Hay ideas que se repiten como si fueran verdades inapelables y no lo son. "Cada vez viviremos más años". ¿De verdad? ¿Todos y en todas partes o solo algunos? Es cierto que en las últimas décadas ha aumentado la esperanza de vida en los países desarrollados, pero ¿es cierto que seguirá siendo así o nos queremos convencer de ello?
La doctora María Neira es una de las pocas voces que se atreven a advertirnos de que, en realidad, "es probable que nuestros hijos vivan menos que nosotros" y lo hace desde el conocimiento adquirido a lo largo de 12 años al frente del departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la Organización Mundial de la Salud.
María Neira, nacida hace 58 años en La Felguera, en Asturias, trabajó en los campos de refugiados de Médicos sin Fronteras en Honduras, y de ACNUR en Mozambique y Ruanda. Desde hace 12 años es directora del Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la Organización Mundial de la Salud.
Su objetivo es defender la salud de todos ante amenazas como el hambre, el amianto, el mercurio y, ahora especialmente, los pesticidas, el azúcar añadido y el cambio climático. Actualmente su mayor caballo de batalla es la contaminación del aire.
Nuestra salud es la del planeta: si se contamina, tú también
Las amenazas reales que pesan sobre los niños y los jóvenes son formidables. Neira asegura que "nuestra salud depende de la del planeta" y que el aumento de los diversos tipos de contaminación hace que el panorama esté lejos de ser halagüeño.
"La contaminación ocupa ya el espacio más importante como determinante ambiental y social de la salud. Representa un 25 por ciento de la morbimortalidad y se cobra más de 6 millones de muertes al año, que tienen que ver con la falta de agua potable y la contaminación del aire, también con pesticidas y otros agentes químicos", ha afirmado en una entrevista concedida al Diario Médico.
Muchas ciudades son irrespirables
Por eso uno de sus principales objetivos como dirigente de la OMS es reducir a toda costa la contaminación atmosférica. Sus datos son incontestables: "el 90 por ciento de la población mundial respira aire que está por debajo de los estándares de calidad que hemos determinado en la OMS. Hay ciudades donde ya no se puede respirar".
La pobre calidad del aire perjudica a los pulmones de manera aguda y contribuye al incremento de infartos cerebrales, cáncer de pulmón y asma. También afecta al cerebro y a los sistemas inmunitario y endocrino.
En un tuit, Neira ofrecía datos contundentes: "los asesinos mundiales más grandes son el cáncer, la diabetes, la enfermedad pulmonar y la enfermedad cardiaca. La polución del aire es el segundo mayor colaborador de estos asesinos (después del tabaco)".
Hemos de ser más conscientes
Los médicos deben informar. "El día en el que las madres sepan que el asma de sus hijos es fruto de esa contaminación del aire ten- dremos una revolución que podrá ser muy positiva", añade. Los médicos, dice, no tienen que conformarse con tratar las enfermedades, hay que evitarlas con prevención.
En China, el gobierno se ha visto obligado a declarar la lucha contra la contaminación como una prioridad. También es verdad que comprobaron que algunas multinacionales no querían instalarse allí, porque los ejecutivos sabían que en pocos años sus hijos ya habrían perdido algunos meses de vida.
Como en los países europeos la situación no parece tan grave, no ha cuajado la conciencia del problema. Sin embargo, un nuevo dato de Neira nos hace aterrizar: "debido a la contaminación, en Europa mueren 400.000 personas cada año".
Empecemos por cambiar la alimentación
Si recibieran la información adecuada, los padres también cambiarían los hábitos alimentarios en casa y fuera de ella. Neira es muy clara: "hay que decidir si queremos seguir usando la alimentación para destruir nuestra salud o no". Dejarían, por ejemplo, de tomar refrescos casi a diario, porque si lo toman tendrán un problema grave cuando sean adultos.
"Con la obesidad nos estamos autodestruyendo», dice Neira, porque detrás van la diabetes tipo 2, las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, la hipertensión crónica…
Hay que poner impuestos al azúcar
Pero toda la responsabilidad no puede recaer en la familia. Por eso Neira trabaja a favor de que las empresas se comprometan con la salud y los gobiernos tomen medidas como establecer impuestos para las bebidas con azúcar.
Igualmente recuerda que se debe reducir el consumo de carne procesada y roja, declaradas respectivamente cancerígena y probablemente cancerígena por la OMS hace dos años.
Las políticas que necesitamos
Las políticas públicas que deben cambiar, según Neira, son las que rigen la producción de energía, el urbanismo, el transporte, la emisión de contaminantes al aire y la producción de alimentos. Esta es la agenda política que debería preocuparnos.
Para Neira, el interés de la salud, y no exclusivamente el económico, debería inspirar todas las políticas públicas y en conjunto definir un modelo de desarrollo sostenible.
De todos estos factores, Neira llama la atención especialmente sobre el tipo de energía que queremos tener. Adoptar energías sostenibles, limpias y asequibles tendría una repercusión importantísima sobre la salud.
Los médicos deben participar
Si los profesionales y las autoridades sanitarias dedicaran una parte pequeñísima de su esfuerzo a influir con argumentos científicos sólidos sobre la planificación urbanística saludable o la producción de energía, o a forzar medidas sobre la alimentación, por ejemplo, el retorno en una mejora de la salud sería enorme, según Neira.
Actuar en esos terrenos es la única manera de ir al origen y corregir las verdaderas causas de muchas enfermedades.