"El origen de lo que sentimos es lo que pensamos"

Cada persona que lea esta entrevista tendrá pensamientos, sensaciones y emociones diferentes. Porque cada cerebro ha vivido experiencias distintas y tiene objetivos distintos. Tomar conciencia de ello, según David del Rosario, puede cambiar tu forma de ver la vida.

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daviddelrosario.com/

El investigador en neurociencia y divulgador David del Rosario es curioso por naturaleza. Fue la necesidad de poner orden a sus propias ideas mientras realizaba una investigación la que hizo que escribiera El libro que tu cerebro no quiere leer (Urano), una obra en la que no encontrarás el secreto para ser feliz, pero sí las claves para ser consciente de cuál es el origen de tu sufrimiento.

–La primera pregunta es evidente: ¿por qué ese es el libro que el cerebro no quiere leer?
–El título hace referencia a una propiedad universal de todos los cerebros. De hecho, yo mismo la pude experimentar después de leer un artículo científico que, de ser cierto lo que explicaba, supondría que había estado equivocado toda la vida.

Lo leí una vez, lo leí otra vez, lo leí otra vez, pero me costaba un montón recordarlo. Era como si mi cerebro no quisiera hacerlo. Aquí viene la propiedad universal que da nombre al libro: al cerebro no le importa la verdad, le importa la coherencia. Y trata de mantenerla a toda costa. Como ese artículo desmontaba mi mundo, mi cerebro activaba un mecanismo de defensa, el olvido, para borrarlo de mi mente y que mi mundo siguiera siendo coherente.

Este libro va de eso, de darse cuenta, de tomar conciencia de las cosas. Realmente, esto no cambia nada de tu vida, lo que cambia es la forma de ver tu vida. Ahí descubres que no es lo mismo vivir, que vivir la vida siendo consciente de cómo funciona tu mente y tu organismo.

–Dices en el libro que la mayoría de los pensamientos y recuerdos que tenemos son falsos. Entonces, ¿por qué nos hace libres conocer cómo funciona el organismo?¿No nos haría más indecisos?
–Un pensamiento es una propuesta, una imaginación neuronal, y un recuerdo es un pensamiento que apunta al pasado. El cerebro, a pesar de lo que muchas personas piensan, no es reactivo. Es decir, no estamos en una situación, alguien nos dice algo y reaccionamos a eso. El cerebro es predictivo. Es decir, alguien nos dice algo y el cerebro da significado a lo que está queriendo decir. ¿Y eso cómo se come?

Supón que el universo fuera complejísimo y que solo pudieras captar una pequeña parte de ese mundo con un cerebro humano. Como no puede asimilar un mundo tan complejo ¿qué hace? Imaginárselo. El cerebro humano es un órgano muy imaginativo y disponemos de un montón de mecanismos cerebrales predictivos para ello.

Tú no ves el mundo: tu cerebro se imagina el mundo y lo compara con lo que le dicen los sentidos.

Nuestras neuronas construyen como pueden una imaginación del mundo. Es lo que se conoce como "predictive brain", un modelo ampliamente aceptado por la neurociencia actual.

–Entonces, ¿qué diferencia tu imaginación de la mía?
–Tus imaginaciones y las mías se construyen con materia prima diferente. La principal diferencia entre tu imaginación y la mía es que nuestras experiencias pasadas y expectativas de futuro son diferentes.

–¿Y qué ocurre cuando compartimos una manera de pensar, de sentir o de ver el mundo?
–Para proponer un pensamiento, el cerebro utiliza una red neuronal que se encuentra principalmente en el hemisferio izquierdo y conocemos como "módulo intérprete". En cada situación de vida, el intérprete propone una imaginación neuronal, un pensamiento. ¿Y cómo cocina los pensamientos? Con tres ingredientes: experiencia pasada, expectativas de futuro y base genética. Mi genética, la tuya y la de cualquier lector, son idénticas en un 99,9%.

