Anne Marie Bonneau decidió sumarse al movimiento Residuo Cero casi por instinto. En 2011 empezó a evitar los plásticos para contaminar menos y, con el tiempo, acabó proponiéndose no generar ningún tipo de residuo. Era lo que después le pedía la lógica.

El camino de reducir la basura que generamos no es sencillo, especialmente cuando la sociedad te incita a todas horas a consumir y te ofrece todo tipo de alimentos preparados y bienes de consumo supuestamente pensados para ponerte la vida más fácil y ahorrarte tiempo.

Pero hacerlo es posible y cada vez más personas lo demuestran. Anne Marie Bonneau trabaja como editora, pero se define también como zero waste chef, una chef de residuo cero. Y es que ella decidió empezar su plan residuo cero por la cocina.

En su blog anima a la gente a seguir sus pasos y ofrece semanalmente sus mejores consejos para conseguirlo. Reducir su basura a la mínima expresión no solo le ha permitido disminuir su huella ecológica, sino que le ha acercado a un estilo de vida mucho más natural, relajado y lleno de descubrimientos.

La chef "zero waste" que no genera basura

–Mucha gente podría pensar que pasarse al residuo cero es dejar de usar plástico, pero va mucho más allá. ¿Qué implica la opción de "residuo cero"?
–Para mí, residuo cero significa no enviar nada al vertedero. Significa no llevar prácticamente nada a reciclar, porque ya no compras nada que vaya en un paquete o envoltorio que deba ser reciclado. Y significa hacer compost con las sobras de los alimentos, pero solo después de haber aprovechado hasta el más mínimo pedazo.

Es similar a prescindir del plástico, pero va más allá. Implica que tu comida nunca debería generar residuos. En el vertedero, todo está tan amontonado que a los restos de comida no les llega oxígeno, con lo que las bacterias anaeróbicas se ponen a trabajar para descomponerlos. Esto libera gas metano, que es varias veces más prejudicial que los gases de efecto invernadero.

Además, malgastar la comida supone malgastar también todos los recursos que se invirtieron en producirla: el agua, la energía, la tierra, la mano de obra…

–¿Qué te llevó a decidirte a eliminar la basura de tu vida?
–En 2011, después de leer sobre los devastadores efectos que tiene el plástico en los océanos y en la vida silvestre, decidí prescindir del plástico.

A raíz de aquello quise reducir, dentro de mis posibilidades, mi contribución a ese desastre. Y la lógica me acabó llevando al siguiente paso (o al medio paso que me faltaba): reducir mi basura a cero.

–¿Por qué te centras en la basura que generas en la cocina? ¿Es más fácil empezar por ahí?
–Antes de empezar con todo esto, yo ya no era muy consumista, así que la mayor parte de la basura que generaba procedía de la cocina. Creo que le pasa a la mayoría de la gente. Soy capaz, por lo tanto, de prescindir de muchas cosas y hace tiempo que tiendo al minimalismo (¡salvo por los libros!). Pero todo el mundo necesita comer...

Empezar por la cocina no diría que sea el camino más fácil. De hecho, creo que es el que más te exige. El grueso de nuestra basura, como decía, sale de ahí.

Para tirar menos plástico, empecé a comprar más en el mercado local, a proveerme de lo básico en tiendas donde podía comprar a granel y a preparar yo todo en casa (siempre lo había hecho, pero se podría decir que ahora me he vuelto bastante radical en eso). Dejé de comprar cosas envasadas y enseguida me di cuenta de que en la práctica eso suponía dejar de comer alimentos procesados.

–La naturaleza no genera residuos. Todo se reutiliza o recicla. ¿De qué formas puede sernos útil la naturaleza como modelo para reducir la basura?
–¡Este es un tema precioso! No verás nunca a un pájaro volando y dejando caer basura por todas partes. Y nosotros formamos parte de la naturaleza, no somos algo desconectado de ella ni tampoco estamos por encima.

Antes de dejarme tentar por algo en una tienda, me pregunto: ¿cómo me desharé de esto cuando ya no me sea útil? Las cosas no desaparecen por arte de magia. Cuando tiras algo, va a parar a algún sitio. De lo que se trata es de intentar no comprar nada de lo que luego te tengas que deshacer.

"Antes de dejarme tentar por algo en una tienda, me pregunto: ¿cómo me desharé de esto cuando ya no me sea útil?"

Esto se traduce, por ejemplo, en comer de temporada, una manera más sana y natural de comer. Si compras alimentos fuera de temporada, probablemente habrán viajado miles de kilómetros para llegar hasta ti. ¡Es de locos! Además, los alimentos que son de la estación saben mejor, son más nutritivos y salen más baratos.

Hay que intentar cerrar el círculo. Yo compro la comida en el mercado local, uso los recortes y descartes de las verduras para hacer caldo y, después, una vez tengo el caldo, pongo esos restos en la compostadora. Con el compost enriquezco el suelo y cultivo nuevas plantas.

–¿Qué te resultó más difícil cuando emprendiste este camino hacia el residuo cero?
–Lo que más me costó fue no generar basura con los productos de higiene personal: la pasta de dientes, el desodorante y el champú. Ahora hago mi propio dentífrico y desodorante. Y el pelo o bien me lo lavo con bicarbonato de soda y luego me aclaro con vinagre (hago yo misma el vinagre), o bien con un champú que compro a granel.

Mi hija adolescente se niega a utilizar el bicarbonato y el vinagre, así que tengo que comprar champú “de verdad” para ella.

