Cada 20 de junio llega el esperado Yellow Day, el día que se considera el más feliz del año (al contrario de lo que ocurre en el Blue Monday, el día más triste del año el tercer lunes de enero). Más allá de analizar si realmente tiene sentido hablar de un día de mayor felicidad, lo cierto es que puede ser una excusa para parar a pensar sobre cómo podemos cultivar la alegría.

Cultivar la alegría es una práctica más espiritual de lo que nos ha hecho creer nuestra sociedad, es honrar una parte de lo humano que tenemos.

Para hacerlo debemos ser capaces de soltar los estándares de felicidad que conocemos ya que están alejados de lo natural y priorizan el TENER frente al DEJARSE SER lo que uno es, sin más. Cultivar la alegría es jugar con la vida como el niño que vive en el presente, centrado en el aquí y el ahora. Es celebrar el mero hecho de compartir con generosidad.

lOS TRES caminos para propiciar la alegría

Se cuenta que había un místico sufí que siempre estaba alegre y riendo. Todo su ser era celebración. Estaba a punto de morir, pero seguía disfrutando y riendo feliz. Un joven se acercó a él para preguntarle:
—¿Cómo puedes seguir alegre cuando estás a punto de morir?
—Muy sencillo –le contestó el anciano–. Cuando tenía 17 años era muy infeliz. Mi maestro tenía 70 años y estaba sentado bajo un árbol riendo sin motivo aparente. Se reía a carcajadas y yo le pregunté qué le ocurría, si se había vuelto loco. Y él me contestó: «Hubo un tiempo en el que yo estaba triste como tú. Entonces comprendí que era yo quien elegía. Desde entonces cada mañana al levantarme lo primero que hago es decidir: ¿qué prefieres: desdicha o alegría?, ¿qué eliges hoy? Y siempre elijo la alegría».

1. Ríe

Las películas de humor, los chistes o un video de gags pueden curarte. La risa se ha convertido en ciencia y terapia por sus beneficios físicos y mentales: eleva las endorfinas, reduce el estrés, la presión arterial y el dolor, refuerza la inmunidad y relaja los músculos. ¿Recuerdas la alegría que sentiste tras una tarde de risas? Si no, haz esta práctica: siéntate en silencio y crea una risa dentro de ti que se extienda del vientre a todo el cuerpo. Deja que la carcajada surja del silencio y ríe diez minutos seguidos. Luego túmbate boca abajo en el suelo. Conecta con la energía de la tierra y piérdete en este sentimiento.

2. Baila

Es una forma sencilla de conectar con la alegría y soltar tensión. La música es determinante para conseguirlo, ya que inunda el cuerpo en cualquier sitio y condición. Elige canciones que te lleven a mover la cadera: la música brasileña o las danza africanas pueden facilitarlo. Procura soltar el control y olvidarte de hacer pasos, de si lo haces bien o mal. Date permiso para saltar y saltar.

3. juega

¿Qué actividad despierta tu alegría: cantar, tocar el piano, el baloncesto, cocinar, la cerámica, dibujar…? Dedícale al menos una hora a la semana con el firme propósito de conectarte con este sentimiento de gozar, sin buscar un rendimiento o resultado.

Los 7 pilares de la alegría

Aveces nos preguntamos: ¿cómo encontrar la alegría interior en medio del sufrimiento que muchas veces implica vivir? Esta es la pregunta que contestan Desmond Tutu y el Dalai Lama en El libro de la alegría, en el que reflexionan sobre la forma de cultivarla. Según ellos los pilares de la alegría son: perspectiva, humildad, humor, aceptación, gratitud, perdón, compasión y pensar en los demás.

  • 1. Perspectiva. La perspectiva nos acerca a la alegría al ampliar nuestra visión anclada en el «yo» para conectarnos con un «nosotros» que va más allá de los personalismos.
  • 2. Humildad. La humildad nos lleva a aceptar nuestra vulnerabilidad y nuestras limitaciones, y nos recuerda que nos necesitamos los unos a los otros. Al tomar consciencia de esta interdependencia, podemos celebrar la unión con aquellos que nos rodean.
  • 3. Humor. El humor nos ayuda a no tomarnos las cosas tan en serio, a reírnos de nosotros mismos y a ponernos a todos como iguales bajándonos del pedestal. Es muy diferente a la ironía, que suele estar llena de agresividad y nos coloca por encima.
  • 4. Aceptación. La aceptación nos lleva a decir sí a la vida tal y como es, tanto en el dolor como en el placer. Y también a desarrollar la flexibilidad suficiente y necesaria como para llevar a cabo cambios inherentes a la vida misma y que son necesarios para poder adaptarse a la realidad en la que vivimos.
  • 5. Perdón. El perdón implica optar siempre por reaccionar pacíficamente ante las agresiones y no olvidar la humanidad de cada persona. Esto no implia que no se responda con claridad y firmeza ante los agravios.
  • 6. Gratitud. La gratitud nos ayuda a reconocer las bendiciones recibidas en lugar de centrarnos en las heridas y cargas que llevamos. Al agradecer todo lo recibido podemos compartir los dones y bienes obtenidos.
  • 7. Compasión. La compasión significa literalmente «sufrir con…», es decir, cuando nos interesamos por el bienestar de los demás se despierta nuestra alegría. Tanto la generosidad como la compasión están en el núcleo de todo ser humano y contribuyen a que la vida sea alegre y tenga sentido. Porque para recibir, hay que dar.

"EL OBJETIVO DE LA VIDA ES SER FELIZ"

En 2021, el Dalai Lama escribió en el diario India Today un texto que extractamos y que revela su idea y la del budismo sobre la alegría y la felicidad: 

"La fuente básica de toda felicidad es un sentido de bondad y calidez hacia los demás. Todos somos iguales como seres humanos (...) y todos queremos llevar una vida feliz.

La clave de la felicidad es la paz mental. Esto no es algo que se pueda comprar. La paz interior tiene que ser cultivada por cada uno de nosotros desde dentro. 

A menudo me pregunto cuál es el propósito de la vida. Concluyo que es ser feliz. No tenemos garantía de lo que sucederá en el futuro, pero vivimos en la esperanza, que es lo que nos mantiene en marcha.

A veces hay una comprensión insuficiente de la diferencia entre la conciencia sensorial y la conciencia mental. La fuente última de felicidad es un sentimiento mental de alegría, y no una riqueza de bienes materiales. (...)

Si una persona es más feliz, su familia es más feliz; si las familias son felices, los barrios y las naciones serán felices. Al trabajar cada uno de nosotros para transformarnos, podemos cambiar nuestra forma de vida humana y hacer de este un siglo de compasión.

Debemos considerar continuamente la unidad de la humanidad, recordando que todos queremos ser felices. Y, de hecho, todos tienen derecho a una vida feliz. (...)

Si estás de acuerdo con algo de lo que he escrito aquí, espero que lo sigas en tu día a día. Como he dicho antes, si quieres que los demás sean felices, practica la compasión, si quieres ser feliz, practica la compasión".