Se define como "escuchador profesional". Su interés por el origen psicológico de las dolencias humanas le llevó a investigar el vínculo entre síntomas y emociones y a desarrollar una herramienta terapéutica que bautizó como Descodificación Biológica de las Enfermedades.
Christian Flèche nació en Arcachon, Francia. Con formación paramédica (enfermero), es maestro en PNL, terapeuta en lenguaje metafórico, psicobioterapeuta y experto en psicogenealogía, hipnosis ericksoniana y los ciclos de la memoria biológica. Dirige la École de Biodécodage en Francia y da seminarios de descodificación en todo el mundo.
Cuatro de sus quince libros han sido traducidos al español por Obelisco: Descodificación biológica de las enfermedades, El origen emocional de las enfermedades, Creencias y terapias y El cuerpo como herramienta de curación.
—Eres enfermero y psicoterapeuta. ¿Qué fue primero?
—Yo trabajaba como enfermero domiciliario, visitando a los pacientes en su casa.
Era espectador privilegiado de la intimidad de la enfermedad, y mi tarea implicaba entrar en la cotidianeidad de los enfermos, en su entorno, en sus miedos. Me di cuenta de que escuchar a las personas tenía un efecto más terapéutico que las curas que debía realizar, y entonces empecé a interesarme por la psicología.
Me agradaba escuchar a la gente, que me contaran sus historias, por eso me interesé en la psicoterapia. No soy psicólogo, me he formado como psicoterapeuta de manera autodidacta.
La enfermedad explicada por la descodificación biológica
—¿Qué es para usted la enfermedad?
—La enfermedad es una señal del cuerpo que nos dice cosas de nosotros mismos. Si tengo frío, tiemblo. Si tengo sed, probablemente mi boca producirá más saliva.
Del mismo modo, un síntoma es la señal de que el cuerpo está expresando una necesidad biológica. El cuerpo crea una enfermedad para curarse de algo de lo que la enfermedad sería como la solución, la salida de emergencia.
Esto es lo que propone la bio-descodificación: ¡la enfermedad es útil y, a veces, vital! Es lo que llamo "el sentido biológico" de las enfermedades.
—La relación entre psique y síntoma, ¿tiene un origen bioquímico?
—Si me siento amenazado, mi instinto de supervivencia hará que actúe para salvarme. El origen no radica tanto en el pensamiento como en la emoción, que es la que prepara al cuerpo para reaccionar.
La emoción propicia en el cuerpo el momento de cambiar. Es la huella consciente de una actividad interna, el indicio de una función biológica que ha sido satisfecha o que permanece insatisfecha. Hemos comido, nos sentimos saciados, llenos.
Pero si no es el caso, nos sentimos frustrados, enfurecidos, con carencias. La emoción aparece en un instante, de manera involuntaria, incontrolada y adaptada a la perfección a una situación exterior. Está instalada en nuestro cuerpo de manera precisa (calor en el vientre, tensión en la garganta, hombros pesados, piernas cansadas, hormigueo en las manos…).
—¿Unos hábitos saludables no garantizan totalmente que podamos prevenir enfermedades?
—Comer sano y hacer ejercicio es importante, pero no es definitivo. Hay personas que hacen ejercicio y que enferman, y otras que comen fatal y no tienen ninguna enfermedad.
Si el ejercicio y la alimentación sana fueran suficientes todo el mundo se curaría, no existiría la enfermedad. Pero no todo el mundo es igual.
—¿Qué herramientas científicas has usado para desarrollar tu método?
—Este no es un método científico. Yo no tengo laboratorio ni soy científico.
La información que aparece en mis obras es fruto de mi experiencia, es lo que yo he visto y he vivido, pero no es la verdad absoluta. Yo pongo a disposición de todo el mundo mi experiencia para que otros puedan utilizarla como orientación, y que puedan aportar su propia vivencia.
Ahora estoy preparando un proyecto de investigación nacional en el que utilizaremos sistemas de verificación.
—¿La biodescodificación es para médicos o para psicoterapeutas?
—Es para médicos, psicólogos, enfermeros y pacientes.
El paciente es el dueño de su cuerpo. Si tiene herramientas para comprenderse y entender lo que le pasa, su proceso de curación será mucho más rápido, siempre acompañado de una atención médica adecuada, por supuesto.
La importancia del lenguaje y las emociones
—Das mucha importancia al valor del lenguaje, a saber expresarse. ¿Tener un vocabulario amplio puede ayudar a una persona a sanarse?
—Para mí existen muchos lenguajes válidos.
Un bebé que acaba de nacer no puede hablar, pero sabe expresar sus necesidades de afecto y contacto de muchas otras maneras. Hay personas con un nivel cultural bajo que se comunican mucho mejor que otras que quizá tengan títulos académicos: a través de los afectos, el lenguaje corporal, la cercanía emocional…
Desde mi punto de vista, la vía de sanación para las personas de las culturas mediterráneas es mucho más fácil que en las culturas del Norte, donde las relaciones son mucho más frías y distantes. Es a esto a lo que me refiero con lenguaje: a la capacidad de comunicar las emociones y relacionarnos.