Estas pequeñas diferencias de genes pueden llegar a ser determinantes en una patología, pero no parecen ser tan importantes en la génesis del pensamiento.

Cuando aparentemente dos personas comparten una manera de pensar suelen proceder de un contexto cultural similar, un contexto donde han podido acumular experiencias similares y poseen objetivos similares. También usan pensamientos similares todo el tiempo. De ahí que parezca que imaginan el mundo de forma similar. Y digo “parece” porque cuando miras de lejos dos cerebros se parecen mucho, pero, conforme los miras de más y más cerca, descubres que cada cerebro es único y cada realidad es única.

–Y eso quiere decir…
–Pues que todas las personas que puedan estar leyendo esta entrevista –donde la información es exactamente la misma–, aunque vivan en el mismo edificio y hayan ido a la misma escuela, tendrán pensamientos, sensaciones y emociones diferentes. ¿Por qué? Porque su cerebro ha vivido las mismas experiencias de manera distinta y tiene objetivos distintos. Por lo tanto, lo que cada lector siente y piensa al leer este artículo, no proviene exclusivamente del artículo sino más bien de su experiencia pasada y sus objetivos futuros. Y eso es algo que no sabemos aplicar en nuestro día a día.

–¿Por qué no sabemos aplicarlo en nuestro día a día?
–El sufrimiento, en personas sanas con sus necesidades básicas cubiertas, aparece cuando nuestra forma de comportarnos no está alineada con la forma de funcionar de nuestra mente y organismo. Cuando empiezo a tomar conciencia de que aquello que pienso es una propuesta neuronal, una imaginación y no un hecho, entro en un espacio de ignorancia.

¿Por qué no puedo poner encima de la mesa que quizá el mundo no es como mi cerebro lo ve?

Dentro de ese espacio de ignorancia se abren un montón de posibilidades como, por ejemplo, dejar de defender nuestras ideas.

–Pero las personas se ofenden mucho…
–Sí, porque se definen a través de sus imaginaciones, de las propuestas de su interprete. Se piensan que son ellas quienes las piensan. Y por lo tanto, si esas propuestas están equivocadas, ellos están equivocados. Y eso ofende mucho.

–Acabas de nombrar el sufrimiento, y en el libro comentas que hay que incluir situaciones que generan dolor, angustia, tristeza, miedos... en una imagen mental feliz. ¿Eso no es vivir engañado?
–No se trata de convertir algo doloroso en algo feliz siendo optimistas o poniendo al mal día buena cada. Eso es una forma de autoengaño. La propuesta es descubrir que tu resistencia a incluir una situación de vida dolorosa como una posible situación de vida feliz es el origen de tu sufrimiento. La propuesta es mirar al origen de tu sufrimiento. Ahí descubres que el sufrimiento no viene generado por la situación en sí misma, sino por tu indisposición y el miedo a vivirla.

Algo muy parecido ocurre con las emociones. Las emociones no enferman, es tu indisposición a sentir una emoción lo que te puede llegar a enfermar. Es un punto sutil que no vemos. En ningún momento estoy hablando de pensamiento positivo. El pensamiento positivo no funciona.

–¿Por qué?
–Porque no está alineado con la forma de funcionar de la mente y el organismo. Hemos visto que tú no piensas, piensa tu cerebro, y lo hace con la misma naturalidad que tu corazón bombea sangre o los pulmones aire. Entonces, ¿cómo vas a lograr que tus pensamientos sean más positivos?

El pensamiento positivo no funciona porque no está alineado con nuestra forma de funcionar. Vivimos la felicidad como una adicción a sensaciones positivas.

Deja a tu cerebro tranquilo y permítele que haga su función. Tenemos que empezar a atender a nuestra indisposición. La cuestión es: ¿cuánto de dispuesto estoy yo a vivir las cosas que me ocurren? Reconocer mi indisposición como el origen de mi sufrimiento es muy hermoso, y nos ofrece una nueva visión acerca de la felicidad.

