“El amor es un problema de salud pública”, afirma Walter Riso, doctor en psicología y experto en terapia cognitiva, que añade también que “el 60% de las consultas psicológicas” se dan por causa de amor. El amor, dice, es la nación que más sangre ha derramado. Se hacen cosas horribles por amor, y en gran medida se debe a que no sabemos amar.

De hecho, Riso afirma que “habría que crear un Ministerio del amor”. Y precisamente por eso, nos da las cinco claves esenciales para que una relación sea saludable. Pero no solo en ambientes ideales. El experto explica que estas características son las que hacen que una pareja funcione incluso en los ambientes más convulsos y complicados. Así que toma nota y descubre si a tu relación le falta alguno de estos puntos.

Reciprocidad

Para empezar, explica Walter Riso, las relaciones deben fundamentarse en la reciprocidad. “Las parejas que mejor funcionan, son las parejas democráticas”, continúa. Con estas palabras, el experto hace referencia a que las relaciones deben ser siempre horizontales, y no verticales.

Es decir, que en las relaciones saludables no existen dinámicas de dominancia y sumisión. No son vínculos en los que uno tiene un poder claro y evidente sobre el otro, sino en el que ambas partes se encuentran al mismo nivel.

La única forma de que una pareja funcione es que se encuentren en una relación de “ida y vuelta”. Una relación recíproca.

Y esta reciprocidad no tiene que ser milimétrica. No se trata de que, si tú aportas diez, yo aporte diez. Debe ser un intercambio equilibrado. Algún día serás tú quien dé más, en otro momento lo será la otra persona, atendiendo a la situación y a las necesidades de cada uno. De esa forma, se alcanza el delicado equilibrio de la reciprocidad.

 

Territorialidad

Esta palabra, que a menudo asociamos a términos negativos, es la siguiente clave que Riso nos ofrece para tener una relación saludable. Porque sí, en una relación de pareja es necesario cierto grado de territorialidad.

No nos referimos, por supuesto, a los celos ni a la posesividad. Hablamos de una territorialidad personal que te defina como individuo.

Walter Riso explica en su ponencia en Aprendemos juntos, un proyecto de BBVA, que cuando dos personas están completamente superpuestas y lo comparten todo, pierden la capacidad del asombro. Dejan de sentir curiosidad por su pareja, porque pueden predecir su comportamiento. Desaparece el humor y la sorpresa. La relación se vuelve monótona y aburrida.

Por otro lado, las parejas que están completamente distanciadas, que no comparten nada, están, de hecho, separadas. Ya no tienen nada en común. Cada cual tiene su vida lejos de la otra persona, y no hay nada por lo que luchar, nada que construir juntos.

En el punto medio se encuentra el equilibrio. Una relación en la que se comparten muchas cosas, pero en la que se reserva una parcela privada que se protege con territorialidad. Es una parte de ti misma que es tuya, y solo tuya. Un espacio diseñado solo para ti que, por más que irrite al otro, no le pertenece y no puede formar parte de él.

Sensibilidad-entrega

Esta palabra compuesta, esta relación sinérgica, es la que Riso, asegura, se presenta como la más importante de las características que debe tener una pareja para funcionar.

“Tu dolor me duele. Tu alegría me alegra”. Así resume el experto esta capacidad que podría resumirse como empatía, pero que prefiere dividir en dos términos: compasión y congratulación.

Lo que le duele a tu pareja, debe dolerte. Porque solo así evitarás hacerle daño. Solo así comprenderás que no puedes aplastarle con tu “yo”, que “a veces tengo que existir menos para que tú puedas estar”, en palabras del experto.

Este punto es fundamental, porque a quien no le duele tu dolor, no te merece. En una relación sin esta relación sensibilidad-entrega, no hay ternura, no hay conexión, y no puede construirse nada bueno.

Admiración

“Puede haber admiración sin amor, pero no puede haber amor sin admiración”, explica Riso. Porque esta es la siguiente característica básica que debe tener una relación de pareja para funcionar a largo plazo.

Esta admiración se descubre en las pequeñas tareas del día a día, y también en los grandes esfuerzos que debemos hacer para sobrevivir, para avanzar en la vida. Si admiras a tu pareja por todo lo que hace, la amas. De lo contrario, es probable que vivas en una relación dormida, en la que el piloto automático te impide ser consciente del otro.

Respeto

Para acabar, Walter Riso afirma que la última característica esencial que debe tener toda relación saludable es el respeto mutuo. Pero, aclara, no debemos confundir el respeto con el miedo ni con la veneración.

El miedo surge en relaciones marcadas por la violencia, y estás jamás serán saludables ni beneficiosas. Por otro lado, la veneración nos coloca en una relación vertical, y no horizontal. Una en la que admiramos al otro más allá de lo real, hasta construir una imagen ideal de la persona, como si se tratase de un maestro espiritual al que debemos seguir. Al que debemos imitar.

El respeto del que Riso habla se fundamenta en la admiración que mencionábamos antes. Una admiración realista, funcional y práctica que nace de la convivencia, de observar al otro vivir, luchar, crecer y avanzar.

Este respeto compartido, que debe fluir en ambas direcciones, nos inspira. Por eso, cuando estás en una relación saludable, no imitas al otro, sino que su presencia, su propia existencia, te inspira a crear con tu sello personal.

Y, por supuesto, en esta relación de respeto no hay espacio para la manipulación ni para la explotación. En una relación basada en el respeto aceptas que el otro tiene algo importante que decir, sabes que merece la pena escucharlo, y dejas espacio para que sea a tu lado.