La vida es un proceso que nos tiene como protagonistas. Es nuestra forma de hacer o de dejar de hacer lo que condiciona el presente y el futuro. Por eso es importante tomar conciencia de nuestras acciones y encaminarlas hacia un modo de estar que nos llene de plenitud. Ante los retos de la vida, las formas de adaptación son infinitas, y el viejo código de enfrentarse o huir toma las más diversas formas.

Poco a poco vamos conformandola manera en que preferimos vivir. Todos lo hacemos, incluso aquellos que se creen víctimas de su entorno. Pero demasiadas veces se trata de un simple ir tirando, de sobrevivir.

De ahí que para sentirse plenamente satisfecho sea necesario buscar el modo de construir un bienvivir. Se trata de una elección, de enfrentarse a retos y objetivos, descubrir las propias fuerzas y querer ser conscientes de quiénes somos y cómo es lo que nos rodea. Independientemente de las circunstancias de nuestra vida hasta el momento, todos podemos escoger cómo nos gustaría que fuera el futuro e intentar construirlo.

Existen pautas que ayudan a llevar una vida de mayor calidad.¿Cuál es el secreto? Se puede apostar por una forma de hacer más sana, más gozosa, más auténtica. Se trata de adoptar pequeños hábitos que enriquecen la existencia y le dan nuevas perspectivas.

1. Comer mejor, vivir mejor

La forma de alimentarse configura una forma de entender la vida. Para mejorarla es necesario observar los hábitos actuales y la actitud ante el acto de comer. Así es posible advertir si las ansiedades o temores sustituyen al verdadero apetito y si las pautas alimentarias responden a patrones de salud efectivos. Si no es así, se puede iniciar un camino para alimentarse de forma más saludable.

Esto implica partir de una alimentación basada en materias primas de calidad en la que predominen cereales, legumbres, frutas, hortalizas y frutos secos. Platos sencillos con variedad de ingredientes naturales y que den prioridad a los alimentos en crudo.

Las ensaladas diarias y el consumo de fruta son imprescindibles para un buen equilibrio nutricional. Se puede participar en la generación de alimentos por medio de pequeños huertos ecológicos.

2. Hacer ejercicio

Es muy recomendable practicar técnicas que proporcionen fuerza, gracia y flexibilidad. Cuando una persona hace regularmente ejercicio, su cuerpo es más ágil y, al aumentar su flujo de endorfinas, se siente más contenta.

Si además incluye destrezas relacionadas con el conocimiento de la respiración y la meditación activa, gana en capacidad de concentración. Un mismo acto repercute en todos los planos de su salud.

Existen incontables centros que pueden guiar y una gran variedad de técnicas que incluyen desde los más diversos estiramientos hasta danzas o artes marciales, pero lo más importante es la constancia, al igual que en la higiene dental. Por otra parte, caminar, correr, nadar o ir en bicicleta activan la circulación sanguínea, reequilibran las constantes vitales y proporcionan el placer del contacto con el medio ambiente.

3. Aprender a respirar

La respiración acompaña todos los estados vitales y emocionales. Una buena respiración lleva más aire a los pulmones y más oxígeno a la sangre y las células. Eso nos hace sentir tranquilos, calmados y más lúcidos.

A la inversa, una respiración entrecortada o contaminada con sustancias tóxicas, como la nicotina, lleva menos oxígeno y disminuye la capacidad vital. Es un instrumento siempre a mano que nos permite intervenir sobre los estados de ánimo. Aprender a reconducirla puede ayudar, por ejemplo, en un examen o en una retención de tráfico.

Para mejorarla hay que observarla. ¿Es tenue o queda tan comprimida que casi nos ahogamos? ¿Está alterada y se nos desboca? ¿O es abierta, tranquila y generosa? A menudo la forma de respirar va acompañada de una determinada postura corporal, e incluso de un modo de encarar la vida, y al actuar sobre uno de estos factores mejoran también los que le acompañan.