–Sin embargo, hoy en día vivimos rodeados de mensajes que nos empujan a buscar la felicidad, ¿eso no causa frustración?
–Totalmente. En mi caso, mientras terminaba de escribir el último capítulo en el que hablo de la felicidad, mi único objetivo era que quien leyera el libro (si es que alguien lo hacía) dejara de buscarla, dejara de intentar cambiar lo que piensa o siente.

Sentir lo que sientes nunca puede estar mal. Vivimos la felicidad como una adicción a sensaciones positivas porque vivimos enganchados a una imagen mental feliz de felicidad.

–¿Qué diferencia hay entre el pensamiento positivo y la imagen mental feliz?
–Las personas tenemos una imagen mental feliz o ideal de todo. Por ejemplo, la imagen mental feliz de familia está compuesta por papá, una mamá y, tal vez, dos hijos. La “parejita”. ¡Pero que no se divorcien los papás! El divorcio no se encuentra dentro de la imagen feliz de familia. Si por algo llegase a ocurrir, vamos a oponer resistencia a incluir el divorcio dentro de mi imagen feliz de familiar.

La resistencia me lleva a sufrir. Cuanto más diferente sea mi imagen mental feliz de mi situación presente más voy a sufrir. Esa es la idea.

–¿Y qué es para ti la felicidad?
–Es una construcción mental sin más. Es el resultado de la comparación entre mi imagen feliz y mi momento presente. La felicidad, tal cual la vemos a día de hoy, es herencia de nuestro cerebro predictivo. Conocemos a alguien, nos gusta y nuestro cerebro imagina un desenlace: “con este me caso que ya tengo 35 y se me pasa el arroz”. Acabo de construir mi imagen feliz sin darme cuenta. A partir de entonces, mi cerebro comparará todo el tiempo la realidad con mi imagen feliz.

–Entonces, marcarnos metas y sueños (que no dejan de ser predicciones porque no sabemos si los alcanzaremos)... ¿nos aboca a la infelicidad?
–Una predicción no tiene nada de malo. Al revés. Recuerda que no podemos vivir el mundo tal cual es porque tenemos un cerebro humano y no podemos manejar toda la información existente. Vivir a través de predicciones, imágenes y simulaciones es un mecanismo energético muy eficiente. Lo malo, si es que hay algo “bueno" o “malo", sería vivir la vida sin saber que aquello que estamos viendo no es un hecho, sino una imaginación, una predicción.

–Entenderás que ser consciente de que todo es una imaginación cree inseguridad, ¿no?
–Así es. Pero con lo que hemos aprendido en esta entrevista, podemos empezar a darnos cuenta de que esos pensamientos de inseguridad también son una imaginación, una propuesta que podemos empezar a no usar.

–¿Cuál es la clave para tomar decisiones, sabiendo que nada es real, sino que solo se trata de imágenes mentales? Por ejemplo, imagina que quiero dejar el trabajo porque ya no me hace feliz.
–Vamos por partes. Primero, eso de que ya no eres feliz es una propuesta de tu cerebro. No es un hecho, tan solo es un pensamiento que no forma parte de tu imagen feliz de trabajo. Cuando empiezas a prestar atención a ese pensamiento, empiezas a descubrir que ese pensamiento te genera una sensación. Ahí comienzas a ver que la conexión real es entre lo que piensas y lo que sientes, no entre la situación –el trabajo–y lo que sientes.

Cada persona vive la realidad de una manera distinta, y si lo analizas, si conviertes eso en un experimento científico, te das cuenta de que el cerebro de cada persona piensa diferente.

