Una de las cosas por las que probablemente me siento más agradecida es la posibilidad de vivir parte del año en Suecia y experimentar esta maravillosa cultura. Lo cierto es que estar casada con una persona de nacionalidad sueca tiene muchas ventajas (además de poder experimentar la belleza del Smörgåstårta y descubrir que existen al menos veinte tipos de mostaza), pero creo que la más bonita y esperanzadora es poder formar parte, al menos durante unos meses, de una cultura que avanza a pasos agigantados en temas de sostenibilidad.

Entre la perfección y la indiferencia frente a la posibilidad de llevar una vida más sostenible, existen muchos puntos medios en los que nos podemos posicionar y desde los cuales podemos vivir.

Cada país tiene sus puntos fuertes y sus puntos débiles, pero tengo que decir que mi opinión sobre Suecia no se basa únicamente en mi amor por el frío y una sociedad en la que la distancia social y el silencio cómodo llevan implementados desde la antigüedad (el sueño de cualquier persona introvertida, como yo), sino en datos objetivos y números que ponen a este país a la cabeza de la lista de los países más sostenibles del mundo.

Para mí, experimentar este tipo de mentalidad y progreso de primera mano, es todo un privilegio, y me da la oportunidad de experimentar un shock cultural que ,en cierto modo, me da esperanza y me ayuda a ver ciertos puntos de los que el resto países deberíamos aprender.

1. El reciclaje es una religión

En Suecia, reciclar no es algo que se considere opcional o un acto revolucionario que solo las personas concienciadas con el medio ambiente realizan. En Suecia, es algo tan natural como respirar. En al año 2020 se gestionaron 4.839.430 toneladas de desechos provenientes de los hogares. El 46% se convirtió en energía, se reciclaron el 84% de las botellas y latas y el 70% de los embalajes.

Los contenedores de reciclaje están perfectamente organizados en sus zonas designadas, y en muchos edificios existen contenedores invisibles donde los habitantes pueden depositar sus desechos, algo que probablemente muchas hemos visto en las típicas series o películas americanas.

También es maravilloso el sistema de retorno de envases que hay implementado. En la mayoría de supermercados, existen máquinas en las que podemos retornar los envases ya vacíos. Por cada envase nos reembolsan una pequeña cantidad de dinero que podemos elegir (directamente en la máquina) donar a alguna organización sin ánimo de lucro o recibir un ticket que utilizar para un descuento en nuestra compra.

2. Las energías renovables son para todos

Suecia es uno de los países líder en lo que a energías renovables se refiere. El ejemplo de Gotemburgo (la segunda ciudad más grande de Suecia) es admirable.

En Gotemburgo la mayoría de edificios y casas están conectadas al sistema del distrito (un sistema de cables y tuberías que se encuentran bajo tierra y que permite que la calefacción llegue a los hogares). Es decir, en lugar de llevar la calefacción a los edificios de forma individual, este sistema utiliza recursos locales como desechos incinerados u otros excesos para calentar el agua y distribuirla a cada uno de los pisos de los edificios conectados a este sistema.

Así se consigue que el 93% de toda la energía del sistema sea reciclada o provenga de recursos renovables.

En Estocolmo, la capital de Suecia, el 80% de la calefacción proviene de este sistema de distrito. Además, más del 17% de la energía proviene de fuentes eólicas y ya en 2012 el país consiguió que el 50% del total de la energía proviniera de fuentes renovables (con el objetivo de llegar al 100% para el año 2040).

3. La segunda mano, sin estigma

Las personas que me siguen saben que soy una insistente precursora y fan de la segunda mano, tanto en ropa como el muebles, electrodomésticos, libros y un largo etcétera. Y gracias a ello también he podido comprobar que en España aún existe un gran estigma sobre la segunda mano.

Hay algo en nuestra cultura, probablemente ligado a ciertos eventos de nuestro pasado histórico, que hace que cierta parte de la población sienta rechazo a utilizar lo que otras personas ya han usado. Se considera, como algo "para gente con pocos recursos" o algo que genera un cierto reparo porque "no sabes quién lo ha podido usar antes". Quizás haya personas que no estén muy familiarizadas con la magia del jabón, la lavadora y el lavavajillas, pero por suerte, eso es algo que la cultura sueca ha superado hace mucho.

Existen muchísimas tiendas de segunda mano que, para las personas suecas, son como cualquier otra tienda. Muchas de ellas están situadas en centros comerciales como cualquier otra tienda, y es un auténtico placer poder encontrar estas opciones tan sostenibles en cualquier pueblo, ciudad o centro comercial, haciendo así esta alternativa sostenible accesible y totalmente aceptada.

4. El transporte, cada vez más sostenible

En Suecia, las ciudades están perfectamente habilitadas para ir en bicicleta a cualquier parte, y de hecho, en Estocolmo existen calles en las que existen dos carriles únicamente: uno para las bicicletas, muy amplio, y otro para los peatones. Nada de coches (confieso que cruzar estas calles también me da un poco de respeto, porque en todo momento hay una veintena de bicicletas pasando a la vez).

Por otra parte, en muchas ciudades suecas los autobuses son eléctricos y utilizan energía obtenida de desechos domésticos. Esto no solo es positivo para el medio ambiente, sino que también contribuye a una mejor calidad del aire y menos ruido.

Está claro que todos los países del mundo tenemos y tienen algo que mejorar, pero Suecia está sin duda a la cabeza de la sostenibilidad y me proporciona una pequeña ranura por la que ver el futuro que quiero para este planeta. Un planeta en el que tanto los gobiernos como las personas podemos trabajar juntas para hacer de este mundo un lugar mejor y en el que el amor por el medio ambiente no es solo una opción, sino una razón de ser.

Fuentes consultadas: