Hace 70 años, una abeja obrera vivía una media de 34 días. Hoy, una abeja obrera vive 18 días. Las abejas reinas también han reducido su esperanza de vida de 5 a 3 años. Este hallazgo ha sido realizado casualmente por un equipo de investigadores que estudiaba el efecto del abastecimiento de agua sobre las colmenas y puede ayudar a entender la bajada en la producción de miel y el colapso del 30 al 40 por ciento de las colmenas durante el invierno.

Una vida más corta significa menos tiempo para recolectar polen y néctar y, por lo tanto, menores reservas de miel que ayudarían a las abejas a sobrevivir hasta la próxima primavera. Pero, ¿por qué se ha acortado la vida de las abejas? Los investigadores creen que es la consecuencia de los esfuerzos de los apicultores para proteger las colmenas frente a la invasión de la varroa, un ácaro que puede destruir las colmenas.

Amenazas para las abejas: varroa, pesticidas y selección genética involuntaria

Organizaciones ambientalistas como WWF, SEO/BirdLife o Greenpeace alertan desde hace años de los efectos de algunos plaguicidas sobre las poblaciones de estos insectos polinizadores indispensables para la vida en la Tierra.

La presión y las denuncias sirvieron para que la Unión Europea prohibiera en 2018 el uso al aire libre de unos insecticidas muy peligrosos para las abejas –el imidacloprid, la clotianidina y el tiametoxam–, pero ya en su día se denunció que esas medidas eran insuficientes. "Existen muchos otros insecticidas empleados en agricultura y en jardinería cuyas dosis deberían ser más controladas", explicaba entonces Laura Moreno, del Programa de Especies Amenazadas de WWF.

En este nuevo estudio los investigadores creen que los pesticidas utilizados contra la varroa han afectado a las abejas, así como la mala nutrición y la propia varroa, que introduce virus en las colmenas que pueden haber contribuido al acortamiento de la vida de las abejas. Estos virus están presentes incluso en colmenas que ya no están afectadas por la varroa.

Por otra parte, al parecer, los apicultores pueden haber realizado involuntariamente una selección genética, al seleccionar para la reproducción las colmenas de abejas más jóvenes, porque aparentemente estaban más sanas (las abejas jóvenes desarrollan menos enfermedades que las más viejas).

El problema se ha descubierto en colmenas de los Estados Unidos y son necesarios más estudios en otros lugares para confirmar el alcance geográfico. En cualquier caso, los científicos proponen seleccionar las abejas más longevas para fundar nuevas colmenas y mejorar el abastecimiento de agua y nutrientes.

Las abejas silvestres también están amenazadas

Las abejas silvestres son diferentes a las melíferas que habitan las colmenas de construcción humana. En su mayoría son animales solitarios que anidan en tallos de plantas, en agujeros en la madera o en el suelo, e incluso en las conchas de caracoles vacías, y encuentran su alimento en las inmediaciones.

Según la "lista roja" de la Agencia Federal para la Conservación de la Naturaleza alemana (BfN), más de la mitad de las alrededor de 560 especies de abejas silvestres en el centro de Europa están en peligro o ya se han extinguido. Los hábitats de las abejas silvestres se están destruyendo y ya no encuentran flores en las que alimentarse.

Los monocultivos amenazan a las abejas silvestres

A lo largo de las últimas décadas los terrenos agrícolas han quedado en pocas manos de productores que prefieren los monocultivos extensos que se trabajan con maquinaria pesada y resultan más rentables. Lo peor que les podía haber pasado a las abejas, porque se ha reducido la variedad y la cantidad de flores disponibles para las abejas a lo largo de todo el año.

Tomemos como ejemplo una gran extensión de manzanos en flor. Pensaremos que es un paraíso para las abejas, pero un paraíso que solo dura unas pocas semanas, y las abejas necesitan alimento todos los días. Un terreno ocupado por varios cultivos y muchas plantas silvestres sí puede sostener a las abejas.

"Hay muchas otras amenazas que afectan a los polinizadores: el cambio de usos del suelo debido a la intensificación agrícola y la expansión urbana es uno de los principales motores de la pérdida de polinizadores, especialmente cuando se degradan o desaparecen las áreas naturales, que incluyen zonas de refugio, anidación y alimentación para las especies", explican desde WWF..

La diversidad está en la lógica de las granjas ecológicas, sobre todo de las inspiradas por la permacultura, por tanto al consumir alimentos ecológicos de pequeños agricultores locales estamos haciendo mucho por las abejas.

Salvar a las abejas no es una cosa de fanáticos de los animales

“Salvar a las abejas silvestres” suena como un objetivo "pequeño" en comparación con los grandes retos ambientales a los que se enfrenta la humanidad, como el cambio climático, las pandemias, la contaminación o el suministro de energía. Pero no es así, porque las abejas silvestres y otros insectos que también están amenazados son muy importantes. Su trabajo como polarizadores es necesario y además sirven de alimentos a los pájaros. Sin su presencia los ecosistemas se desequilibran.

Además, las abejas silvestres son especialmente eficaces como trabajadores polinizadores, más que las melíferas, porque están más hambrientas. Pero necesitan un hábitat que les ofrezca lugares para anidar y un suministro suficiente de plantas con flores con polen y néctar.

Se estima que el 75% de nuestra comida depende de la polinización de insectos. En otras palabras, nuestro plato estaría bastante vacío si la abeja salvaje desapareciera. Además, el 80% de nuestras plantas silvestres nativas dependen de la polinización por insectos. Las abejas silvestres no tienen precio para la naturaleza.

Tenemos que salvaguardar la biodiversidad

Las razones de la muerte de las abejas son múltiples y aún no se han investigado por completo. Además de la varroa, el cambio climático, con su efecto negativo sobre la biodiversidad, es seguramente el problema más grave para las abejas, abejorros, avispas y otros insectos.

El último informe Planeta Vivo 2022 elaborado por WWF es demoledor. En el último medio siglo 2 de cada 3 animales y plantas han desaparecido de nuestros ecosistemas. Confirma científicamente que la actividad humana insostenible está llevando a los sistemas naturales del planeta al límite.

Los agricultores deben encontrarse en la primera línea de la batalla a favor de las abejas. Deben ofrecerles hábitats y comidas. No deben utilizar pesticidas que las perjudiquen y deben diseñar los cultivos pensando tanto en ellas como en nosotros. Todo este trabajo puede ser voluntario o puede ser exigido mediante la ley. En Dinamarca, la ley obliga a que el 5% del terreno de las propiedades agrícolas se dedique al cultivo de flores para las abejas, las mariposas y el resto de insectos.

Los proyectos de conservación de la naturaleza y la agricultura pueden complementarse. Se puede recopilar la experiencia de los productores y agrupar el conocimiento científico y empírico. Sobre esta base, se pueden desarrollar propuestas sobre cómo los agricultores pueden promover la biodiversidad en su tierra y gestionarla de manera más sostenible, siempre teniendo en cuenta las condiciones naturales de cada región.

Todos estamos implicados en la lucha. No olvides tener siempre en tu terraza, balcón o ventana una o varias plantas con hermosas flores.