Emilio Fiel, "Miyo", fue uno de los pioneros de la denominada "Nueva Conciencia" en España.
Comenzó, poco antes de la década de los setenta, creando el Centro Sadhana de Yoga, Kundalini y Meditación en el País Vasco. Después fue fundador y guía de la Comunidad del Arco Iris en Lizaso (Navarra), Arenys de Munt (Barcelona) y Alcover (Tarragona), por las que pasaron decenas de miles de personas.
Desde 1987 se ha entregado de lleno al trabajo chamánico. Actualmente dirige la escuela Chrisgaia.
Emilio Fiel y la importancia de los sueños
El trabajo de Emilio con los sueños, a mi juicio, es chamánico. Pero no se puede encasillar en ninguna categoría. Uno escucha hablar a "Miyo" y solo sabe que, por lo que respecta a los sueños, no sabemos nada.
–¿Qué ha pasado, en nuestra cultura, para que los sueños parezcan casi anécdotas? Como explica en su libro Los exploradores del crepúsculo (Ed. Tatewari), el sueño fue esencial desde Egipto, Asiria y Babilonia, pasando por los Celtas, hasta Grecia y Roma.
–Sí, fíjate en Grecia, que fue la base de nuestra creación, y sus cientos de templos del ensueño.
El desdén hacia los sueños pertenece a la estructura de un sistema nacido de la revolución industrial: las gentes deben estar al servicio de los poderosos. En esta dinámica pierdes contacto con todo lo que te da poder, como los sueños conscientes.
Freud y Jung hicieron un trabajo maravilloso, pero estaban lejos de entender el papel de los sueños en las tradiciones transformadoras.
–Ahora, todo está cambiando. Cada vez hay más interés por los sueños.
–Nos estamos abriendo a realidades sorprendentes. Habrá quien no salga de la tercera dimensión y no vea lo que está ahí.
Pero otros lo vemos desde hace muchos años. El juego no es dejar atrás la tercera dimensión: hay gente que gracias a su apertura –y esto se ve en los sueños– podrán estar entre la tercera y la quinta dimensión con suma facilidad.
–¿Qué quiere decir?
–Que nos acercamos a los tiempos de la quinta dimensión y al proceso de "ascensión", y ese proceso empieza por ahí, no solo por tomar conciencia de la parte de vigilia, sino de la parte del sueño.
Somos responsables de lo que hacemos en un lado y en otro. El sueño es un potencial enorme e ilimitado de magia y misterio, que transforma nuestra vida aquí.
El sueño y la vigilia son igualmente reales
–En su libro afirma que la realidad del sueño es tan real como la del estado de vigilia. Se trata de una afirmación sorprendente.
–Es una afirmación condescendiente. ¡Ni mucho menos esta realidad tiene algo que ver con la otra, la otra es real!
Creemos que este mundo es sólido, pero cuando estás allí también es sólido. Allí eres mucho más consciente que aquí. Tienes una visión de las cosas desde la posición de "testigo" infinitamente más profunda que la que tienes aquí.
Mientras aquí todo es temporal, todo está sometido al dictado del tiempo, allí el tiempo es simultáneo. No puedes decir "¡ah! he tenido vidas anteriores"; allí todas las vidas están en este instante y son parte de ti.
–Creemos que los sueños simplemente forman parte del descansar.
–Para nada. Uno es tan responsable de lo que vive en sueños como de lo que vive en vigilia.
Para empezar, la persona tendría que hacerse consciente de lo que sueña. El 90 por ciento de la población cree que no sueña.
En segundo lugar tendría que intentar despertar en el sueño, y darse cuenta de hasta qué punto han cambiado las cosas allí.
Es como una puerta, la grieta entre los mundos, el ojo de Dios por el que atravesamos. Una puerta que nos lleva a una realidad en la que seguimos siendo "yo soy", pero nuestras facultades son mucho más amplias.
–¿Cómo explicar todo esto a la mayoría de la gente?
–Muy complicado. Porque siguen creyendo que el mundo al que me refiero no existe.
Si no hay una apertura a otras realidades, se hace muy difícil de compartir. Pero ahora cada vez hay más personas –la crisis ayuda a ello– que de repente ensueñan; reciben respuestas concretas en los sueños; que se ven con otras gentes, que reciben mensajes, que sanan.
