Matthias Levarek e Iris Kam se trasladaron a Ibiza hace unos años para vivir en una finca donde poder cultivar sus alimentos. Allí se convirtieron en los distribuidores de las torres Tower Garden y crearon el primer huerto aeropónico de exteriores en Europa.
En su huerto las plantas crecen en vertical, aprovechando al máximo el espacio. No usan plaguicidas y las plantas se alimentan con una solución mineral, con el mínimo de agua. Desde Cuerpomente les pedimos que nos contaran su proyecto. Este es el relato de Matthias:
Ibiza farm, el primer huerto aeropónico de Europa, por Matthias Levarek
Era octubre de 2008 cuando, durante un viaje a Holanda, quedé deslumbrado por la encantadora dueña del bed&breakfast donde me alojaba…
Fue amor a primera vista: Iris es 75% asiática, 25% europea ¡y 100% mi estilo! Cinco meses después, dejaba atrás los arcoiris de Maui por los cielos grises del norte europeo y me mudaba de Hawaii a Amsterdam para vivir juntos.
Dejé mi puesto como CEO de una empresa tecnológica para reinventarme en el sistema europeo. En mi antigua casa en Hawaii, aparte de un huerto bio en mi jardín, crecían plátanos, piñas, aguacates, mango y papayas, entre otros exóticos frutales.
Cuando me mudé a Amsterdam, a pesar de vivir en una casa muy bonita sobre un canal, echaba de menos la jardinería. Lo que más añoraba era comer alimentos cultivados por mí, y comencé a buscar información sobre huertos urbanos y todas las opciones disponibles.
Cocina, nutrición y jardinería
Hace tres años, nos decidimos por fin a comprar una finca preciosa en Ibiza en un área rural de la isla, y apostamos por mudarnos allí definitivamente.
Teníamos la idea de montar un negocio juntos, algo que tuviera sentido humano y que fuese beneficioso para el planeta. Queríamos una actividad comercial relacionada con la cocina, la nutrición y la jardinería.
Mientras investigaba sobre jardinería urbana, vi los sistemas aeropónicos de Tower Garden. Me fascinaron estas torres donde podías plantar todo tipo de frutas, hortalizas, hierbas y flores, y además ahorrando un 95% de agua.
Era un verdadero sueño: menos agua, menos espacio, más que orgánico y con los minerales más puros. Todo son ventajas.
Me encantaba la idea de no tener que estar de rodillas quitando malezas, y no solo eso: al no estar en contacto directo con la tierra, se reduce muchísimo el riesgo de plagas e insectos.
Además, las torres son muy versátiles, porque las puedes usar en un balcón, en una terraza, en un patio, y hasta dentro de tu casa con luces de crecimiento. ¡Por no hablar del diseño! Estas torres son una obra maestra del paisajismo.
Ya somos dos jardineros y vivimos de otra manera
Tenía que ver todo aquello en persona, así que me monté en un vuelo a Estados Unidos y conocí a Tim Blank, el genio de la horticultura e inventor de esta tecnología. En aquella época, Tim era el director de la compañía y me llevó a conocer una granja Tower Garden.
¡Madre mía! Todo crecía más grande, más rápido, sin esfuerzo; unos cultivos de película. Probé tantos vegetales y tantas hierbas… Todo era tan real, tan natural, tan vibrante, tan sabroso. ¡Había encontrado mi nueva carrera!
Regresé a Ibiza, y en solo seis meses logramos montar el primer huerto aeropónico de exteriores de Europa, firmamos los papeles necesarios para nuestra empresa, Ibiza Farm, y nos convertimos en sus distribuidores.
Cuando conocí a Iris, ella era el ratón de ciudad y yo el de campo. Yo de urbanita tenía muy poco y ella tampoco sabía de jardinería. Pues bien, con las torres es solo cuestión de plantar las semillas y sentarte a ver cómo crecen.
De un día para el otro, allí estaba mi mujer cultivando tomates, calabacines, lechugas, judías, fresas, melones… ¡Te conviertes en jardinero como por arte de magia!
Casi de manera inmediata Ibiza Farm dejó de ser un negocio y pasó a ser un estilo de vida. Al tener una disponibilidad constante de alimentos frescos, y sin tener que ir al mercado para comprar comida, nuestros hábitos de alimentación cambiaron por completo.
Huertos educativos y solidarios
Ser distribuidores de estos sistemas nos ha permitido conocer y conectar con personas interesantísimas. El proyecto nos ha cambiado la vida social, catapultándonos a un mundo de gente muy comprometida y concienciada con el cuidado del medio ambiente.
El próximo paso es crear una fundación que monte estos huertos con fines educativos. Queremos que los niños sepan que pueden cultivar sus propios alimentos con tecnologías amigables con el entorno.
¡Hasta un niño de 5 años puede utilizar las torres! Creemos que se relacionarán de manera más positiva con las frutas y las hortalizas si entran en contacto con ellas desde pequeños.
Una vez montados estos huertos, la idea es donar todo lo producido a escuelas locales. Es imposible describir la expresión de asombro en la cara de un niño cuando planta una semilla y esta se convierte en planta ¡Te da esperanzas para el futuro!