La biodanza es un sistema de transformación personal creado en la década de los 60 por el antropólogo y psicólogo Rolando Toro. Su deseo era devolver a las personas su capacidad genuina de conectar con ellas mismas, con los demás y con el entorno, recuperando así la alegría.

Para lograr la conexión con uno mismo y con el entorno, la biodanza recurre a una propuesta de movimientos acompañados de música que buscan favorecer una integración armónica de cuerpo, mente y emociones.

El baile, junto con el poder de la música, libera tensiones y alivia dolores y emociones que no habían encontrado salida. Y es que durante esta meditación en movimiento, el personaje que nos aprisiona en la vida diaria se diluye, porque el yo más auténtico surge al jugar, al explorar, al sentirse libre.

"Es el mismo objetivo que tienen otras disciplinas, como el yoga, pero la biodanza incluye la experiencia con el otro y con el grupo, lo que hace entrar en juego a la afectividad, que permite explorar y ampliar la forma de relacionarse con lo que es distinto, así como descubrir recursos para conseguirlo", explica Rossana Fuentes, facilitadora de Biodanza Chana.

Esta experiencia recibe el nombre de vivencia y desemboca en una transformación personal.

Sin lugar a duda, esta es la mayor herramienta de la biodanza, que favorece este despertar del "ser" al bailar con los ojos cerrados o cuando se acaricia el aire lentamente con las manos, recuperando en un simple gesto la capacidad innata de maravillarse.

Cuando Rolando Toro creó la biodanza se sumó a la corriente psicorporal de su época e incluyó en la biodanza los arquetipos del reconocido psiquiatra suizo Carl Jung. Así, a través del baile, se da salida al "minotauro", el arquetipo de los instintos oprimidos y los miedos, o se trabaja con "el laberinto", el arquetipo que simboliza el laberinto que es nuestra existencia donde a menudo nos perdemos y no sabemos qué camino elegir.

¿En qué consiste una sesión de biodanza?

  • Duración de la sesión. Una sesión de biodanza dura aproximadamente dos horas. En los primeros 30 minutos, cada persona del grupo pone palabras a lo que experimentó durante la última sesión. Este será el único momento en el que el lenguaje adopte el papel protagonista porque, en la hora y media restante, el cuerpo, la música, el movimiento, las sensaciones y el corazón serán los encargados de tomar la palabra a través de las distintas consignas que ofrezca el/la facilitador/a.
  • Un facilitador guía la sesión. Se trata de 12 o 14 propuestas de movimiento que constan de palabras, demostraciones y un enlace existencial que permite conectar con la vida. Este proceso de ir abriendo, poco a poco, las puertas interiores llevan a la persona a expresar su singularidad.
  • Se establece un diálogo de las relaciones. Un ejemplo de consigna sería: "Ponte delante de una persona y experimenta qué cercanía te puedes permitir con ella, cuánto quieres que se acerque. Pregúntale si desea que le abraces". Este diálogo es el que se mantiene en todo tipo de relación.
  • Se empieza bailando solo y se termina en grupo. Lo más habitual es que la persona comience la sesión bailando sola, para después hacerlo con el otro; luego, en un grupo pequeño y, finalmente, con el grupo entero. "Así trabajamos el yo, el tú y el todo. Y para cada uno de los participantes el ‘todo’ tendrá un significado distinto: dios, universo, vida", precisa Chana Fuentes.

Etapas que se viven durante una sesión de biodanza

La persona tendrá unas vivencias en la sesión que la llevarán a transitar por distintas etapas, a trascenderse y/o encontrase a sí misma. Conocido como la curva metodológica de biodanza, este camino tiene tres paradas:

  • Identidad. Cuando hay un aumento de la presencia, del yo.
  • Trance-regresión. Cuando tiene lugar la disolución de la identidad para acceder a una identidad mayor.
  • Regreso. Cuando se vuelve a la realidad. En este viaje interior, la persona nunca sale igual que entró.

Para llevar a cabo esta experiencia, y tras la rueda inicial, una música suave acalla la mente para traerla al presente. Se emprende el camino hacia el trance activando cada vez más el cuerpo con una música que crece en intensidad, de manera que la persona pueda conectar con su vitalidad y llegar al máximo de conciencia de sí misma. Una vez alcanzado este clímax, llega el momento de reducir la intensidad para que pueda tener lugar la disolución de la misma.

"Empiezas a tomar consciencia de la importancia de descansar, de saborear una respiración más suave y de realizar movimientos más lentos y profundos. Es aquí donde el cuerpo empieza a soltarse. Y tras este paseo por la existencia se regresa a la realidad con tres o cuatro dinámicas más antes de terminar la sesión", explica Chana Fuentes.