Hay una gran apertura a todo, ha llegado el momento de las otras realidades.
La influencia de los sueños en nuestras vidas
–¿Cómo podemos modificar nuestra vida, modificando conscientemente nuestros sueños?
–Yo diría que es al revés. Lo que es asequible para nosotros es esta vida, así que es aquí donde tenemos que empezar el trabajo, liberando emociones negativas, y poniendo conciencia en los actos ordinarios.
–A lo largo de tantos años debe de haber oído usted relatos de gente que durante los sueños dice haber salido del cuerpo.
–Sí, ocurre muy a menudo. Aunque nos es más útil lo que llamamos "el viaje", una proyección mental.
–¿En qué consiste?
–Mientras soñamos podemos viajar a cualquier lado, recibir información, incluso sin perder esta conciencia. Existe el mundo del Tonal y el del Nagual.
En el Nagual están las respuestas: podemos ver cuál es la causa de una alteración aquí, podemos hablar con el alma de un niño autista que ha perdido el contacto con su ser, o la de un esquizoide. He visto muchas experiencias. Tratamos decenas de casos de este tipo a lo largo del año.
–¿Cómo podemos, esta noche, "viajar al otro mundo"?
–No hay exactamente dos mundos separados. Se interpenetran y se necesitan mutuamente.
Se trata de entrar en una especie de trance voluntario, de autohipnosis, en la que descendiendo unos pasos y atravesando una puerta –en el sueño– llegamos al lugar de la conciencia acrecentada. Hay que hacer todo desde la conciencia acrecentada: el amor, la meditación, el ensueño.
–¿Qué es la conciencia acrecentada?
–La capacidad de alcanzar vivencias internas más amplias que las de nuestros cortos sentidos externos.
–¿También volar? Hay mucha gente que vuela en sueños.
–Volar es una cualidad puramente del Nagual.
Lo que importa es que tus sentidos se han abierto, tus percepciones se han abierto, tu conciencia se ha abierto, y tienes capacidades para recurrir a memorias antiguas; para volar, en efecto, más allá de la fuerza de la gravedad; para conectar con cualquier ser vivo o muerto de cualquier tiempo; para sanar a cualquier persona; para que cada una de tus palabras se convierta en realidad.
"Nos estamos abriendo a realidades sorprendentes, a una nueva dimensión"
–Sin ir tan lejos, lo primero sería, supongo, cultivar la capacidad de darnos cuenta de que estamos soñando.
–Esa es la primera etapa, pero no es suficiente, pues el sueño todavía sucede sin tu intervención. Imagínate que estás en medio de un atasco en una autopista, y eso no lo puedes controlar. O sea que la segunda etapa es crear un sueño consciente.
Y la siguiente, un sueño voluntario. Y la siguiente, compartir un sueño voluntario. Y así diferentes etapas por las que vas pasando durante el sueño y que exigen mucha energía.
–Dice usted que podemos "ensoñar" en cualquier momento del día.
–Las primeras veces, en el sueño. Pero si logras entrar en un estado de conciencia acrecentada, en cualquier momento del día planteas lo que sea, y recibes la respuesta.
–Normalmente las respuestas vienen por la mañana, cuando despertamos.
–Los sueños ordinarios también pueden tener un poco de poder cuando dan respuestas a una pregunta o cuando son premonitorios.
Y si los sueños se convierten en pesadillas...
–¿Qué opina de las pesadillas?
–Imposible analizarlas en abstracto. Podemos analizarlas una a una.
Si me cuentas que en la pesadilla hay infinidad de murciélagos, y que tienes fobia a los murciélagos, entonces hay que convertir la pesadilla en una ventaja. Convertir los venenos en miel: esta es la clave del camino interior. Algo que parece que nos ata, verlo desde una perspectiva distinta.
El sueño como una oportunidad para trabajar con uno mismo, ¡eso es magnífico!
Hay otro aspecto que me gustaría remarcar: hay personas que en la infancia sufrieron terror con las sombras que veían al anochecer. Son personas que a menudo han tenido el don de hablar con fallecidos. Y como los de su entorno los han rechazado, su vida ha sido siempre un desastre y en el camino han creado enfermedades de todo tipo.
Hasta que se atreven a convocar a esas sombras o seres de la infancia, pedirles perdón por no haberles hecho caso, e intentar conducirlas, ya que era su don, hacia una mayor luz.