Esto me lleva al siguiente aspecto que me ha resultado difícil. Me he ido dando cuenta estos años de que el mayor reto de reducir tu basura a cero es la gente. Mis seres queridos, aunque no se quejan demasiado de mi estilo de vida, no lo han vivido con el mismo entusiasmo que yo.

Cuando convives con otras personas, tienes que llegar a algún tipo de acuerdo y ceder en algunas cosas, sea porque has decidido eliminar tu basura, hacerte vegano o practicar una religión que los demás no suscriben.

Otra dificultad con la que me encontrado es la inherente incapacidad que tenemos como seres humanos para ser perfectos. Así que le digo a la gente que simplemente intente hacerlo lo mejor posible. La incapacidad de ser perfecto te puede llevar a la parálisis y a no hacer nada. El avance es mejor que la perfección.

–¿Has logrado reducir literalmente a cero la basura o hay algún tipo de residuo que no hayas logrado eliminar?
–En casa bebemos leche de pasto y con los lácteos aún generamos algún residuo. Las botellas de vidrio retornables tienen una pequeña anilla de plástico que no puede reciclarse.

Me gustaría que utilizaran un cierre de papel, como las que tenían las botellas cuando mi madre era niña. Mi sueño es algún día montar mi pequeña granja en casa y criar yo misma unas pocas cabras, por la leche y el queso.

–¿Cómo ha afectado todo esto a otros ámbitos aparte de la cocina?
–He mencionado antes la higiene personal: en este sentido, uso lo mínimo. Mi rutina de belleza es hacer yoga por la mañana, bien temprano. Y me dejo las canas, mi color natural, porque no tengo tiempo ni ganas de librar una batalla que tengo perdida de antemano.

En cuanto a la limpieza, utilizo bicarbonato de soda y vinagre casero para limpiar el baño y la cocina. El detergente para la ropa y el lavavajillas los compro a granel. A veces incluso los hago yo.

También compro ropa de segunda mano y arreglo la ropa cuando es necesario, o la llevo a arreglar. Reparar y mantener mis cosas me evita generar basura… ¡y me ahorra dinero!

–En esto de eliminar la basura parece haber mucho de aprender por el camino. ¿De qué descubrimientos personales te sientes más satisfecha?
–Creo que lo que más he disfrutado ha sido ver que puedo ir encontrándole un uso a todo y que ahora soy más independiente. Había reciclado y hecho compost durante muchos años. Pero hoy soy capaz de ver que cualquier cosa es un recurso, y lo utilizo todo.

Antes de comprar algo, intento ver si no puedo hallar una solución con lo que tengo en casa. Y normalmente la encuentro. En cuanto creemos que necesitamos algo, recurrimos casi sin pensarlo a los bienes de consumo: estamos mal acostumbrados.

Lo que más he disfrutado ha sido ver que puedo ir encontrándole un uso a todo y que ahora soy más independiente.

Personalmente, por otro lado, creo que lo que más feliz me hace es haberme dado cuenta de que me encanta enseñar. Ahora doy clases de fermentación, enseño a elaborar pan con masa madre, cerveza de jengibre, kimchi… ¡Y me apasiona!

Además, la gente quiere saber y así depender menos de la industria alimentaria. En tan solo unas generaciones hemos perdido un montón de habilidades que nuestras abuelas sí tenían. Estoy reaprendiéndolas y trato de compartir ese conocimiento con los demás.

–Recomiendas, al principio, centrarte por ejemplo en una comida y, de hecho, das algunas recetas. ¿Por cuál nos recomendarías empezar?

–Recomendaría empezar por el desayuno. Cuando en casa decidimos eliminar el plástico, una de las primeras cosas que dejé de comprar fueron los cereales. Si quieres reducir tu consumo de comida procesada, empieza por ahí.

Tienes muchas alternativas para el desayuno: un yogur casero con una ensalada de frutas, copos de avena, unas gachas o porridge fermentado, creps hechos con masa madre… ¡y otras! Si compras los ingredientes a granel, puedes desayunar cada día sin generar ni un solo residuo.

–¿No hay nada de tu estilo de vida anterior que eches de menos?

–No, absolutamente nada.

–Algunas personas que han ido a por el objetivo de basura cero sostienen que el camino emprendido les ha cambiado la vida de formas que no esperaban. ¿Ha sido así para ti?

–¡Ahora soy mucho más feliz! Eso ha sido algo que me ha sorprendido muchísimo. Como muy bien, alimentos buenísimos y deliciosos. He mejorado mi alimentación, mi salud, y enfermo menos. Incluso ahorro dinero.

Además he aprendido a hacer cosas nuevas y ya no dependo de que las grandes empresas cubran cada una de mis necesidades y mis deseos.

Bueno, y como he comentado en mi blog (¡creo que de manera bastante convincente!), reducir la basura mejora también tu vida sexual. Porque consumes menos. Y si consumes menos, pierdes menos tiempo comprando y ocupándote de las cosas. Y necesitas menos dinero para comprar y menos espacio para guardar todo lo que compras, lo que te permite trabajar menos.

En pocas palabras, simplificas tu vida. Te queda más tiempo para dedicarte a otras actividades, como pasar tiempo con la gente que quieres y mejorar tus relaciones, incluida la de tu pareja, lo que se nota en el sexo. Va en serio: ¡reducir tu basura mejorará incluso tu vida sexual!

Puedes seguir a Anne Marie Bonneau en su blog zerowastechef.com.