Con unas sencillas microprácticas que duran apenas unos segundos, pero repetidas a lo largo del día, podemos pasar de realizar actos inconscientes a una presencia real, con la mente aquietada.
Lo primero que debemos hacer es tomar conciencia del incesante comentario que formulamos interiormente sobre todas las cosas. En nuestra cabeza hay un ruido de fondo continuo, como si estuviéramos escuchando la radio. Oímos a unos comentaristas que no dejan de juzgar, evaluar, magnificar nuestras acciones para construir con ellas una novela barata de la que somos los protagonistas.
¿Cómo calmar la mente y empezar a relajarnos?
Tras haber descubierto esa propensión a “hablar” nuestra vida en lugar de vivirla, estamos listos para el siguiente paso: una práctica simple pero que exige pequeños esfuerzos constantes. La mente es alérgica a coacciones demasiado fuertes y, sobre todo, demasiado prolongadas en el tiempo.
En cambio, no tiene problemas en hacer un esfuerzo de menos de un minuto. Por eso proponemos microprácticas, una técnica ligera que puede convertirse en un juego estimulante y placentero cada vez que consigamos estar presentes algunos segundos.