Salvados pone en apuros a la industria cárnica

Jordi Évole logra impactantes imágenes sobre las condiciones en que viven unos cerdos de granja y denuncia las graves consecuencias que tiene el excesivo consumo de carne actual.

Salvados y los cerdos de granja

Hay imágenes que no se olvidan y, seguramente, para muchos las imágenes que ayer se vieron en Stranger Pigs, el reportaje de Salvados para la Sexta, serán de esas. También algunas de las cosas que se contaron sobre la industria cárnica y las consecuencias de nuestro excesivo consumo de carne.

Jordi Évole puso en apuros a la industria cárnica al mostrar las condiciones de vida de los cerdos en una granja murciana propiedad de la empresa Cefusa, que suministra su carne al grupo El Pozo.

El periodista no había logrado que ninguna granja accediera a mostrarle sus instalaciones y se coló en esta acompañado de activistas de Igualdad Animal.

Uno de esos activistas da cifras escalofriantes: en España cada año se mata a 47 millones de cerdos en el matadero, pero a ellos se suman unos 6 millones de cerdos que mueren antes de llegar por las condiciones de vida que soportan las granjas.

Évole denuncia el maltrato animal en las granjas

Al tiempo que se emitía el programa, la empresa El Pozo se defendió en Twitter tachando el programa de tendencioso y alegando que las imágenes se grabaron en una unidad de recuperación sanitaria.

A esas unidades van a parar animales con algún tipo de malformación o enfermedad de nacimiento, cuya evolución debe controlarse. Según la empresa, en ningún caso se destinaron o pudieron destinarse a consumo humano en esas condiciones.

Sin embargo, Jordi Évole les recordó, y todos pudimos verlo, que les ofreció en varias ocasiones la oportunidad de explicarse y ofrecer su versión en el programa, y que declinaron hacerlo.

Quienes sí participaron en el programa fueron personas críticas que conocen bien el sector y que poco a poco fueron poniendo sobre la mesa algunos de los abusos que se cometen actualmente en la industria cárnica, con todas las implicaciones que ello tiene para nuestra salud, el clima, las condiciones laborales del sector y el bienestar animal.

Uno de los principales problemas que salió a relucir en varias ocasiones a lo largo del programa fue la desinformación entre los consumidores: el hecho que de, al comprar una barqueta de carne en el supermercado, no se sepa cómo ha llegado esa carne hasta allí, sea por falta de información veraz o por no querer saber.

90.000 granjas de cerdos en España

Uno de los entrevistados en el programa fue Florent Marcellesi, eurodiputado de Equo-Primavera Europea.

Marcellesi recordó que en España cada persona come de media unos 50 kg de carne de animales terrestres al año, el doble del máximo que recomienda la OMS por motivos de salud.

Pero no solo eso: recordó también las consecuencias que esto tiene en diferentes ámbitos.

Para poder responder a una demanda tan grande, casi toda la ganadería es intensiva: más del 99% de la ganadería. De las 90.000 granjas de cerdos que hay en España, 80.000 son de ganadería intensiva y solo 155 granjas son ecológicas.

En este tipo de ganadería intensiva, el bienestar animal no es una prioridad y el uso de antibióticos está generalizado, lo que contribuye al aumento de resistencias que se viene denunciando en estos últimos años.

La ganadería ecológica permitiría evitar esa exposición a antibióticos, aunque la mayoría de gente se queja de que la carne producida así resulta demasiado cara. Una familia de ganaderos ecológicos invitó a preguntarse si no sería al revés: si la carne de ganadería intensiva no sería demasiado barata... y por qué es así.

Marcellesi denunció asimismo la falta de transparencia de la industria cárnica, tanto en lo que respecta al proceso de producción de carne como a las condiciones de los trabajadores de los mataderos. Algunos de ellos expusieron ante las cámaras las lamentables condiciones laborales en las que desarrollan su trabajo.

Prácticas ilegales de maltrato animal

Sobre algunas prácticas ilegales que tienen lugar en las granjas habló Alfonso Senovilla, veterinario e inspector de matadero.

Senovilla es vegano desde hace unos años, pero ve en su trabajo en las granjas una oportunidad de hacer algo por los animales que se destinan a consumo humano. "Tenemos que desterrar la idea de que los animales están libres por el campo. Imagina que los 840 millones de animales que sacrificamos en nuestro país estuvieran libres... habría cerdos y pollos por las calles. Están encerrados en naves", comentó.

Para Senovilla, visitar un matadero es una experiencia que no deja indiferente a nadie, aunque lo que se haga allí sea completamente legal. Sin embargo, también opinó que "el matadero es muy desagradable, pero son infinitamente peores las condiciones de los animales en las granjas".

Especialmente hiriente resultó su precisa descripción de cómo se castra a cerdas y cerdos en las granjas utilizando "utensilios que podrían ser similares a los potros de tortura que se utilizaban en la Edad Media" y sin ningún tipo de anestesia.

La granja de los horrores

Jordi Évole y su equipo pudieron comprobar las condiciones en que se encontraban los animales en una granja de cerdos de la región de Murcia a la que accedieron clandestinamente con las cámaras con ayuda de la ONG Igualdad Animal. Había cerdos muertos tirados entre otros que sufrían malformaciones o heridas, y algunos se estaban comiendo a otros.

Aunque el mismo activista de Igualdad Animal admitió no haber visto antes nada semejante y la organización ha denunciado el caso, se han dado a conocer las condiciones de los animales en las granjas en otras muchas ocasiones.

La administración realiza inspecciones en las granjas y los mataderos para garantizar que se cumplen las normativas de sanidad y bienestar animal. Sin embargo, esa granja estaba funcionando y nadie parecía haberlo detectado.

Interrogado sobre cómo es posible que no se detecten casos así en las inspecciones, el director general de ganadería de la región de Murcia Francisco José González Zapater se defendió alegando que debía tratarse forzosamente de un caso aislado de un ganadero "sin escrúpulos", pero descargó de toda responsabilidad a la administración.

Contra las acusaciones de que se suele avisar a las empresas cuando se va a producir una inspección, señaló que se hace así en cumplimiento de la normativa europea, que establece un plazo máximo de preaviso de 72h para que el ganadero pueda preparar la documentación necesaria.

Ni la empresa El Pozo, a la que suministra la propietaria de la granja Cefusa, ni Interporc o la Asociación Nacional de Industrias de la Carne de España (Anice) accedieron a participar en el reportaje, pese a que se les ofreció hacerlo. Ahora se acusa a Jordi Évole de actuar capciosamente y presentar como generalizado algo anecdótico y tergiversado.

Dejar de mirar hacia otro lado

En cualquier caso, las cifras hablan por sí mismas y programas como el de Jordi Évole hacen muy bien en recordarnos que deberíamos preguntarnos qué hay detrás de lo que consumimos y qué consecuencias tienen nuestros hábitos.

"Comer no solo es un acto fisiológico e individual: es también un acto de gran incidencia social y ecológica", escribe Florent Marcellesi en su página web en el artículo "Comer bien para vivir mejor: ¡Reduzcamos nuestro consumo de carne!".

No quedarnos con la imagen idílica que transmite la publicidad e informarnos es el primer paso para poder hacer elecciones más conscientes y luchar contra situaciones como las que sí pudimos ver todos.

Si te lo perdiste, puedes ver el programa entero o bien solo los momentos más destacados en la página web de la Sexta.

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