1 /6

1 / 6

1. Aplaude para relajarte

Cualquier sonido puede modificar el ánimo, pero el más importante es el que se realiza con el propio cuerpo.

Aplaudir alrededor del cuerpo moviliza la energía del organismo, la transforma y permite recuperar el humor perdido. Con los aplausos, los tejidos vibran y se activan estímulos mentales.

Para ello debes seguir las siguientes indicaciones:

  • Colócate de pie o sentado.
  • Recorrido ascendente. Comienza a aplaudir desde la pelvis, realizando con las manos y los brazos un círculo que sube por la parte izquierda del cuerpo hasta llegar a la cabeza. En este recorrido aplaude siete veces.
  • Recorrido descendente. Continúa aplaudiendo otras tantas veces descendiendo por la parte derecha del cuerpo hasta la pelvis.
  • Hazlo tres veces en cada sentido y después observa lo sucedido.

2 / 6

2. Abre tu respiración y libérate

  • Escucha tu respiración y siente en qué lugar del tronco se expande al inspirar. 
  • Coloca la mano derecha sobre ese punto y realiza cinco respiraciones. Siente cómo el aire mueve la mano arriba y abajo.
  • Pon la mano izquierda donde no hayas sentido la expansión del tronco y observa durante cinco respiraciones si realmente hay o no hay expansión.
  • Imagina que el aire que inspiras va hacia las palmas de las manos desde los pulmones y que desde las palmas de las manos lo expiras a través de los pulmones por la nariz.
  • Al final, deja las manos a los costados del cuerpo, escucha atentamente la respiración durante 10 respiraciones y observa cómo ha cambiado.

3 / 6

3. Palmea para despejarte

  • Pon las palmas de las manos una frente a la otra y frótalas realizando círculos.
  • Con las muñecas relajadas, palmea vigorosamente con las puntas de los dedos la zona del pulmón, bajo las axilas y la parte alta de la espalda, hasta donde llegues.
  • Frota con las palmas el cuello, desde la parte alta del pecho hasta la nuca y debajo de la mandíbula.
  • Con las yemas de los dedos sobre la cabeza, palmea muy tenuemente desde la frente hasta la nuca
  • Acaricia la cara 3 veces con las palmas hasta las puntas de las orejas. Ve aumentando la presión.
  • Lávate en seco con las palmas desde la frente hasta la nuca y desde el cuello hacia delante con los brazos relajados.
  • Escucha tu cuerpo tres respiraciones.

4 / 6

4. Aprieta y suelta los pies

  • De pie o sentado, con las piernas flexionadas, presiona levemente con los dedos del pie izquierdo contra el suelo y suelta.
  • Repite cinco veces y observa las diferencias con el otro pie.
  • Presiona con el empeine y suelta, con el talón y suelta. Escucha y compara los pies.
  • Levanta la pierna 1 cm y luego déjala caer a plomo.
  • Repite el ejercicio con el otro pie.

5 / 6

5. Sube los omoplatos y destensa

Al subir los omoplatos, la respiración se abre y relajas las cervicales.

  • De pie, deja caer la cabeza hacia delante, continúa dejando caer el torso con brazos y manos, la zona lumbar y todo el tronco.
  • Con el tronco hacia delante realiza un círculo con los omoplatos dirigiendo los hombros en dirección a las orejas, al techo y hacia atrás hacia las nalgas.
  • Aguanta esta posición cinco segundos y después deja caer hombros, omoplatos y brazos.
  • Descansa dos respiraciones y repite tres veces.

Al acabar, recoge el tronco hacia arriba como si te tiraran del coxis por detrás hacia el suelo. Finalmente, coloca la cabeza sobre el tronco y siente cómo ha cambiado el espacio en la zona pectoral y tu ánimo.

 

6 / 6

6. Haz vibrar la columna vertebral

  • Con los pies separados, centra el peso entre las piernas.
  • Lleva el peso a los dedos de los pies, vuelve al centro del pie y repite separando ligeramente los talones del suelo.
  • Al inspirar, ponte de puntillas, coloca las palmas de las manos en paralelo al suelo y estira los hombros y manos hacia el suelo, como si presionaras hacia abajo.
  • Aguanta la respiración y cuenta hasta cuatro.
  • Suelta la fuerza de los brazos y vibra un poco a partir del talón, sube y baja ligeramente sin tocar el suelo y lleva la vibración a todo el cuerpo. Cuando llegues al suelo continúa haciendo vibrar las rodillas para que transmitan la vibración a la cadera, tronco, cabeza y brazos.
  • Descansa, escucha durante cinco respiraciones y repite tres veces. 

Obsérvate y respira

Cuando el día se tuerce toca cambiar de actitud. Antes que nada, el primer paso es reconocer en qué momento y lugar nos cambió el ánimo, darnos cuenta de qué es lo que nos puede haber afectado y en qué medida.

Después habremos de ponerle ganas de salir de ahí. Dos recursos de los que todos disponemos son la respiración y la organización del cuerpo con respecto a la tierra.

  • Confía en la respiración. Obsérvala sin manipularla y verás cómo así mejora.
  • Siente el peso del cuerpo. Nota cómo está distribuido y realiza un movimiento mínimo de péndulo de un lado a otro o adelante y atrás para advertir las partes del cuerpo que desde los apoyos se proyectan hacia el cielo.

Sentirás que ganas espacio y mejora tu ánimo. El día ¡cambiará para bien!