Hay personas que se han planteado las mismas metas tantas veces que ya no se las toman en serio; o que se saben inconstantes y no se plantean nuevos propósitos; o bien prefieren vivir espontáneamente, improvisar. Tener metas, para ellas, sería una limitación.
Es evidente que la vida está llena de incertidumbre y que no podemos planearlo todo, pero tener metas claras nos ayuda a centrarnos, a usar y desarrollar nuestras habilidades y nuestras fortalezas de carácter, a estructurar nuestro tiempo y a tener una sensación de control, logro y éxito.
Las investigaciones, además, demuestran que tener planes a corto, medio o largo plazo e intentar llevarlos a cabo contribuye significativamente a nuestro bienestar.
No todo es fuerza de voluntad: ¿qué necesitamos para cumplir los objetivos?
¿Y por qué nos resulta tan difícil llevar adelante nuestros proyectos, aun cuando nuestro deseo de lograrlos es genuino? Solemos tener la impresión de dar vueltas sin alcanzar ningún objetivo, nos frustramos, y tiramos la toalla. Tal vez nos culpamos por no tener fuerza de voluntad o nos sentimos incapaces...
Efectivamente, la fuerza de voluntad es muy importante, pero necesitamos alguna cosa más para llevar a cabo nuestros proyectos. En la actualidad, existe una verdadera ciencia de las metas que puede resultarnos muy útil.
Los psicólogos Edwin Locke y Gary Latham, de las Universidades de Maryland, EE.UU.,y Toronto, Canadá, respectivamente, se han especializado en el estudio de cómo establecer metas y los mecanismos para alcanzarlas.
A grandes rasgos, sus estudios revelan que es más probable cumplir un objetivo si:
- La meta representa un reto. Si tenemos el conocimiento y la habilidad necesarios, es más probable que logremos una meta difícil que una fácil. Por ejemplo, si nos gusta correr, podemos proponernos participar en una carrera de 10 km en los próximos meses, en lugar de correr en una de 5 km.
- La meta es específica. Es importante tener una definición clara y concreta de lo que queremos, algo que se pueda medir u observar. Por ejemplo, si nos decimos “haré más ejercicio” no establecemos una meta específica. En cambio, si nos proponemos ir al gimnasio dos veces por semana, una hora cada vez, sí establecemos objetivos claros y medibles.
- Obtenemos retroalimentación. Necesitamos conocer nuestro progreso, es fundamental retroalimentarnos, es decir, conocer cuáles son nuestros avances. Por eso, si estamos estudiando, es importante realizar una evaluación continua en lugar de tener una sola prueba al final del curso.
- Compromiso para lograrlo. El compromiso es fundamental para lograr nuestras metas y solo nos comprometemos de verdad si el objetivo es realmente importante para nosotros (no solo para otras personas) y si creemos que lo podemos lograr, si lo vemos como algo alcanzable.
Locke enfatiza que lograr metas importantes requiere trabajo, que no hay atajos y que son nuestros valores y metas los que nos conducen a la acción. También señala que el miedo es uno de los principales obstáculos: miedo a cambiar, a equivocarse… Es muy importante evitar que el miedo boicotee lo que valoramos.
¿Cómo podemos fijar metas realistas?
Se pueden establecer dos tipos de metas: de acercamiento, que nos acercan a lo que deseamos; y de evitación, que nos ayudan a eludir lo desagradable.
Se ha comprobado que cuando nuestra meta es acercarnos a algo que nos entusiasma, que es atractivo e importante para nosotros, es más probable que la consigamos que si nuestra meta tiene que ver con evitar algo indeseable. Por eso es preferible plantearnos proyectos en términos positivos.
Entre los especialistas que se centran en la acción para obtener resultados es conocido el acrónimo SMART (palabra inglesa que significa listo). este acrónimo se forma con la inicial de las palabras que caracterizan una buena meta y que son:
- Sencilla o pequeña. Por tanto, si nos hemos planteado un objetivo difícil, es fundamental dividirlo en pasos o pequeñas etapas.
- Medible. Debemos poder evaluar nuestro progreso.
- Alcanzable
- Realista. Alcanzable y realista van de la mano.
- Tiempo. Y así como es importante cuantificar los logros, es fundamental concretarlos en el tiempo, ponerles una fecha límite.
Nuestras metas deben suponernos un reto y, al mismo tiempo, ser medibles, para evaluar nuestros logros, así como realistas.
Comprométete con tus objetivos
Caroline Miller, especialista en psicología positiva y en el logro de metas, enfatiza la importancia de poner nuestras metas por escrito para aumentar las posibilidades de éxito. También se ha comprobado que es más probable que logremos algo si tenemos que “rendirle cuentas” a alguien.
En su libro, Creating Your Best Life (2008), Miller propone que escribamos cada una de nuestras metas y respondamos a las siguientes preguntas:
- ¿Es específíca y medible?
- ¿Constituye un reto?
- ¿Se relaciona con un valor importante para mí?
- ¿Qué pasos son necesarios para lograrla?
- ¿A qué obstáculos me puedo enfrentar y cómo los superaré?
- ¿Cómo puedo aumentar mi compromiso y motivación?
- ¿Cuáles son los logros intermedios para saber mi progreso?
- ¿A quién le voy a “rendir cuentas”?
Pocas cosas dan tanta satisfacción como una meta cumplida, aprovechemos los conocimientos que nos aportan los investigadores en esta materia para conseguirlo.