Por lo tanto, tú eres responsable de lo que sientes, no la situación. ¿Y eso cómo se aplica al día a día? Muy fácil. Aquello que sientes te está hablando de la utilidad que tiene para ti lo que tu cerebro piensa. En este ejemplo concreto que has puesto, cuando tu cerebro piensa que no eres feliz en el trabajo y empiezas a sentir esa angustia, esa angustia te está hablando acerca de la utilidad que tiene ese pensamiento para ti en ese momento. ¿Y tú qué puedes hacer? Decidir si usarlo o no.

–¿Y si no lo uso?
–No puedes saber de antemano qué va a pasar, pero sí puedes saber si ese pensamiento es útil o no lo es. Se trata de asumir cómo funcionas y ponerlo en práctica. Fíjate, con esta pregunta que, en un primer momento parecía que apuntaba hacia la situación –el trabajo–, de repente apunta hacia ti, y te lleva a ver tu pensamiento como lo que es: una propuesta. Esa propuesta es el padre de lo que sientes.

Al darte cuenta de que ese pensamiento no es útil, dejas de usarlo, dejas de poner atención sobre él.

Cada vez que no usas un pensamiento, cada vez que no le prestas atención sostenida a una propuesta inútil, la probabilidad de que tu cerebro vuelva a proponerte ese pensamiento en una situación de vida similar disminuye. Eso para mí es reeducar el cerebro. Eso para mí es llevar la neurociencia al día a día de las personas. Piensa lo que pienses, siente lo que sientas, pero toma conciencia de dónde está el origen de lo que ocurre. No para cambiarlo, para sentirte mejor o ser más feliz, sino para explorarlo.

–Hablas de la utilidad de los pensamientos. ¿Cómo podemos saber si son útiles o no?
–Es algo muy personal. Incluso un pensamiento en una situación de vida puede resultar útil y en otra no. En general, la respuesta de si un pensamiento es útil no es un argumento racional. Es una sensación.

Nuestras emociones y nuestras sensaciones están ahí para que las sintamos, no para que las eduquemos o las gestionemos.

Por eso es importante no gestionar las emociones. Cuando intentamos gestionarlas, con la mejor de las intenciones, perdemos el hilo. No nos damos cuenta de que el origen de lo que sentimos es aquello que pensamos, y no nos damos cuenta de que la sensación nos está hablando acerca de la utilidad de lo que pensamos.

–Parece que el origen de toda emoción es el pensamiento, ¿en ningún caso es a la inversa?
–El 85% de las veces es así. Aunque en ocasiones también puedes sentir una emoción y, cuando vas a mirar de dónde viene, puede que no encuentres el pensamiento. Eso sería una emoción enredada. Aun así, lo importante para vivir una vida con más plenitud es dejar de prestar atención, de usar, aquellos pensamientos que no son útiles.

Esta forma de ver la mente y el organismo te lleva a revisar todo lo que habías dado por supuesto en tu día a día. Siempre puedes volver a experimentarlo desde este espacio más honesto y más coherente con la formar de nuestra mente y organismo.

–Para acabar, ¿qué le dirías a quien esté leyendo esto ahora mismo?
–Le diría: “no uses esta entrevista para crear una imagen mental que te impida vivir con plenitud tu siguiente situación de vida”. Eso es lo que hemos hecho hasta ahora; trazar estrategias para evitar sentir lo que estás sintiendo o pensar lo que estás pensando.

Deja a tu cerebro que piense. Siéntete. Descúbrete. No te creas nada de esta entrevista. Úsala para descubrir cómo funcionas, cómo funciona tu sistema de pensamiento. Descubre si para ti esta entrevista es útil de la forma que hemos visto anteriormente. Si no lo es, por favor, no la uses. ¡Tírala a la basura! Pero si es útil para ti en este momento, ¡úsalo! ponlo en práctica. No estamos hablando de si es verdad o mentira. Eso no importa. Importa lo que despierta en ti. Todo puede cambiar. La neurociencia puede cambiar. Las cosas pueden cambiar, tu pareja, tu trabajo… pero lo que nunca va a cambiar es la posibilidad de sentirte ahora.

Si te ha interesado la entrevista...

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