La muerte de los beagles de experimentación se puede evitar

Los beagles son perros extremadamente bonachones y confiados. Pero esta cualidad los ha convertido en víctimas propiciatorias de la industria farmacéutica.

Beagle

De los 65.000 perros que se utilizan en experimentos científicos en Estados Unidos, el 96% son beagles. No son víctimas inevitables, explican los responsables de la campaña Beagle Freedom Project (BFP), llevada a cabo desde 2010 por Animal, Media and Education (ARME), una organización no gubernamental con sede en Los Ángeles.

Uno de los objetivos de BFP es que se obligue legalmente a los laboratorios para que los perros sean liberados después de haber sido utilizados en los experimentos, en lugar de matarlos como se está haciendo en la mayoría de las ocasiones.

Algunos estados (California, Minnesota, Connecticut, Nevada y Nueva York) ya han aprobado legislaciones en este sentido. Donde no existe esta obligación, ARME intenta llegar a acuerdos con los centros de investigación para encontrar un nuevo hogar para los animales.

Hay alternativas a la experimentación animal

Otros objetivos de ARME, compartidos por organizaciones animalistas de otros países, son que se eviten los experimentos con animales cuando no son imprescindibles, que se recurra a alternativas existentes –como la utilización de cultivos de células madre, tejidos humanos o modelos informáticos– y que se investigue en su desarrollo.

En un documental de la delegación francesa de la organización animalista PETA se puede ver cómo los beagles y otras razas de perros son criados para que desarrollen distrofia muscular, lo que les provoca un enorme sufrimiento al caminar, tragar o respirar. Este tipo de experimentos, a juicio de ARME, debieran ser evitados a toda costa.

En España, el Real Decreto 53/2013, que desarrolla la directiva de la Unión Europea sobre la protección de los animales utilizados para fines científicos, contempla que, después de la experimentación, los animales puedan ser dados en adopción, realojados o devueltos a su hábitat (en función de la especie) si su estado de salud lo permite y no suponen un peligro para la salud pública ni el medio ambiente.

Pero tal decisión queda a la libre voluntad del "órgano competente", asesorado por un comité de ética en experimentación animal. No es, por tanto, ninguna obligación.

Las investigaciones con animales pueden aumentar

Por otra parte, en Europa se han prohibido los experimentos con animales en la producción de ingredientes y productos cosméticos, lo que ha sido un importante paso en el respeto de los derechos de los animales.

En cambio, el aumento de las exigencias de seguridad para la aprobación de nuevas sustancias químicas, según el reglamento europeo de Registro, evaluación, autorización y restricción de sustancias químicas (REACH), puede provocar una multiplicación de los ensayos con animales.

En China este tipo de experimentación no solo no se prohíbe o limita, sino que es obligatoria, incluso para los cosméticos, lo que lleva a las empresas que aspiren a introducirse en ese gran mercado a seguir utilizando animales en los ensayos de laboratorio.

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