Beneficios saludables de la biodanza

  • Activa las neuronas espejo. La biodanza se aplica en personas enfermas, en silla de ruedas y también en niños, como educación emocional, porque favorece la empatía gracias a su capacidad de activar las neuronas espejo que llevan a sentir y a hacer lo mismo que el otro. No se requiere saber bailar.
  • Un método de relajación total contra el estrés. Funciona desde el placer, despierta la creatividad, mejora la autoestima y ayuda a desarrollar la asertividad en las relaciones interpersonales. Además, es un buen antídoto contra el estrés, porque cada sesión favorece el reequilibrio del sistema nervioso: con las músicas intensas se activa el sistema simpático y las descargas de adrenalina, mientras que con las músicas más lentas se activa el sistema parasimpático y la secreción de acetilcolina, que lleva a la relajación.

Qué tipo de música se elige

El facilitador elige cada canción en función de su "semántica musical", es decir, de la vivencia que quiere propiciar. Unas regalan vitalidad, otras descanso y otras abren al amor. Cada sonido activa en el cerebro distintas áreas motoras, auditivas y emocionales movilizando los tejidos del cuerpo y el estado de ánimo. Se puede bailar desde el silencio o en compañía del sonido de las hojas o del mar, pero la música es el detonante del despertar.

"Es toda una invitación a salir de la visión antropocéntrica para ponernos al servicio de la vida. Estamos ante una práctica ecológica y solidaria donde los valores se experimentan a partir del movimiento", asegura Chana Fuentes. Y es que, como decía Rolando Toro, el abrazo es el mayor acto político que uno puede llevar a cabo en un mundo solitario, carente de ternura. Porque la ética nace de la afectividad.

Ejercicios de biodanza para hacer en casa

Cada ejercicio de biodanza lleva a una vivencia. A continuación encontrarás unas propuestas (con la canción correspondiente) que podrás experimentar contigo mismo.

  • Despertar la vitalidad. Camina por el espacio elegido para realizar este trabajo siguiendo el ritmo que marca la música. Muévete desde la pelvis, donde reside la capacidad de dirigir la vida e ir hacia donde se desea. Lleva las riendas de tu vida en cada paso. Canción: Hello Dolly, de Traditional Jazz Band.
  • Conectar con uno mismo. De modo lento y continuo, con los ojos cerrados, mueve las manos y los brazos hacia delante, como si estuvieras acariciando el aire o simularas el baile de las olas del mar. Después, incorpora un movimiento de brazos y manos hacia los lados e inclina el tronco. En cada movimiento, estírate y replégate desde el impulso que surge del interior. Canción: Isn’t it a pity, de George Harrison.
  • Abrirse a la creatividad y a la sexualidad. Túmbate con la espalda apoyada en el suelo, los ojos cerrados, la mandíbula suelta y la boca semiabierta. A continuación, estira y contrae el cuerpo lenta y suavemente, jugando con tu propia elasticidad y realizando movimientos que te resulten placenteros. Finalmente, descansa en posición fetal. Canción: The quintescense, de Quincy Jones.
  • Expresar la gratitud. Con los ojos cerrados, coloca tus manos delicadamente sobre el corazón mientras bailas reverenciando la vida y agradeciendo el milagro de estar vivo con todo lo que eso supone. Muestra tu agradecimiento al corazón que palpita y te nutre. Canción: Gracias a la vida de Violeta Parra.

Ejercicios de biodanza para hacer en grupo

Las vivencias de afectividad son uno de los pilares de la biodanza. De esta manera se profundiza en la relación que tenemos con el otro y se fomenta la ternura. Estas son propuestas de ejercicios y canciones para practicar la biodanza en grupo.

  • El placer de ver al otro. Colocaos cada uno en un extremo de la habitación. Miraos y, sin perder la conexión, acercaos lentamente hasta encontraros celebrando el hecho de que el otro existe y está ahí. En el encuentro, tomaos de las manos sin dejar de miraros. Después separaos con delicadeza haciendo un saludo de despedida. Canción: Addagio, de Albinioni.
  • Trascenderse. Colócate frente a tu compañero, mírale y acaricia sus pies como si los lavaras en un acto de ternura y comunión profunda. Canción: Black is the color of my true love’s hair, de Hellen Merril.
  • Acoger con calidez. Apoya tu espalda en la pared con las piernas entreabiertas, para que tu compañero se siente entre ellas. Acaríciale la cabeza y el rostro con las yemas de los dedos. Después, coloca suavemente las palmas de las manos sobre su frente. A continuación, tu compañero se levantará lentamente y os cambiaréis los roles. Canción: Le petite fille de la mer, de Vangelis.
  • Sí a la vida. Colócate de pie, con las manos en el centro del pecho, mientras tu compañero se pone detrás de ti y te coge las manos para acompañarte con sutileza. Tú extiendes los brazos lentamente, abriéndote, despidiéndote de todo lo difícil en ese movimiento. Al cerrar, traes hacia ti bienestar, te abres a la vida. Canción: Beautiful, de Christina Aguilera.