"No hacer sufrir a los animales es una absoluta prioridad"

El filósofo francés Frédéric Lenoir se suma a la lucha por la defensa de los animales desde una perspectiva ética y legal: reconocer sus derechos es urgente.

Entrevista a Federic Lenoir

Los vídeos sobre la sobreexplotación animal en las granjas intensivas causaron en Frédéric Lenoir repulsa y dolor cuando los vio, y le han llevado a escribir Carta abierta a los animales (Ariel, 2018).

"Gandhi nos decía que el valor de una civilización es su forma de ocuparse de los más débiles y estos son los animales, completamente a la merced de los hombres porque no tienen voz para defenderse. Así que tenemos que hacerlo nosotros por ellos", dice Lenoir, retándonos a demostrar nuestra superioridad moral.

Frédéric Lenoir, por los derechos de los animales

El interés de de Frédéric Lenoir por el bienestar animal no es nuevo. Como activista por los derechos de los animales también ha fundado la asociación Ensemble pour les animaux y más tarde cofundado SEVE, Savoir Être et Vivre Ensemble.

Además de filósofo, sociólogo e historiador de las religiones, autor de más de 50 obras, entre ensayos, novelas y cuentos. Hablamos con él sobre su manera de entender la defensa de los derechos de los animales.

—¿Se quedará en utopía la ampliación de los derechos de los animales o fraguará otra conciencia?
—Yo soy tremendamente optimista. Creo que todo puede cambiar mucho, aunque las costumbres alimentarias estén muy arraigadas.

Cada vez más personas denuncian la manera como se trata a los animales en la ganadería intensiva, y más gente se interesa por sus características, sensibilidades e inteligencias. Por ejemplo los niños, que tendrán un comportamiento distinto al de nuestras generaciones.

Por eso el Derecho va a evolucionar, como ya estamos viendo en las consideraciones tomadas a nivel europeo, en las que los animales tienen un estatus que ha evolucionado. Ahora muchos países los reconocen como seres sensibles que debemos proteger.

—¿Cuál es el derecho más importante y urgente que deben adquirir ya los animales?
—No hacerles sufrir es la prioridad absoluta. Todo sufrimiento inútil debe ser prohibido.

En el caso del sacrificio en el matadero deberíamos hacer obligatorio su aturdimiento antes. Y en la vivisección hay muchos métodos alternativos para evitarles la muerte.

—Del sacrificio cruento no se libran hoy ni los animales ecológicos… ¿Por qué se impide a los ganaderos usar los mataderos móviles si estos ahorran sufrimiento?
—Porque los mataderos fijos, con unas condiciones higiénicas muy rigurosas, hacen presión para que la ley prohíba los móviles.

Por eso una serie de asociaciones estamos luchando para que se permita el sacrificio en la granja. La solución la han encontrado países del norte de Europa como Noruega; han creado camiones muy modernos donde los animales se sacrifican sin sentir estrés ni angustia, sin darse apenas cuenta, y donde se congelan en el momento del despiece.

Comprar menos carne

—Cada vez tenemos más mascotas pero se consume más carne. ¿Es una contradicción?
—Es fruto de la esquizofrenia en la que vivimos. A nuestros animales los tenemos cerca y por eso los comprendemos.

Pero hay que conocer la realidad porque lo que no vemos y no conocemos no nos conmueve ni nos genera culpabilidad. Esto es lo que sucede cuando descubrimos el sufrimiento que se esconde detrás de la carne que consumimos. Al ver cómo viven estos animales de las granjas industriales ya no lo podemos soportar.

Por eso en los últimos tres años mucha gente en Francia se ha vuelto vegetariana, porque ha visto vídeos insoportables sobre el sufrimiento animal en la ganadería que no imaginaba.

—Detrás hay un emporio empresarial no tan fácil de desmantelar…
—Lo mejor es que los consumidores compren menos carne. Y una vez que la industria vea esta reducción del consumo tendrá que cambiar sus prácticas si quiere sobrevivir. No es imposible.

Cada vez más gente compra huevos ecológicos y camperos y más restaurantes proponen menús veganos o indican la procedencia de sus animales. Además, hay toda una educación que tenemos que llevar a cabo sobre la alimentación vegetariana que, aunque es saludable, se percibe como poco sabrosa y triste.

Elegir seres vivos menos sensibles

—A la hora del consumo animal, usted marca una jerarquía o distingue entre especies…
—Hay que partir de que nuestra ley de vida es alimentarnos de otro ser viviente, ya sea un vegetal o un animal, porque incluso una zanahoria también tiene una sensibilidad.

Pero hay que elegir, y la elección es comer animales o vegetales lo menos inteligentes, conscientes y sensibles al sufrimiento. Entonces será mejor matar a un insecto, proteína que aconseja la Organización Mundial de la Salud, que a una vaca.

Todos los animales pueden tener sentimientos, pero hay que ver cuál es el grado de evolución de las emociones, sufrimiento e inteligencia de cada uno.

—El cambio climático y la falta de recursos naturales va a forzar un cambio en la alimentación hacia el veganismo o el flexitarianismo. ¿Lo ve como una oportunidad?
—Desde el momento en que una hectárea permite alimentar a tres personas carnívoras o a cincuenta vegetarianas, hay que aceptar que la humanidad se ve obligada a reducir considerablemente su consumo de carne porque, además, el agua escasea y la ganadería es la segunda causa de calentamiento global.

Lo terrible es que, mientras tomamos consciencia, países emergentes como China o India quieren alimentarse como los occidentales y aumentan su consumo de carne.

Hacerse vegetariano

—¿Cómo se puede llegar al vegetarianismo al que usted aspira?
—Hacerse vegano de una día para otro me parece perfecto, pero la verdad es que pocas personas pueden hacerlo.

Yo ya no compro carne, únicamente pescado, porque creo que me sienta bien comer un poco de proteína animal, pero con el tiempo espero hacerme vegetariano estricto. Así que es mejor hacerlo paso a paso, ir disminuyendo el consumo de carne o, en todo caso, comprar solo la que provenga de ganadería extensiva.

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—¿Hasta qué punto se ha disociado hoy el hombre de los animales?
—Cuando yo era pequeño, en el pueblo donde veraneaba todos tenían cerdos, ovejas, gallinas y sentían mucho más respeto por ellos.

Cada dos o tres años se mataba un cerdo y eso formaba parte de las etapas de su vida. Pero hoy casi no hay ganaderos que tengan contacto con los animales porque el 90% de la carne que comemos proviene de la ganadería industrial.

—Una realidad como la de aquí…
—Si viviéramos en contacto con los animales tomaríamos conciencia antes de su sufrimiento, de sus distintas cualidades y formas de inteligencia. Conocerles es la mejor manera de respetarlos porque no son tan diferentes de nosotros.

—El libro recoge grandes retos como que ningún humano tendrá derecho a poseer un animal, comprarlo o venderlo, o que habrá abogados que los defiendan...
—Cuando reconozcamos derechos a los animales, podrá haber abogados que se presenten como parte civil para defenderles de sus dueños cuando no reciban buen trato.

Pero no creo que haya que devolver a todos los animales a la vida salvaje. Para los animales domesticados necesitamos la figura del propietario porque dependen de él para su alimentación y su cuidado.

Además muchos han encontrado un vínculo con el hombre y hay que usarlo de forma positiva; por ejemplo, para ayudar a los niños con autismo… Estos también benefician a los animales porque ellos también sienten empatía por los seres humanos.

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