  • Se puede aprender a respirar sentado tranquilamente, con las piernas paralelas y la espalda recta, en casa, en el autobús o en la sala de espera del dentista.
  • Se colocan las manos sobre el ombligo y se deja que las puntas de los dedos corazón se junten levemente.
  • Al inspirar se lleva el aire tan abajo como se pueda y se nota que los dedos se separan y el abdomen se hincha.
  • La espiración ha de ser lenta, hasta que los dedos vuelvan a juntarse. Puede ir acompañada de un suspiro o un bostezo.
  • También se puede practicar estirado sobre la cama o en el suelo, con las rodillas flexionadas. Se hacen tandas de seis respiraciones varias veces al día, hasta acostumbrarse.

4. Más contacto con la naturaleza

No podemos llevar una vida del todo saludable sin el contacto con la naturaleza, que nos reequilibra. Nos llena de satisfacción porque nos permite admirarla y sentirnos partícipes de ella. No siempre se trata de grandes momentos, frecuentemente su magia se manifiesta en la contemplación de detalles que nos maravillan.

Todo lo que compone la naturaleza es susceptible de ser observado con asombro, desde el color y la forma de la más humilde piedra hasta la magnitud de una tormenta.

Podemos entregarnos a su contemplación con todos los sentidos. ¿Quién no recuerda el aroma de la tierra húmeda o el tacto de la arena en la planta de los pies? ¿Quién no valora el trino del ruiseñor o el sabor de un higo? Todos ellos nos llevan a ser más humildes, más receptivos, a agradecer las maravillas y a aprender que el misterio de la vida nos enseña a vivir mejor.

5. Ser proactivo

Se puede pasar por la existencia realizando las tareas cotidianas como una obligación, moviéndose en un universo de baja intensidad que no produzca gozo. Pero también se puede aprender a ser proactivo, a darse cuenta de que cada uno está creando su realidad, a escoger lo más positivo.

Es un enfoque más lúcido para encarar la vida, para acompañar a los seres queridos y para relacionarse con el mundo. Contamos con elementos que nos ayudan en esta forma de hacer.

6. Practicar la calma

Es necesario que cada persona pueda tener algunos momentos de serenidad a lo largo de su jornada diaria, porque constituyen un acto de respeto hacia uno mismo. Si somos incapaces de encontrarnos con nosotros mismos en algún momento del día, difícilmente sabremos qué estamos haciendo con nuestras vidas, ni por qué.

No es imprescindible recurrir a una técnica difícil, sino estar tranquilo y a gusto en ese momento íntimo. Son minutos que permiten profundizar en uno mismo y en el sentido de la existencia.

Se puede empezar de modo progresivo con espacios de tiempo breves, "robados" a la actividad cotidiana. En esos instantes lo importante es la calidad de la situación y su carácter de pausa en el torrente de estímulos en que nos sumergimos a diario. También cuenta que el espacio acompañe y sea todo lo armonioso y bello que podamos permitirnos.

Un buen lugar suele ser el propio hogar si podemos estar solos y recogernos en algún espacio. También se puede acudir a una de las múltiples escuelas de meditación que existen. La meditación en grupo tiene el valor añadido de multiplicar la concentración de cada uno, así como de crear estados de conciencia muy elevados y sanadores.

7. Honestidad para conocerse

La práctica de la calma sirve para llevar la atención hacia el ser interno. También existen numerosas técnicas de crecimiento personal que ayudan en el camino de conocerse mejor. En este trayecto hacia el descubrimiento del propio ser, surge la cuestión sobre nuestra proyección.

Si podemos llegar a vislumbrar nuestra esencia llena de potencialidad, querremos llegar a hacerla real. Tener la voluntad de ser uno mismo es un acto de honestidad y coherencia. E implica valentía para actuar de acuerdo con aquello que sabemos que es lo más apropiado.

A medida que se avanza en el ejercicio de caminar de acuerdo con el ser más auténtico, se dispone de más fuerza y de la energía vital que surge de la serenidad. Este incremento energético se manifiesta siempre en la necesidad de abocar la acción más allá del propio pequeño universo de comodidad.

Uno quiere participar, operar sobre el entorno, observando con conciencia las situaciones que le rodean y participando, implicándose en un hacer equilibrado y beneficioso hacia su círculo primero, y hacia sucesivos círculos concéntricos y más amplios después.

