Si todavía no consumes productos ecológicos estás jugando a la ruleta rusa con la mitad del tambor lleno de balas. En España, uno de cada dos vegetales frescos contienepor lo menos un pesticida y muchas piezas de fruta o verdura presentan un cóctel de tres a siete pesticidas.

Y buena parte de estos pesticidas son disruptores endocrinos con capacidad para alterar tu organismo de muchas maneras. Son los últimos y alarmantes datos oficiales disponibles, correspondientes al año 2015, pero la realidad es peor, según denuncia la organización Ecologistas en Acción en su informe "Directo a tus hormonas: guía de alimentos disruptores".

En los análisis del Ministerio de Agricultura, la mitad de las muestras están contaminadas, pero no buscan todos los pesticidas que se usan y solo consideran contaminadas las muestras cuando el pesticida se halla por encima de cierta dosis mínima.

Por eso, según los análisis oficiales, el 98% de las muestras cumplen con la normativa, pues las concentraciones de cada uno de los diferentes plaguicidas se hallan por debajo de los límites máximos legales.

¿Dosis seguras?Sin embargo, la ley actual no tiene en cuenta que, en el caso de los disruptores endocrinos, no existe una dosis segura. La cantidad más pequeña ya produce una acción indeseable.

Tampoco valoran que las mujeres embarazadas, los lactantes, los niños y los adolescentes son especialmente vulnerables a sus efectos.

38 pesticidas actúan como hormonas

Según el informe de Ecologistas en Acción, de los 761 plaguicidas analizados por la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aecosan), por lo menos 38 poseen sustancias legales con capacidad para alterar el sistema hormonal.

A estas hay que sumar pesticidas cuyo uso está prohibido pero que se siguen encontrando en los alimentos, como el DDT o el endosulfán.

¡118 pesticidas en frutas y verduras!

En frutas y verduras se han encontrado 118 pesticidas diferentes, 38 de ellos con efectos hormonales. Los tomates y los pimientos son los alimentos más contaminados, con 37 plaguicidas diferentes, 16 hormonales. Les siguen las peras con 35 plaguicidas.

Uno de los plaguicidas más frecuente fue el clorpirifós. Se encontró en un total de 117 muestras de 20 alimentos diferentes, y en muestras de miel, zanahorias, patatas y piña estaba en niveles por encima de los permitidos. Este insecticida afecta al sistema hormonal humano y se ha relacionado con graves daños en el cerebro infantil. Además, puede alterar el ADN.

¿Y los ecológicos? Entre las 1.273 muestras analizadas, 28 fueron de productos ecológicos y solo en uno se descubrió un plaguicida, un melón de Murcia, seguramente por contaminación accidental.

También en productos de origen animal

Los pesticidas y otros compuestos tóxicos tienden a acumularse en los tejidos grasos de los animales, y a través de ellos se acumulan en nuestras grasas si seguimos una dieta omnívora.

En los filetes y lácteos como mantequilla y leche entera se encontraron incluso pesticidas prohibidos como los mencionados antes (endosulfán y DDT). Y en los huevos, clorpirifós.

Cereales contaminados

Se han encontrado residuos de tres plaguicidas hormonales en muestras de arroz blanco procedentes de España y de Pakistán. Otro plaguicida, la deltametrina, se encontró en copos de avena alemanes y en maíz procedente de Argentina.

En el trigo se han hallado tres pesticidas diferentes: cipermetrina, deltametrina y metil-clorpirifós.

Los alimentos infantiles se salvan

Los alimentos específicos para los más pequeños de la casa han de cumplir unas normas más restrictivas.

La ley obliga a que los preparados para bebés –potitos, papillas…– estén completamente libres de pesticidas y los análisis realizados prueban que los fabricantes cumplen.

¿Cómo actúan en tu cuerpo?

A las sustancias químicas que actúan en el cuerpo humano y en muchos animales se les llaman disruptores endocrinos porque alteran el delicado equilibrio que debe reinar en la producción de hormonas, de las que dependen muchos procesos fisiológicos y, por tanto, la salud.

Los efectos pueden ser más o menos inmediatos. Si la alteración se produce durante el desarrollo fetal puede dar lugar a malformaciones y enfermedades irreversibles. Uno de los trastornos más frecuentes es la criptorquidia (no descenso de los testículos) en niños, y puede requerir cirugía.

Algunos disruptores producen cambios epigenéticos, es decir, modificaciones en la expresión de los genes que se pueden transmitir a los descendientes, dando lugar a efectos adversos en los hijos y los nietos.

Una amenaza para la fertilidad

Los disruptores son sobre todo una amenaza para la fertilidad. Disminuyen la calidad del semen y favorecen la infertilidad masculina, así como los ovarios poliquísticos, endometriosis, fibromas uterinos y abortos.

Se relacionan asimismo con los tumores hormono-dependientes de mama, ovarios, próstata, testículo y tiroides.

El síndrome metabólico, la obesidad y la diabetes, o trastornos neurológicos y del comportamiento como la falta de concentración, la pérdida de memoria, la fatiga crónica, la fibromialgia y la esclerosis múltiple, son causadas o favorecidas por los disruptores endocrinos.

No existe una dosis inocua

Tanto las organizaciones ecologistas como los científicos que estudian los disruptores endocrinos aseguran queno existe una dosis mínima inocua que se pueda aceptar como residuo en los alimentos y reclaman su prohibición.

Sin embargo, las leyes siguen hablando de dosis seguras. Aunque un Reglamento de 2009 prohibió la comercialización de disruptores endocrinos, la orden nunca se llevó a efecto porque no se establecieron los criterios científicos y legales para clasificar una sustancia como disruptora endocrina.

Una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de la UE obligaba a la Comisión a presentar una nueva normativa. Pero el Reglamento aprobado (2018/605) desvirtúa el de 2009, basado en el principio de precaución, y establece unos criterios tan exigentes para la clasificación como disruptor endocrino que muy pocos serán prohibidos en los próximos años.

La periodista francesa Stéphane Horel ha denunciado en varias publicaciones que en Europala salud pública tiene menos consideración que los beneficios económicos, algo que puede cambiar cuando la conciencia del problema crezca en la población. Es el objetivo del informe "Directo a tus hormonas" de Ecologistas en Acción.

¿Qué puedes hacer tú?

Los alimentos que consumimos son la principal vía de entrada de los disruptores endocrinos en nuestro cuerpo. Los expertos de Ecologistas en Acción ofrecen los siguientes consejos para reducir los riesgos:

  • Consume fruta y verdura a diario. Las autoridades sanitarias recomiendan un mínimo de 5 al día.
  • Elige alimentos sin plaguicidas, de temporada y locales. Consume alimentos con certificación ecológica, producidos sin plaguicidas sintéticos, siempre que sea posible.
  • Lava y pela la fruta y la verdura. Si no son ecológicos, es la manera más eficaz de reducir la ingesta de pesticidas, pero también disminuye la de nutrientes. Cuando desees utilizar la piel es mejor recurrir a los productos ecológicos.
  • Cuida los alimentos para bebés. Evita los productos sin una garantía específica. Si quieres preparar tú mismo los platos, recurre a productos ecológicos. Y si no, escoge los alimentos infantiles elaborados porque son seguros.
  • Selecciona alimentos con menos plaguicidas. Si compras alimentos sin aval, procura que se hallen entre los menos contaminados. Algunos de los que tienen menos contaminantes son aguacates, cebollas, maíz, ciruelas, uvas pasas, piña, papaya, espárragos, col...