En un mundo en el que a todo se le pone un precio, cada vez más personas buscan alternativas solidarias que permitan hacer las cosas de forma diferente, con una menor dependencia del dinero y una mayor conciencia del valor que tienen las relaciones humanas.

En torno a estos ejes se construye, de hecho, una de las que más se ha popularizado en los últimos años: bancos que canalizan el intercambio de favores entre ciudadanos usando el tiempo como moneda de cambio.

Bancos de tiempo: un intercambio de valor

En un banco de tiempo se pueden intercambiar conocimientos y habilidades de todo tipo, con la única condición de que quien los ofrezca y quien los reciba se pongan de acuerdo.

Cada uno tiene su cuenta en el banco, pero en ella no se acumulan ni se adeudan euros, sino horas: las que uno dedica a los demás y las que los demás le dedican a uno. Aportando lo que se sabe hacer se ayuda a otras personas y se recibe cuando se necesita.

Hay quienes se ofrecen para dar conversación en otro idioma, personas que hacen remiendos para quienes no saben coser, quienes buscan a alguien que sepa de fontanería o quienes echan una mano con el ordenador.

Las posibilidades son tan variadas como necesidades puedan surgir.

Ayudan a tejer una red social sólida

"Al principio los bancos de tiempo se plantearon como una forma de conciliar la vida familiar de mujeres, jubilados y cualquiera que lo necesitara", cuenta Sergi Alonso, presidente de la Asociación para el Desarrollo de los Bancos de Tiempo. En los últimos años el número de bancos se ha triplicado hasta llegar casi a los trescientos solo en España.

"No es que la gente acuda más a ellos por necesidad –aclara Alonso–, sino que a raíz de la crisis hay mayor conciencia de que las cosas se pueden hacer de otra manera y de que un sistema así ofrece ventajas para todos".

Aunque algunos bancos funcionan exclusivamente online, la mayoría son gestionados por voluntarios y se circunscriben a un barrio, población o zona concreta, lo que facilita los intercambios.

Según Sergi Alonso, miembro también de un banco de tiempo barcelonés, "los intercambios ayudan a tejer de ese modo una red social más sólida en la que los vecinos se conocen y apoyan mutuamente". La riqueza que se genera no es económica sino social.

El tiempo de todos vale lo mismo

Acostumbrados como estamos en el mercado laboral a que el tiempo de unas personas valga más que el de otras, los bancos de tiempo se desarrollan sobre una idea transgresora: que el tiempo de todos vale exactamente lo mismo, se ofrezca asesoramiento legal, se haga un canguro o se enseñen unos pasos de baile.

Esto no solo rompe jerarquías, sino que lleva a muchas personas a descubrir el valor de sus propios recursos. Es más, si alguien no sabe qué servicios podría prestar, en una entrevista previa se le suele orientar. Y a menudo se comprueba que se tiene mucho más que ofrecer de lo que se creía.

Cómo empezar en un banco de tiempo

Los masajes, el reiki y las terapias naturales se hallan entre los servicios más ofertados y demandados actualmente. Atreverse a pedir cuidados y ofrecerlos puede ser, sin duda, una manera gratificante de participar en esta pequeña revolución.

En la web de la Asociación para el Desarrollo de los Bancos de Tiempo puedes buscar los más próximos a tu lugar de residencia: adbdt.org. En la web Bancos de Tiempo también podrás ponerte en contacto con bancos de tiempo según tu posición geográfica.