alegría a nuestra vida y hacer que nuestro cuerpo se sienta vivo.
Valery Mason-John es periodista, miembro de la orden budista Triratna y coautora del libro Mindfulness y las adicciones (Iluss Books, 2015), con el psiquiatra Paramabandhu Groves, director de Breathing Space, área de salud y bienestar del Centro Budista de Londres.
Sus duras experiencias personales la han llevado a escribir siete libros y a hacer de la enseñanza de la meditación en la atención plena su aportación para vencer las adicciones.