Mindfulness para los momentos difíciles

Una mayor resiliencia permite afrontar mejor la adversidad, reduciendo los pensamientos negativos y la ansiedad. La meditación de atención plena te ayuda a desarrollarla.

Mindfulness para aumentar la resiliencia
Andrik Langfield (Unsplash)

María llevaba casi un mes durmiendo tres o cuatro horas diarias y no podía más. Recibió la noticia de su despido como un jarro de agua fría: las cosas en la empresa no iban bien, se rumoreaba que habían iniciado un ERE, pero ella tenía claro que no iba a salir, llevaba tantos años trabajando y dando todo por su compañía que era imposible que le tocara a ella. Así era María, una mujer optimista, luchadora, con gran capacidad de trabajo y actitud positiva.

Cuando recibió la dura noticia comenzó a planificar todo lo que iba a hacer. Tenía muy claro que conseguiría otro trabajo en breve y quería aprovechar el tiempo que tenía: ordenar las fotos amontonadas en un sinfín de cajas de zapatos, hacer limpieza en sus armarios, leer dos o tres libros que tenía pendientes y descansar. Necesitaba descansar y olvidarse de todo aquello.

Pero algo no fue bien: a las dos semanas se sentía realmente mal. Había una vocecita interna que le recordaba constantemente que no iba a conseguir un trabajo como el que tenía de comercial de laboratorio, ni tan pronto, ni tan bien remunerado. Además, la última conversación con su jefe le venía a la memoria a todas horas ¿Cómo era posible que a estas alturas creyera que no era una gran profesional? Aquello le estaba minando la autoestima. Se sentía insignificante y sus fuerzas mermaban cada día.

Las cuatro paredes de su casa se la comían. Siempre había sido una persona alegre, risueña y bromista, pero ahora no era capaz de reconocerse y se desmoronó por completo.

Comenzó a tener problemas para dormir. Se encontraba absolutamente perdida y desesperada, casi sin poder respirar, con dolores que nunca había padecido, tensa, abatida, cansada, mareada y completamente convencida de no valer para nada. No entendía cómo había llegado a encontrase tan mal.

Mindfulness para afrontar los malos momentos

Después de varias consultas médicas y, tras probar varios ansiolíticos, María optó por seguir un programa de mindfulness de 8 semanas. Ya había recibido un par de charlas en el laboratorio para combatir el estrés laboral y le despertó mucha curiosidad.

Después de finalizar la primera clase y recibir instrucciones precisas sobre las prácticas que tenía que realizar, María sentía un optimismo como hacía semanas no era capaz de encontrar. Para ella era algo nuevo, desconocido, y según iba practicando comenzó a encontrarse mucho mejor.

Poco a poco fue adquiriendo confianza, realizaba meditaciones como la observación de las sensaciones en el cuerpo y la respiración, exploración corporal, paseos conscientes en parques y el campo cercano a su casa y ejercicios de yoga suaves.

Las actividades de su día a día también adquirieron un nuevo significado, pues ahora ponía toda su atención en ello. Sentía que su vida se podía desarrollar en el momento presente. Aunque ese presente no le gustara tanto como los tiempos que ya pertenecían al pasado, era eso precisamente lo que tenía ahora. La época de su antiguo trabajo ya no existía.

Conseguía apartar los pensamientos negativos sobre sí misma y recuperó su antiguo optimismo. Sus días comenzaron a teñirse de una tonalidad luminosa y consciente.

Dormir bien le costó un poco más, pues por la noche sentía que su ansiedad regresaba. Su compromiso con la práctica y confianza en que iba a funcionar hicieron que en unas semanas pudiera conciliar el sueño casi todos los días.

Cada día se sentía más segura, más fuerte y conectada con lo que daba sentido a su vida. Tuvo la sensación de haber vivido un infierno, pero ahora todo aquello lo veía muy lejano, se sentía muy diferente.

Una herramienta para conocerse mejor a uno mismo

Los primeros brotes de las crisis de ansiedad se caracterizan por no saber qué nos está ocurriendo. Nos sentimos tan mal que creemos morir. Las sensaciones que produce esta psicopatología son absolutamente desagradables y casi siempre infundadas, relacionadas con miedos futuros que la mayoría de las veces no ocurren.

María pensaba que ya nunca iba a volver a trabajar. Sus creencias de "no puedo", "no sé" y "no sirvo" se habían instalado en ella en cuestión de pocos días, y ese pensamiento negativo y repetitivo no le dejaba ni vivir ni dormir.

El parón de su actividad profesional le propició un encontrarse cara a cara consigo misma de un modo que nunca había experimentado antes y ante el cual no estaba preparada.

El desarrollo de la atención plena le hizo ver las cosas de otra forma, y comenzó a notar que esa intimidad y profundidad hacia ella misma le gustaban. Era como descubrirse poco a poco.

Ella pensaba que se conocía, se gustaba y se quería. Esa nueva perspectiva de interiorización le estaba aportando mucho conocimiento, detalles de su vida que tenía olvidados, como las noches sin dormir y lo nerviosa que se ponía con los exámenes o su inseguridad a la hora de defender sus puntos de vista. A lo largo de su vida María había tapado todo esto para desarrollar una personalidad orientada al exterior, a quedar bien, a cumplir siempre con lo que se esperaba de ella en el trabajo, en casa, como madre, como hija.