"Las metáforas son un idioma que combina palabra y acción. Por eso son tan poderosas."
En las culturas ancestrales esto también ocurre, ya que están habituados a utilizar la metáfora como lenguaje. Y las metáforas son un idioma que combina palabra y emoción, por eso son tan poderosas. La emoción es nuestro carburante, la esencia de nuestra vida, el combustible de base.
Solo la emoción nos permite avanzar, nos da ganas de levantarnos por la mañana, de actuar, nos permite cuestionar y seleccionar para ir en la dirección que nos conviene. La emoción provoca encuentros o aislamiento, está en el origen de todas nuestras decisiones impulsivas.
—Hablas mucho de la soledad. ¿Es un factor de riesgo para convertir un shock emocional en síntoma?
—Lo primero no es la palabra, sino compartir, sin importar el tipo de lenguaje. Si hablo con un amigo, me encontraré bien. Si hablo con alguien que me maltrata, me encontraré mal.
La palabra puede sanar o puede matar. Lo más importante es la relación, la comunicación entre personas. La palabra puede ser dañina. Sin relacionarnos no existimos, no somos nada, por eso cuando nos relacionamos con los demás les damos a esas personas el poder de hacer que existamos o que dejemos de hacerlo.
Buscamos amor, reconocimiento, y nos identificamos con la palabra del otro. "Somos" en la relación. Por eso, alguien con malas intenciones puede tener mucho poder sobre nosotros. Debemos volver a nosotros mismos, comunicarnos con quien somos y no dejarnos influir por lo que digan los demás.
—¿Consideras que el entorno, los medios de comunicación, la situación social…, pueden también influir en nuestra salud?
—El principal motivo de nuestras dolencias es que queremos copiar al mundo, ser como es el mundo para estar en él.
Y cuando enfermamos, le echamos la culpa a lo de afuera. Si vamos hacia el interior de nosotros mismos y cambiamos esta percepción de la realidad, nos sentimos bien. No digo que la política, las noticias, no sean importantes, pero sí que hay que distinguir entre el afuera y el adentro.
—Algunos estudios neurocientíficos recientes se acercan a tu visión de salud y psique. ¿Has recurrido en tu trabajo a este tipo de estudios?
—Sí, muchos descubrimientos de la neurociencia van en la misma dirección que mis hipótesis, pero lo más importante es la práctica.
Si las conclusiones de esos estudios no me sirven, ¿para qué los quiero? Soy muy selectivo con la información científica.
—¿Tu trabajo está influido por el estudio de los chakras o las terapias energéticas?
—No, no conozco estos campos. No puedo saberlo todo…
Resolver los conflictos que enferman
—¿La clave para sanarnos podría ser no engañarnos a nosotros mismos?
—La clave está en el conflicto.
"La clave es descubrir el conflicto que no se reconoce y que se amnifiesta físicamente."
—¿Qué tipo de herramientas utilizas para que el paciente resuelva el conflicto que lo enferma?
—Existen muchísimos protocolos.
Resumiendo, podría decir que lo primero y fundamental es escuchar a la persona para entender cómo organiza interiormente su mundo, y descubrir cuál es el conflicto que tiene que resolver. A partir de ahí, se trata de acompañar a esa persona hasta el presente, porque la mayoría de la gente vive en el pasado, e incluso arrastra conflictos transgeneracionales.
Por eso, volver a vivir el momento presente nos ayuda a regresar a nosotros mismos y abandonar el papel adoptado de víctimas.
—Aunque el cáncer afecte a diferentes órganos, que tienen diferentes significados emocionales, ¿hay algo que caracterice de forma común a todos los tipos de cáncer?
—Sí. El cáncer se produce porque hay células que se niegan a cumplir su función vital de morir.
El cáncer se relaciona con la actitud de no querer terminar algo que se debe terminar, como por ejemplo la madre que no quiere ver que sus hijos crecen y se independizan.
—¿Dónde crees que se encuentran las emociones?
—¡En el cuerpo, por supuesto! Siempre en él.
Cuando un acontecimiento exterior nos encuentra desprovistos de recursos, cuando ya no podemos adaptarnos a lo que pasa, cuando no nos queda nada en la recámara, en la memoria, en nosotros, en nuestros aprendizajes, algo que nos permita salir de la situación en la que estamos, entonces solo nos quedan, como salida, las soluciones inconscientes, aquellas que se sitúan en nuestro cuerpo.
Cuando se produce este imprevisto, que es el bio-shock, aparece la vivencia. Es la clave de la terapia: llevar a la consciencia la "vivencia biológica conflictiva". Cada síntoma físico es una encarnación, una puesta a punto en nuestra carne de un instante preciso, conflictivo, y vivido con emoción.
Christian Flèche no proviene del mundo de la psicología, sino más bien del de la biología: es un gran conocedor del funcionamiento del cuerpo humano.
Para Christian Flèche, las enfermedades son una metáfora de nuestras necesidades, emociones y experiencias vitales.
En sus obras ofrece hipótesis sobre los motivos psicológicos de cada síntoma o trastorno, que son la base de un modelo terapéutico cuyo objetivo es desentrañar el origen del conflicto y conseguir que el individuo lo exprese y lo confronte.