La búsqueda de una digestión correcta, en la que el aprovechamiento de los nutrientes sea óptimo, ha dado pie a diferentes teorías sobre la buena o mala combinación de los alimentos a la hora de ingerirlos.

Los diferentes planteamientos abarcan desde las ideas higienistas de Herbert M. Shelton, que aconseja la menor mezcla posible de alimentos, hasta la propuesta del Dr. Eduardo Alfonso, quien dice que no es tan importante esta mezcla como una buena masticación y la actitud o el estado de ánimo con el que se come.

Personalmente creo que la razón está repartida.

Mezclas poco digestivas: cuando la fruta produce gases

La fruta ácida (la naranja, por ejemplo) inhibe la ptialina que ayuda a digerir los hidratos de carbono. Por este motivo, tomarla al mismo tiempo que el plátano, que necesita esta enzima, dificulta su digestión, aunque no la impide.

Lo mismo ocurre si a una comida rica en proteínas y grasas se añade fruta dulce y jugosa. Al igual que el líquido bebido mientras se come, esta fruta diluye los jugos gástricos y además necesita el predominio de otras enzimas.

El resultado de estas digestiones no es otro que productos a medio digerir que fermentan incorrectamente y generan gases.

¿Cómo hacer que siente mejor la fruta?

Sin embargo, es cierto que unas cantidades moderadas, una buena masticación (que empieza con una buena insalivación), una flora intestinal sana rica en bacterias que colaboran en la digestión, no beber durante las comidas ni inmediatamente después, así como un estado de ánimo óptimo, pueden hacer que estas "incompatibilidades alimenticias" no se traduzcan en malas digestiones.

Mi consejo es aprovechar todas las aportaciones teóricas al tema y, por lo tanto, además de intentar comer en las mejores condiciones y con la mejor actitud, seguir sin agobios algunos conceptos básicos sobre la combinación de los alimentos, como pueden ser los siguientes:

  • Fruta ácida o semiácida (pomelos, naranjas, mandarinas, kiwis, fresones, piña…). Tomarla preferentemente sola o mezclada entre sí, en el desayuno, o bien a media mañana o a media tarde.
  • Fruta dulce (incluida la fruta seca dulce: pasas, higos, dátiles, orejones…). Tomarla en las mismas condiciones, mezclada entre sí o acompañada de hidratos de carbono como el pan integral con miel o los boniatos, por ejemplo.
  • No como postre. Evitar la fruta de postre después o duranteuna comida con grasas y proteínas, exceptuando la manzana o la pera, que se consideran "neutras".
    • Frutas muy jugosas como el melón o la sandía después de comer no se consideran adecuadas porque diluyen los jugos gástricos y favorecen las fermentaciones intestinales.
    • Hay quien también incluye la piña o la papayacomo postre por su gran riqueza en fermentos digestivos.
  • Sí en el muesli. Las manzanas y peras resultan ideales para incluir en el muesli, porque se mezclan con frutos secos o semillas oleaginosas que contienen grasas.

En cualquier caso, al margen de estos consejos generales, cada persona debe observarse a fin de conocer mejor su proceso digestivo y tomar sus propias decisiones