No podía fallar. No debía fallar. Equivocarse no estaba permitido.

Convertir los temores en fortalezas

Ante este nuevo conocimiento de sí misma estaba descubriendo a otra María más amable, capaz de perdonarse y de permitirse fallar. Estaba aprendiendo a convertir sus temores en fortalezas.

Acostumbrada a controlarlo todo, cuando tuvo que vivir aquel cambio tan drástico, no supo afrontarlo. Anteriormente nunca se había planteado que las cosas podían cambiar, la impermanencia de los hechos, de la vida en sí. No aceptaba no seguir disfrutando de su vida tal y como la tenía montada. Vivía tan deprisa que esas realidades eran desconocidas para ella.

En sus clases de mindfulness habló con profundidad con la profesora sobre el cambio y fue consciente de que la impermanencia existía para ella y para todo el mundo. Más bien, comprendió que ella no era la única que sufría, que la vida te da momentos de sufrimiento y aprendizaje y que podía entender esta parte de su vida como una aventura con nuevas oportunidades por descubrir.

Frenar los pensamientos negativos y la ansiedad

María encontró una manera de crear una especie de isla o ancla de salvación cuando todo iba mal. Gracias al entrenamiento mental que iba surgiendo con la práctica de mindfulness, era consciente cuando sus pensamientos la comenzaban a atormentar. Lo importante era llegar a darse cuenta y no dejar ir a la mente por sus clásicos derroteros.

Una vez se descubría en pleno baile mental era sencillo para ella centrarse en la respiración en la zona del abdomen. Como le decía su profesora: lo primero es "darse cuenta", y lo segundo, pasar "de la mente pensante a la observación de las sensaciones en el cuerpo".

Y cuando le costaba un poco más de la cuenta conciliar el sueño, había aprendido cómo dejar de reprocharse para aceptar la situación y abrirse a su propia amabilidad. Ese tratarse bien, con cuidado y cariño, acompañándolo de gestos como llevar las manos al pecho y darse comprensión, hacía que cayera en los brazos de Morfeo cada noche.

Así poco a poco fue dejando ir los fantasmas del miedo y la ansiedad para redescubrirse en esos dones que ella tanto apreciaba de sí misma: su simpatía, calidez y capacidad de empatía. Conectó de nuevo con su propósito vital y se convirtió en una mujer más madura, fuerte y resiliente.

Ahora sí se sentía preparada para emprender la búsqueda de trabajo e incluso otros proyectos.

Qué es la resiliencia y 5 claves para desarrollarla

La resiliencia según la APA (American Psycological Association) es la capacidad del ser humano de adaptarse o de crecer ante la adversidad, un trauma, una tragedia, una amenaza o fuentes de tensión significativas como problemas familiares, de salud, estrés laboral o problemas financieros.

Según la Doctora en psicología Silvia Fernández Campos, directora del programa Acompañamiento Contemplativo en la Muerte (ACM) e instructora del curso Resiliencia: Cinco cualidades que imparte Nirakara, describe así las cinco cualidades que se requiere cultivar para fortalecer la resiliencia:

  1. Aceptar la impermanencia y la vulnerabilidad: Todas las personas pasamos antes o después por sufrimiento y cambio. Esta ley del cambio o impermanencia es una ley universal descrita ampliamente en las tradiciones budistas.
  2. Desarrollar la ecuanimidad y amabilidad: Estas cualidades van surgiendo con las prácticas de mindfulness. Encontrar un eje al que agarrarse cuando estás sufriendo, normalmente la observación del proceso respiratorio o alguna sensación en el cuerpo, sirve como ancla a la que acudir cuando sientes que tus pensamientos te desbordan y tus emociones difíciles parecen instalarse para no marchar.
    La práctica continuada de la observación de nuestros fenómenos corporales hace que algo vaya calando en nosotros para dar respuestas más equilibradas ante nuestras reacciones habituales. El autoconocimiento que va surgiendo hace que seamos más amables con nosotros mismos. Un "quererse" muy diferente a lo que antes sentías por ti y que te parecía amor.
  3. Cultivar la fortaleza: Nos hacemos fuertes cuando creemos positivamente que las adversidades nos ocurren para crecer y transformarnos. Cuando cambiamos la rigidez por flexibilidad, cuando somos optimistas y confiamos en nosotros mismos, cuando nos comprometemos y adoptamos una actitud de coraje y valentía ante el miedo y el dolor.
  4. La búsqueda de sentido: Este conceptofue desarrollado por Viktor E. Frankl en su libro El hombre en busca de sentido. Su experiencia vital de vivir con su familia en un campo de concentración nazi le llevó a desarrollar su teoría psicológica basada en el existencialismo. Dándolo todo por perdido, pudo reconocer la vida como digna de ser vivida, la libertad interior y dignidad personal son indestructibles. Saber cuál es tu propósito en la vida y conectar con ello las veces que haga falta.
  5. Apoyo social: Amigos, relaciones, conexión social y modelos de inspiración social cobran una importancia clave en el desarrollo de la resiliencia.

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