Cuando era pequeña, siempre esperaba un tanto ansiosa a que las historias terminaran con un "y se casaron y fueron felices para siempre". No podía haber mejor final.

Pero como escribió William Shakespeare, "un día aprendes que besos no son contratos, y también aceptas que, no importa cuán buena sea una persona, te va a herir alguna vez, y tú necesitas perdonarla por eso".

Se aprende que solo después del enamoramiento que deslumbra y tiñe la vida de color de rosa comienza la auténtica historia de amor.

Sería maravilloso que el amor solo trajera felicidad, pero disfrutarlo significa estar dispuesto a afrontar la oscuridad que acompaña su cálida luz.

"El enamoramiento es un momento perfecto, que dura poco, aunque lo suficiente para actuar como anzuelo para ofrecer la oportunidad de crear una buena relación de pareja. Y si hay madurez, es posible mantener un enamoramiento en lo cotidiano, cuando la vida se encarga de ponernos distintos obstáculos para favorecer nuestro desarrollo", asegura Suzana Stroke, especialista en terapia de pareja y gestalt.

Pero, ¿qué ingredientes se necesitan para que el amor perdure en una relación? Presentamos algunas claves...

1. Amar el amor real más que el ideal

Uno de los primeros pasos para crear una buena relación de pareja consiste en ser capaz de atravesar el enamoramiento que contempla al ser amado mediante unas gafas empañadas por las hormonas de la pasión hasta llegar a verlo con sus virtudes y defectos, y decidir seguir a su lado.

"El enamoramiento puede reducirse a la frase: ‘me mueves mucho, pero te veo poco’. En la siguiente etapa, cuando el amor real se asienta, uno dice: ‘Ahora te veo más, pero ya no me mueves tanto’. Finalmente, aparecerá la decisión de comprometerse, porque la pareja nace de una decisión, en la que uno proclama: ‘Te veo, no me mueves tanto, pero elijo quedarme y estoy dispuesto a pagar el precio", resume Joan Garriga, psicólogo especialista en gestalt y constelaciones familiares.

A menudo lo que más daña el amor son las fantasías sobre cómo debería ser o hacernos sentir. Amar depende más de la capacidad de entrega que de una especie de magia.

2. Comunicarse abierta, sincera y constantemente

Que una persona ame no significa que sepa cómo el otro necesita ser amado.

Nadie puede adivinar cuál es el deseo del otro en cada momento y nadie nace para cumplir las expectativas de otra persona. Solo una buena comunicación puede cubrir el vacío que separa un ser de otro.

Eso implica que cada persona pueda decir "sí" o "no" con libertad, expresar lo que necesita del compañero de viaje, lo que espera de él y de la relación, así como hablar de aquello que se está dispuesto a dar y de aquello a lo que no se va a renunciar.

Esta comunicación requiere la valentía de mostrar la fortaleza y la debilidad, el dolor y el placer, la rabia y el amor que encierra cada corazón. Reclama la osadía de mostrarse en cada momento como uno es auténticamente.

"Si me preocupa lo que piensas de mí estoy cerrado ante ti sin permitirte entrar", escribe Hugh Prather. Es preciso escuchar al otro poniéndose en su lugar, abriéndose a la posibilidad de dejarse influir, de ceder terreno o de ganarlo según la ocasión.

Se trata de establecer un diálogo que sirva para revisar la postura que cada uno defiende en aras de superar un conflicto. Es una tarea que deben realizar ambas partes para que la incomprensión y el malestar no se acumulen.

"Una gran equivocación es no ver al otro, no interesarse realmente por su mundo interno, mirándose demasiado a uno mismo. Incluso quienes aparentemente están volcados en los demás por su carácter, a menudo no ven al otro, sino que actúan automáticamente. Culpabilizar al otro, explícita o implícitamente, por todo lo que provoca insatisfacción también daña mucho la relación. La creencia de fondo es: si le explico bien lo que hace mal, cambiará, y entonces seremos felices", dice Suzana Stroke.

3. Cultivar la atracción y cuidar la sexualidad

El cineasta Ingmar Bergman definía la pareja como una camaradería franca compaginada con una sexualidad sólida. Y la experiencia demuestra que las parejas que gozan sexualmente tienen menos probabilidades de separarse.

Más allá de las palabras, la sexualidad crea la música bajo la cual dos seres que se aman vibran al unísono.

"En una relación de pareja el cuerpo cuenta porque tiene una memoria específica y un lenguaje propio y lo sexual representa la posibilidad de comunicar lo que no puede expresarse mediante las palabras", señala Stroke.

En las parejas con dificultades suelen coincidir dos factores: se habla poco y la vida sexual casi se ha extinguido. Una comunicación sincera favorece una buena sexualidad y una buena sexualidad mejora la comunicación.

Esta química se alimenta de todo aquello que ocurre en el día a día con la pareja y fuera de ella: gestos de ternura, estar pendiente del otro, compartir juntos emociones y actividades nuevas y crear un espacio para disfrutar de estar simplemente juntos.

4. Mostrar ternura y admiración hacia el otro

Como asegura la escritora Laure Conan: "Nada es pequeño en el amor. Aquellos que esperan las grandes ocasiones para probar su ternura, no saben amar".

Más allá de la sexualidad, que a lo largo de los años suele vivir sus altibajos, la ternura alimenta el amor y lo fortalece.

Con ella se pone de manifiesto la voluntad de mantener el vínculo, se reconoce la importancia que tiene el otro y se valora que esté a nuestro lado. Es como renovar el enamoramiento con cada gesto, con cada mirada, con cada caricia y con cada elogio.