8. El entusiasmo como motor

El entusiasmo es una fuerza interna que se suele invocar en momentos excepcionales, pero con la que también podemos teñir los actos más corrientes. Tanto en las alegrías como en las dificultades se puede buscar en uno mismo esta fuente para encontrar lo que cada circunstancia nos puede aportar de bueno, lo que nos puede hacer crecer, aprender, continuar.

Se puede cultivar el entusiasmo como quien cultiva una flor. Todos los actos que deleitan íntimamente son fuentes de entusiasmo. La mejor forma de alimentarlo es viviendo esos instantes bellos.

Se puede recordar cada noche los momentos hermosos del día y visualizar cada amanecer las oportunidades que se despliegan por delante. El entusiasmo se desarrolla con mayor firmeza en un ambiente armonioso, entre sonrisas y alegría, ya que una disposición animosa es una fuente de logros.

Ayuda a perseverar a pesar de las dificultades cuando forman parte del proceso hacia un objetivo valioso. Alimenta la confianza en que se va a superar un obstáculo, la paciencia para afrontarlo y la satisfacción de lograrlo.

9. Confianza para avanzar

La confianza se basa en el conocimiento de las propias potencialidades y de su desarrollo. Consiste en profundizar en ellas sin temores impuestos. Es una forma decidida de avanzar más allá de los prejuicios y las limitaciones mentales siempre que el crecimiento de la propia esencia lo pida. Permite dar saltos, no al vacío, sino un paso más allá.

Los intentos de superar los límites generan nuevas posibilidades. Los retos con que nos vamos encontrando pueden sugerir respuestas creativas: probar nuevas perspectivas, mejorar el aprendizaje, desarrollar estrategias de cooperación… El bagaje insospechado de destrezas que tiene cada persona puede llegar a sorprender, y ensanchar así los horizontes de la seguridad personal.

10. Comprometerse para mejorar la sociedad

Vivimos en una realidad interconectada con otras, y para completar el proceso de desarrollo debemos abrir los ojos y tomar conciencia de lo que ocurre alrededor, más allá de la puerta de casa: en el entorno laboral, de estudios, o en el barrio. También es importante ser proactivo ante la sociedad de la que formamos parte. Todos estamos interconectados y nos afecta lo que sucede en la situación social, política o económica.

Podemos optar por permanecer ajenos a ella, pasivos, pero entonces nunca sabremos el porqué de lo que ocurre. Si por el contrario decidimos informarnos y participar, especialmente si nos unimos formando parte de grupos afines, nuestra opinión y forma de ver el mundo podrán ser expresadas y resultar fructíferas.

Debemos tomar conciencia de que todos nosotros creamos el mundo en el que nos gustaría vivir. Cada uno de nuestros actos tiene una repercusión en el mundo, y si es un hecho inconsciente creará más inconsciencia y tal vez dolor.

En cambio, si es consciente e iluminador puede generar una situación más favorable para todos. Entendernos como sujetos de este proceso nos hace caer en la cuenta de nuestra responsabilidad personal, la que hemos ido cultivando durante todo el camino del bienvivir.

11. Optimizar la colectividad

Nuestra capacidad llevada a su mejor punto es susceptible de ser ofrecida para optimizar la colectividad. Es el momento de contribuir a crear una mejora en lo social, lo científico, lo cultural, lo político, lo artístico o cualquiera de las ramas que se sea capaz de desarrollar. Es un gesto de madurez que se refleja en una proyección, profesional o de carácter voluntario, orientada hacia un compromiso de participación social.

En este periodo histórico la suma de muchas manos teje una red que realmente puede servir de soporte para el crecimiento y la esperanza. Allá donde el desconcierto por la actitud de algunos poderes genera descontento, la fuerza de muchas personas conscientes genera confianza.

Cada uno de nosotros, con nuestras mejores aptitudes formamos parte de un cambio cualitativo que se está generando minuto a minuto. Un cambio que tiene que ver con nuestra propia emancipación personal en un primer paso y, en consecuencia, con la del conjunto que formemos.