Ramos silvestres también en la ciudad
Usar flores y plantas silvestres es una manera de practicar un consumo responsable y sostenible.
El campo es el lugar más habitual donde encontrar los ingredientes para nuestro ramo. Pero en la ciudad también hay muchas posibilidades.
En Brooklyn o Williamsburg, barrios de moda de Nueva York, floristas de nuevo cuño como Amy Merrick (con 164.000 seguidores en su cuenta de Instagram) se fijan en las flores y plantas que crecen en solares abandonados, aparcamientos al aire libre y zonas industriales para crear arreglos de una belleza rara y sutil.
“Todo lo que podemos hacer en este triste y bello mundo es vivir a fondo nuestros valores –dice Merrick–. Digo no a las flores importadas por razones estéticas, filosóficas y medioambientales, y apuesto por flores honestas, silvestres, bellas de verdad y no de manera artificiosa.”
En Lisboa, la francesa Albane (de Kcklico) se mueve impulsada por la misma filosofía: recolecta sus materiales dando largos paseos por la naturaleza y explorando la ciudad. “No hay malas hierbas, todas las plantas tienen su belleza”, dice. “Me conmueven las rebeldes que se abren paso a través del cemento.”