El estrés por la pandemia afecta al desarrollo emocional de niños y adolescentes: ¿cómo ayudarles?

Niños, niñas y adolescentes son de los colectivos que han vivido la pandemia con más estrés y, según un nuevo estudio, el estrés mantenido durante la infancia puede afectar a su desarrallo emocional. Sin embargo, podemos ayudarles para evitar que sufran estas consecuencias. ¿Cómo hacerlo?

Desarrollo emocional adolescentes pandemia
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Un 86% de nuestros menores ha experimentado cambios emocionales de diversa índole durante esta pandemia, según un estudio realizado por la Universidad Miguel Hernández y Unviersitá degli estudi di Perugia. Los resultados nos cuentan que:

  • En el 69,9% de los casos se detectó la presencia de emociones negativas o desagradables.
  • Un 31% presentó problemas de sueño.
  • Un 24,1% desarrolló problemas de conducta.

Entender por qué ha impactado así la pandemia en ellos y la repercusión que puede tener en su desarrollo emocional nos permitirá ayudarles a reconducir su malestar para evitar que degeneren en situaciones de aislamiento emocional y social, y también nos mostrará que debemos confortarles y ayudarles a afrontar sus miedos, angustias, ansiedades, sentimientos de pérdida y preocupaciones a la hora de abordar estas transiciones difíciles.

Por qué los menores han sufrido tanto estrés durante la pandemia

A lo largo de estos meses todos hemos transitado por un escenario pandémico extraordinario caracterizado por vivir inmersos en altas cotas de incertidumbre, preocupación y desconcierto.

Desconocíamos qué iba a pasar o cómo iba a ser nuestro futuro al tiempo que éramos interpelados de forma constante para buscar nuevas formas de afrontamiento y adaptación.

La consecuencia más inmediata de este proceso adaptativo acelerado es que se caracterizó por un incremento significativo de los agentes de estrés.

En la actualidad se sabe que uno de los colectivos más afectados en su bienestar emocional son los niños, niñas y adolescentes. ¿Por qué?

  • Sufrieron un doble impacto a nivel psicológico y una merma de recursos materiales

Como decíamos este impacto doble está relacionado a nivel psicológico como a nivel de recursos materiales diferenciales que comprometieron tanto su desarrollo afectivo como académico.
Y se sumaron varios factores:

  1. El impacto de la experiencia del confinamiento.
  2. La merma en su desempeño académico relacionado con diferentes situaciones de partida de las familias tanto en los recursos de afrontamiento como en los socioeconómicos.

Estas últimas carencias materiales dificultaron mucho que una buena parte de los alumnos tuvieran un acceso adecuado a los contenidos escolares como ya recogía en su informe la organización Save The Children.

  • Experimentaron una lucha: entre el miedo y la necesidad de socialización

La naturaleza de las tensiones emocionales internas que albergaban nuestros estudiantes en su interior era una lucha encarnizada entre el miedo al contagio propio y de sus mayores y la necesidad imperiosa de salir y relacionarse con sus compañeros porque solo así encontraban que podían desarrollarse de forma adecuada en esta etapa vital tan importante para ellos.

  1. De la noche a la mañana su estilo de vida fue radicalmente alterado y sufrieron una ruptura vital en sus hábitos diarios dejaron de poder ver a sus amiguitos y profesores.
  2. Renunciaron a abrazar a sus abuelos y familiares que les colmaban de cariño y atenciones al tiempo que les proveían de un sentimiento cálido de seguridad.
  3. Muchos de ellos fueron testigos involuntarios en sus familias de angustiosas muertes, situaciones de enfermedad y sufrimiento, amen de Ertes, despidos y preocupaciones económicas.

Todos estos elementos de riesgo en su desarrollo emocional que fracturaron el sentimiento necesario de seguridad interna y provocó sufrimiento emocional.

¿Puede el estrés afectar al desarrollo emocional de los menores?

Un nuevo estudio dirigido por el catedrátido de Biología de la Universidad de Valencia Juan Nácher y publicado en la revista Neurology of Stress (2021), sugiere que las experiencias adversas y negativas durante los primeros años de la vida comprometen el desarrollo de ciertas regiones del cerebro, sobre todo la zona de la corteza prefrontal la cual está relacionada con la modulación de las emociones y la autorregulación emocional.

Parece ser que someter a las personas a un estrés prolongado en las últimas fases de la infancia y adolescencia altera las denominadas neuronas inhibidoras relacionadas con el control y la sincronización de las redes neuronales de nuestro cerebro y que éste actuaría como un factor predisponente en el desarrollo de ciertas patologías psiquiátricas.

La buena noticia es que, curiosamente, un grupo de estudiantes que fueron entrenados en habilidades de autorregulación emocional para el desarrollo en otro estudio en curso previo a la emergencia de la pandemia vieron cómo éstas ayudaron de forma importante a amortiguar las emociones negativas asociadas al contexto pandémico.

Es decir, estar entrenados en una habilidad propia de la corteza prefrontal, que es a su vez la más alterada bajo situaciones de estrés continuado, actuó como un robusto factor de protección frente al estrés excesivo y prolongado en el tiempo.

Todo esto conduce a pensar en la vital importancia de implementar estrategias tempranas de prevención e intervención psicológicas para desactivar el impacto de las emociones negativas asociadas a la pandemia y contribuir a su modulación.

¿Qué hacer para que el estrés no cause estragos en niños y adolescentes?

Lo esencial en esta situación es que estos agentes estresores, especialmente aquellos que inciden en las etapas más tempranas de la vida, puedan ser adecuadamente abordados para anular o reducir su impacto negativo. Para ello, resulta especialmente importante proveerles de las herramientas adecuadas de afrontamiento.

  • Podemos ofrecer apoyo emocional real.
  • Promover contextos de seguridad y de confianza para ayudar.
  • Colaborar con sus familias y la comunidad educativa para que así nuestros niños/as y adolescentes sientan firmemente que sus necesidades pueden ser acogidas y comprendidas de forma cálida y empática y que sobre todo estamos ahí para ayudarles a tolerar y manejar frustraciones asociadas al contexto pandémico como puede ser con el manejo de la distancia física y las restricciones sociales.
  • Podemos acompañarles y ayudar a reconducir su malestar.

Solo si ofrecemos la ayuda adecuada cuando la necesitan los haremos resilientes y podrán adaptarse exitosamente a las adversidades.

Como dijo Tfofa (2018) "debemos actuar en la vida no ignorando los peligros, los riesgos o los aspectos negativos sino profundizando nuestra visión de lo negativo para extraer un sentido y, al mismo tiempo que trabajamos en asimilarlo, debemos enfocarnos en lo que realmente importa y en dónde es necesario apoyar para mantener el rumbo hacia un resultado exitoso y significativo".

Solo así conseguiremos que nuestras niñas, niños y adolescentes hablen en el futuro de la pandemia como una bella experiencia personal difícil pero plena de sabio autoconocimiento y realización.

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