El calor del sol es la referencia a la hora de elegir calefacción.
Por eso, el sistema que instalemos en casa debe respetar el aire que respiramos, debe ser ecológico para no derrochar los recursos finitos de la tierra y debe calentar de una forma envolvente.
Cómo elegir el sistema de calefacción
Hasta que la arquitectura sostenible y los edificios pasivos (que consumen muy poca energía y mantienen una temperatura estable de 20 °C) se popularicen, tenemos que echar mano de un sistema u otro de calefacción. Pero algunos son más sostenibles y saludables que otros.
1. Muro o suelo radiante
Consiste en instalar conducciones de agua empotradas en las paredes o bajo el pavimento, por donde pasa agua caliente. Emiten calor radiante, el más sano y parecido al del sol. La radiación calienta primero los cuerpos sólidos y no directamente el aire (convección).
Así se logra una temperatura uniforme de 18-22 °C. Además, no reseca el ambiente, no genera corrientes de aire ni remueve el polvo, y con ello ácaros, bacterias o mohos. Es uno de los sistemas más eficientes y de mayor ahorro energético, pues el agua circula a temperatura baja, entre 35 y 45°C, frente a los 70 °C que requieren los radiadores metálicos convencionales.
¿Por qué se usa y se conoce poco? Sobre todo porque requiere una instalación compleja y resulta más adecuado para nuevas construcciones o rehabilitaciones en profundidad.
Otras posibilidades más sencillas son el zócalo e incluso el techo radiante –aunque este es menos aconsejado porque el calor puede estancarse arriba–, y los paneles radiantes eléctricos. Algunos inconvenientes son que el muro radiante, para que sea eficiente, no puede taparse colocando muebles, lo que limita la decoración.
En el caso del suelo radiante, la temperatura en los pies es mayor que en la cabeza y puede causar problemas de circulación en personas sensibles. Precio: a partir de 40€/m2.
2. Radiadores de agua y eléctricos
El calor se transmite más por convección (se transfiere a las moléculas del aire) que por radiación (solo un 20%).
Necesitan una elevada temperatura del agua para caldear las estancias (70-75 °C), lo que supone un gran gasto de energía. Al resecar más el ambiente, se necesitará algún sistema que compense la pérdida de humedad.
La convección hace que ligeras corrientes de aire remuevan el polvo, lo que lo hace menos saludable. Además, "cuando los radiadores son de hierro o de acero, pueden dar lugar a alteraciones de los campos magnéticos naturales", advierten desde Amalur Arquitectos, y "las pinturas y tratamientos superficiales, dependiendo de su composición, pueden dar lugar a emisiones tóxicas".
En cuanto a los radiadores eléctricos modernos, retienen el calor durante horas y pueden monitorizarse desde aplicaciones de móvil. El problema es que calentar toda la casa será caro y nada ecológico si no compras o generas electricidad verde.
También pueden crear alteraciones electromagnéticas dentro de casa y esto afecta a la salud.
Pueden encontrarse por un precio a partir de 3.000€.
3. Bomba de calor y conductos de aire caliente
Los sistemas que calientan el aire a través de un circuito con condensador tienen la ventaja de que no se basan en la combustión y poseen una alta potencia calorífica. Si la electricidad que los alimenta es verde, son buenos aliados contra el cambio climático.
Pero si nos atenemos a la salud, ya no parecen tan interesantes. El aire, tras pasar por los conductos y filtros, se carga de iones positivos, que pueden producir cansancio, problemas de concentración, sequedad de las mucosas o dolor de cabeza.
Al lanzar constantes chorros de aire caliente, hay mucho movimiento de polvo y también diferencias acusadas de temperatura entre unos sitios y otros.
En climas fríos no es una opción adecuada: al no calentar las paredes, dispara el consumo eléctrico, y cuando se apaga, el ambiente se enfría enseguida.
El arquitecto Ángel Martínez, por otro lado, alerta de que los conductos de estos aparatos suelen aislarse con materiales nocivos que pueden acabar en nuestros pulmones.
Hay que añadir que producen ruido y alteraciones magnéticas.
Pueden encontrarse a precios a partir de 5.000€, según la superficie.
4. Chimenea tradicional abierta
Su poder calorífico es tan bajo (un 20%) que son un mero elemento decoración.
Si cuentas con una, opta por cerrarla con casetes metálicos insertables, que incrementan su rendimiento hasta el 70% (se pueden encontrar a partir de 250€).
5. Estufa acumuladora
"Ofrece el calor más sostenible después del sol", explica Sara Herrero, integrante de Ekosua y especialista en estas estufas tradicionales de los países del norte. "Solo necesita 12 kilos de leña para calentar toda la casa durante un día. Su combustión es muy eficiente porque aprovecha todo el poder calorífico de la leña, que se acumula gracias a la inercia térmica de los ladrillos refractarios".
"La radiación es la transmisión de calor recomendada para problemas de asma porque no mueve partículas de polvo", concluye Sara.
El inconveniente es que son muy grandes y requieren una obra compleja. Su coste no suele bajar de los 8.000€.
6. Estufas de doble combustión
De alto rendimiento porque aprovechan el calor de la combustión de la leña y el del humo caliente.
Además, su instalación es sencilla y emiten pocos gases contaminantes.
Sería la segunda estufa más eficiente tras la acumuladora. Pero, por contra, son costosas (a partir de 500€), solo calientan un ambiente y consumen oxígeno del interior.
7. Estufas de pellets
También se alimentan de un recurso renovable, la biomasa, obtenida de virutas, serrín y astillas que se prensan en cilindros. Son, pues, ecológicas y con un alto poder calorífico.
Sus ventajas: resultan fáciles de instalar, apenas emiten partículas de la combustión (menos de 1 gramo por hora), se programan a distancia y los pellets ocupan mucho menos que la leña.
Ahora bien, el precio es elevado (a partir de 900€) y los pellets son más caros que la leña.
Fuentes de energía verde para calentar tu hogar
La calefacción consume la mitad del gasto energético en los hogares. Por ello las fuentes renovables son vitales para cuidar el planeta.
1. Biomasa
No solo es leña, sino también astillas, serrín, virutas, pellets, briquetas, orujo o cáscaras de frutos secos. Es ecológica, renovable y ayuda al buen mantenimiento de nuestros bosques.
Es un combustible local y no conlleva procesos nocivos de transformación.
2. Geotermia
Poco conocida, pero rentable a largo plazo. Bajo la capa superficial de la tierra, la temperatura es constante, entre 10 y 18 ºC.
Un sistema de conducciones aprovecha esa cualidad para calentar la casa o enfriarla con mucho menos gasto eléctrico.
3. Solar
Los acumuladores solares pueden calentar el circuito de agua caliente (para radiadores, muros y suelos radiantes).
Los paneles fotovoltaicos proporcionan electricidad verde, que puede acumularse en una batería Tesla (4.500€).
4. Electricidad verde
A nivel ecológico, no importa tanto el sistema como la procedencia de la electricidad que uses en tu casa.
Comprar energía de fuentes respetuosas y renovables, como la eólica, no es hoy una opción más cara, sino al contrario.