La falta de sueño aumenta el riesgo de depresión en los adolescentes

Si los adolescentes duermen mal, tienen un mayor riesgo de desarrollar depresión y trastornos de ansiedad en el futuro. Por lo tanto, los trastornos del sueño deben combatirse desde la pubertad.

Adolescente en la cama con su portátil
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Alrededor de 2,4 millones de personas en España sufren depresión. Las causas se atribuyen a aspectos psicosociales, como estrés crónico o experiencias traumáticas, pero el cansancio y la falta de sueño, ya durante la infancia y la ausencia, pueden favorecer el trastorno, según investigadores de la Universidad de Reading (Inglaterra).

La falta de sueño en la adolescencia puede provocar depresión y trastornos de ansiedad

Los científicos querían saber cómo se influyen mutuamente los trastornos del sueño y las enfermedades mentales. Para ello, se hizo cumplimentar un cuestionario a jóvenes de 15 sobre sus hábitos de sueño. Luego, los adolescentes fueron examinados para detectar depresión y trastornos de ansiedad. El estudio, publicado en el Journal of Child Psychology and Psychiatry, se repitió en varias ocasiones en la adolescencia y la edad adulta temprana y participaron en él unos 5.000 jóvenes.

Las conclusiones indican que, por un lado, los adolescentes deprimidos duermen peor que sus compañeros sanos, por lo que los trastornos del sueño son un síntoma de depresión.

Sin embargo, el estudio también muestra que las personas que sufren de depresión y trastornos de ansiedad en su mayoría tenían mal sueño en su juventud.

30 minutos más de sueño ya marcan la diferencia

Los adultos que sufrieron depresión en sus años de juventud durmieron ya entonces peor y menos tiempo en comparación con sus compañeros sanos. La diferencia de tiempo se sitúa alrededor de 30 minutos al día.

El grupo de control durmió un promedio de 8 horas los días escolares y un poco más de nueve horas y media los fines de semana. Los adolescentes deprimidos, en cambio, dormían menos de siete horas y media durante la semana y poco más de 9 horas el fin de semana. Por lo general, también se fueron a la cama más tarde que el grupo de control.

En los adolescentes con trastornos de ansiedad, la duración del sueño no difirió significativamente de la de sus compañeros sanos, sin embargo la calidad de su sueño fue más pobre que la de los participantes sin trastornos.

Los científicos también analizaron si los hábitos de sueño de los adolescentes podrían predecir la depresión y los trastornos por ansiedad más adelante.

De hecho, este fue el caso, ya que los adolescentes que dormían menos durante la semana a la edad de 15 años que sus compañeros tenían más probabilidades de sufrir depresión o trastorno de ansiedad a las edades de 17 y 24.

Según este estudio, las personas que a menudo tienen sueño durante el día o tienen la sensación de que simplemente no pueden dormir lo suficiente, tienen un mayor riesgo de deprimirse o desarrollar un trastorno de ansiedad.

Dormir mal aumenta el riesgo de depresión y trastornos de ansiedad

Los resultados de la investigación muestran que es importante actuar contra los trastornos del sueño en la adolescencia, independientemente de si las enfermedades mentales ya están presentes o no.

Abordar los trastornos del sueño a una edad temprana puede proporcionar beneficios para la salud mental a largo plazo y posiblemente prevenir la depresión y los trastornos de ansiedad en el futuro.

Consejos para un sueño saludable

Los trastornos del sueño durante la pubertad suelen tener causas psicológicas como estrés, preocupaciones o ansiedad ante los exámenes. Aquí es donde debes empezar a actuar. Habla con tus hijos y trata de resolver los problemas conjuntamente con ellos.

Dispositivos como móviles, ordenadores y televisores en el dormitorio también pueden provocar trastornos del sueño, ya que es más probable que estimulen demasiado a los adolescentes. Es mejor apagar estos dispositivos una hora antes de acostarse. Por otra parte, leer, escuchar música relajante y otras actividades tranquilas pueden preparar poco a poco el sueño.

Una dieta saludable también puede mejorar la calidad del sueño. Consumir poca fibra, demasiadas grasas saturadas y el exceso de azúcar tienen un efecto claramente negativo sobre la calidad del sueño

Referencias científicas:

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