Michel Le Van Quyen es ingeniero, doctor en neurociencia e investigador en el Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica de Francia. Sufrió una parálisis facial originada por el estrés y la superó gracias a una inmersión en el silencio mediante paseos por la naturaleza, la meditación y dejar vagar la mente sin control. Tras curarse, decidió investigar el tema, cuyas conclusiones aparecen en el libro Cerebro y silencio. Las claves de la creatividad y la serenidad (Plataforma, 2019).

"El silencio favoreció mi curación"

–¿Cómo fue su experiencia?
–Para recuperarme tuve que detener todas mis actividades durante más de un mes, algo que me resultó complicado porque siempre he sido muy activo y hago muchas cosas al mismo tiempo. Me tuve que confrontar al silencio. Me alejé de París –donde vivo habitualmente– y me fui a una casa que tengo cerca de la naturaleza, y allí me resultó más fácil cambiar de ritmo. Fue a partir de esta experiencia personal que me pregunté por qué el silencio tenía tantos beneficios para la salud y en concreto en el cerebro.

–¿Por qué el silencio ayuda a regenerar el cerebro?
–Hay distintos tipos de silencio que benefician al cerebro. Uno es la ausencia de ruido exterior, pero también son importantes los silencios interiores que surgen de la inmovilidad física y de la ausencia de ruido mental. Cuando mediante la meditación alcanzamos un estado de silencio en el cual disminuyen los pensamientos, se produce una relajación que conlleva muchísimos beneficios ya que se generan nuevas neuronas, se asienta la memoria y se detiene la segregación de hormonas del estrés como el cortisol. Cuando voluntariamente nos ponemos a respirar lenta y profundamente estimulamos el nervio vago y se ralentiza el corazón.

–¿El ruido exterior es lo que más perjudica a nuestro cerebro?
–En las grandes ciudades todos estamos confrontados al ruido… La primera consecuencia son los problemas de audición, que afectan sobre todo a las personas de los barrios más pobres y periféricos, situados cerca de las autopistas, de vías de tren y de los aeropuertos. Y más que la intensidad del ruido lo que resulta perjudicial es la exposición continuada a estos ruidos porque, a diferencia de los ojos, las orejas no tienen párpados, con lo que siguen activas mientras dormimos. Así, los estudios científicos han demostrado que, cuando estamos sometidos a ruidos constantes durante la noche, aunque estos no sean intensos, el organismo se coloca en un estado de estrés y registra unos niveles anormales de cortisol y de otras hormonas del estrés que pueden llevar a desarrollar en él graves problemas de salud.

–¿Es grave esta contaminación?
–Según la Agencia Europea del Medio Ambiente, la contaminación acústica es responsable de más de 10.000 muertes prematuras cada año, la mayoría por infartos de miocardio y otros problemas cardiovasculares.

–En el libro dice que el cerebro tiene que eliminar las toxinas que genera para seguir sano…
–Efectivamente. Cuando estamos mucho tiempo concentrados en una tarea el cerebro consume mucha glucosa y fabrica numerosos desechos que el organismo debe eliminar. Sin embargo, el cerebro carece de sistema linfático y cómo conseguía deshacerse de estos desechos ha sido para la ciencia un gran enigma durante años. Finalmente, en el 2012 un equipo de científicos americanos demostró que esto se lleva a cabo a través del sistema glinfático y de las células gliales que lo conforman.

–¿Cómo actúan?
–Estas células gliales –situadas alrededor de las neuronas y que conforman una red de conductos que rodean la periferia de los vasos sanguíneos cerebrales– facilitan la circulación del líquido cefalorraquídeo, que acaba alejando del cerebro estas impurezas y le ofrece una especie de ducha que necesita para limpiarse y renovarse.

–¿Y cúando se produce?
–Lo que muestran los estudios científicos es que esta «limpieza depurativa» se puede llevar a cabo en momentos de reposo; es decir, en estados de sueño profundo es cuando el líquido cefalorraquídeo puede fluir con mayor rapidez y el cerebro tiene más capacidad para evacuar estos desechos. Mientras está concentrado no puede hacerlo, necesita reposo y silencio atencional para activar este sistema de evacuación…

Si la atención está permanentemente ocupada y se realizan diferentes tareas al mismo tiempo acaba disminuyendo el rendimiento cerebral.

–Y ese reposo influye en nuestra actividad…
–Sí. Lo que la neurociencia demuestra es que si la atención está permanentemente ocupada y se realizan diferentes tareas al mismo tiempo acaba disminuyendo el rendimiento cerebral. Por eso la meditación también nos ayuda a activar este sistema de eliminación de toxinas en el cerebro.

–¿Cuánto menos hacemos, más podemos rendir?
–Así es. Dejar vagar nuestra atención, permanecer en estados de ensoñación, sumergirnos en el silencio, es vital para la salud del cerebro. Si alternamos momentos de actividad con momentos de reposo, entonces tendremos más capacidad de producción. Al igual que los deportistas necesitan respetar los tiempos de descanso para mejorar su rendimiento, el cerebro necesita fases de reposo para regenerarse y e integrar lo vivido.

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Una cura de silencio

–¿Y este silencio favorece la creatividad?
–Incluso en reposo el cerebro mantiene una gran actividad: unas grandes olas de energía recorren lentamente una vasta red de numerosas regiones cerebrales. Es lo que el neurólogo Marcus Raichle denominó la "energía oscura del cerebro". Cuando estás en silencio, te dejas llevar a un estado de ensoñación, la mente vaga y, además de ser necesario para favorecer la creación de nuevas neuronas, es importante para fomentar la creatividad. Así lo ha demostrado el profesor Graham Wallas, que ha intentado comprender cómo los artistas encontraban nuevas ideas y ha visto que hay siempre una etapa de recopilación de la información, en la que no podemos resolver el problema, de incubación, en la que digo que me rindo y entonces, paro y…

–...salta la chispa.
–Sí. Me pongo a hacer otra cosa como un paseo por el bosque o algo totalmente diferente, pero el cerebro continua trabajando y, a veces, de manera súbita se produce un insight que te trae la solución sin que tú lo quisieras. Y esto pasa a menudo en los momentos de ensoñación. Por eso es tan importante dejarse estar en estos estados en los que la mente vagabundea y renunciar a encontrar de manera consciente y controlada la solución. Cuando tu espíritu vagabundea sin objetivo es justo cuando a menudo puede encontrar una solución.

Los baños de bosque reequilibran el sistema simpático y el parasimpático y permiten al cerebro regenerarse.

–¿Qué tipo de silencio diría que tiene más beneficios?
–Lo más importante es pasar el mayor tiempo posible rodeado de naturaleza. En la naturaleza el silencio absoluto no existe, pero los ruidos que hay en ella resultan saludables. Los baños de bosque, tan practicados en Japón, son muy recomendables porque caminar durante media hora percibiendo al máximo la naturaleza, sus sonidos, olores, colores, posee enormes beneficios para el organismo, ya que reequilibra el sistema simpático y el parasimpático y permite al cerebro regenerarse.

–En su libro habla del peligro de trabajar en espacios comunes abiertos…
–Sí. Cuando recibimos estímulos de manera constante, nuestro cerebro sufre. Hay estudios que muestran que en estos espacios la persona llega a ser interrumpida cada once minutos, por lo que solo puede concentrarse en una tarea durante este espacio de tiempo y después alguien llega con una nueva información o una nueva tarea. Para recuperarse de esta interrupción necesitarás unos 25 minutos hasta que consigues recuperar la concentración. Y estas interrupciones permanentes suponen una sobrecarga mental muy perjudicial para el cerebro.