"Dar cinco veces las gracias y fomentar en la pareja una retroalimentación positiva me parece mucho más saludable que la expresión del resentimiento constante. Es amar al otro con admiración y respeto, y no en función de las propias necesidades", afirma Garriga.

5. Desear la felicidad de la otra persona

"Se desea espontáneamente la felicidad de un hijo, pero cuesta más que este deseo surja hacia otra persona aunque se trate de la pareja", asegura Joan Garriga.

Esto significa celebrar juntos los éxitos de la otra persona, alegrarse con ella, desear su desarrollo y favorecerlo.

A través de este deseo se expresa un amor más verdadero, un amor en el que el otro es un fin en sí mismo y no un medio para conseguir el bienestar propio.

El egoísmo lleva a ocuparse de la felicidad personal, con lo que es fácil que las relaciones se conviertan en una lucha de poder en la que se exige una y otra vez a la pareja que cumpla las expectativas.

"El amor es la alegría de que el otro exista", escribe André Comte-Sponville. Ese deseo de ver al ser amado feliz debe ser mutuo, de lo contrario la balanza se desequilibra.

De la misma manera, cada miembro de la pareja debe ser capaz de abrirse a la felicidad, disfrutar de cada pequeño gesto de amor del otro y mostrarse contento y orgulloso de lo que se ha creado mediante esta unión.

6. Independencia, igualdad y reciprocidad

El poeta libanés Khalil Gibrán compara la pareja a las columnas de un templo: están unidas en lo alto pero se plantan firmes y separadas en su base.

No se trata pues de unir dos medias naranjas para conformar una fruta entera, sino de que dos seres completos se unan para crear algo nuevo.

Nadie espera ser salvado por el otro porque cada uno es autosuficiente. Y cada "yo" puede florecer en ese espacio que surge con el "nosotros".

"El amor se acaba cuando pienso que valgo más o tengo más derechos. El amor quiere reciprocidad. Para que una relación perdure debe reinar cierto equilibrio entre lo que se da y lo que se recibe."

"Tampoco es bueno que uno siempre sea el alocado y el otro el que toma las decisiones importantes, ni que uno siempre se ocupe de los sentimientos y el otro de la intendencia. A la larga estas polaridades cansan. Los papeles deben intercambiarse como en una danza en la que se va variando la forma de bailar", explica Garriga.

7. Que estar juntos resulte fácil

De ahí deriva la séptima clave: que exista un movimiento permanente y se fluya con cierta facilidad. El índice más relevante de la salud de una pareja es que estar juntos resulte fácil.

Esto significa aceptar que cada uno llega a la pareja con sus vivencias propias y que no conviene ni agitarse demasiado cuando aparecen en escena ni instalarse en el todo está bien.

Quiere decir aprender a transitar los diferentes estados: el deseo, el no deseo, la rutina, la aventura... Porque ni se puede estar todo el año en casa ni siempre de vacaciones.

"Es entregarse a los movimientos propios y a los del otro tanto cuando nos acercan como cuando nos alejan", indica Joan Garriga.

¿Una pasión que no se extingue?

Un estudio llevado a cabo por la Universidad de Stony Brook de Nueva York muestra que el estado de enamoramiento hacia una misma persona puede mantenerse décadas.

Se practicaron resonancias magnéticas a 17 personas que aseguraban amar a su pareja como el primer día y llevaban una media de 21 años juntos.

Las zonas del cerebro que se les activaban ante la imagen de la persona amada eran las mismas que las de los enamorados desde hacía menos de dieciocho meses.

Las zonas del cerebro relacionadas con el enamoramiento se concentran en el hemisferio derecho, mientras que las de la atracción facial en el izquierdo. Esto podría explicar que una persona se enamore de alguien menos bello y que siga enamorado con el tiempo.

Las zonas cerebrales del enamoramiento coinciden solo en parte con aquellas que se activan con el deseo sexual. Por eso el enamoramiento se focaliza en una sola persona y la atracción sexual hacia más de una.

Las parejas maduras y enamoradas tenían unas buenas aptitudes de comunicación para resolver conflictos sin generar tensión adicional, una vida sexual activa y satisfactoria, realizaban actividades nuevas que suponían un reto, celebraban juntos los éxitos del otro, ninguno había sufrido grandes causas de estrés (enfermedad de un familiar, pobreza o conflictos profesionales) ni había padecido ansiedad o depresión.

Art Aron, el director de este estudio, que investiga desde hace años las relaciones de pareja junto a su mujer, confesó sentir envidia por no formar parte de esa minoría selecta.

El estudio, en definitiva, pone en cuestión que la pasión no pueda mantenerse a lo largo de los años.

Conclusiones a tener en cuenta

  • La pareja conforma un organismo vivo con una dinámica única y propia que precisa constantes ajustes. Lo cual requiere flexibilidad, capacidad de adaptación y habilidad para fomentar un proceso de regeneración constante, tanto de puertas adentro como de puertas afuera.
  • El amor no es un estar sino un devenir. El enamoramiento encuentra mejor terreno para renacer si se deja espacio a la incertidumbre y no se da nada por hecho.
  • Mañana siempre será otra persona la que se despierte a nuestro lado porque cada miembro de la pareja es un ser libre, autónomo, que cambia, evoluciona y puede decidir no seguir dándonos la mano.
  • El final feliz nunca está asegurado, sino que ha de ser permanentemente buscado, ganado y celebrado.

Libros para cuidar el amor

  • Lograr el amor en pareja; Bert Hellinger, Ed.Herder
  • Amar con los ojos abiertos; Silvia Salinas, Ed. RBA-Integral